martes, 22 de octubre de 2019

TEMA 202. CRISTO VIVE. CAPITULO 2. JESÚS SIEMPRE JOVEN (1)


Jesucristo siempre joven

22. Jesús es «joven entre los jóvenes para ser ejemplo de los jóvenes y consagrarlos al Señor»[3]. Por eso el Sínodo dijo que «la juventud es una etapa original y estimulante de la vida, que el propio Jesús vivió, santificándola»[4]. ¿Qué nos cuenta el Evangelio acerca de la juventud de Jesús?

La juventud de Jesús

23. El Señor «entregó su espíritu» (Mt 27,50) en una cruz cuando tenía poco más de 30 años de edad (cf. Lc 3,23). Es importante tomar conciencia de que Jesús fue un joven. Dio su vida en una etapa que hoy se define como la de un adulto joven. En la plenitud de su juventud comenzó su misión pública y así «brilló una gran luz» (Mt 4,16), sobre todo cuando dio su vida hasta el fin. Este final no era improvisado, sino que toda su juventud fue una preciosa preparación, en cada uno de sus momentos, porque «todo en la vida de Jesús es signo de su misterio»[5] y «toda la vida de Cristo es misterio de Redención»[6].

24. El Evangelio no habla de la niñez de Jesús, pero sí nos narra algunos acontecimientos de su adolescencia y juventud. Mateo sitúa este período de la juventud del Señor entre dos acontecimientos: el regreso de su familia a Nazaret, después del tiempo de exilio, y su bautismo en el Jordán, donde comenzó su misión pública. 

Las últimas imágenes de Jesús niño son las de un pequeño refugiado en Egipto (cf. Mt 2,14-15) y posteriormente las de un repatriado en Nazaret (cf. Mt 2,19-23). Las primeras imágenes de Jesús, joven adulto, son las que nos lo presentan en el gentío junto al río Jordán, para hacerse bautizar por su primo Juan el Bautista, como uno más de su pueblo (cf. Mt 3,13-17).

25. Este bautismo no era como el nuestro, que nos introduce en la vida de la gracia, sino que fue una consagración antes de comenzar la gran misión de su vida. El Evangelio dice que su bautismo fue motivo de la alegría y del beneplácito del Padre: «Tú eres mi Hijo amado» (Lc 3,22). En seguida Jesús apareció lleno del Espíritu Santo y fue conducido por el Espíritu al desierto. 

Así estaba preparado para salir a predicar y a hacer prodigios, para liberar y sanar (cf. Lc 4,1-14). Cada joven, cuando se sienta llamado a cumplir una misión en esta tierra, está invitado a reconocer en su interior esas mismas palabras que le dice el Padre Dios: «Tú eres mi hijo amado».

26. Entre estos relatos, encontramos uno que muestra a Jesús en plena adolescencia. Es cuando regresó con sus padres a Nazaret, después que ellos lo perdieron y lo encontraron en el Templo (cf. Lc 2,41-51). Allí dice que «les estaba sujeto» (cf. Lc 2,51), porque no renegaba de su familia. Después, Lucas agrega que Jesús «crecía en sabiduría, edad y gracia ante Dios y los hombres» (Lc 2,52). 

Es decir, estaba siendo preparado, y en ese período iba profundizando su relación con el Padre y con los demás. San Juan Pablo II explicaba que no crecía sólo físicamente, sino que «se dio también en Jesús un crecimiento espiritual», porque «la plenitud de gracia en Jesús era relativa a la edad: había siempre plenitud, pero una plenitud creciente con el crecer de la edad»[7].

27. Con estos datos evangélicos podemos decir que, en su etapa de joven, Jesús se fue «formando», se fue preparando para cumplir el proyecto que el Padre tenía. Su adolescencia y su juventud lo orientaron a esa misión suprema.

28. En la adolescencia y en la juventud, su relación con el Padre era la del Hijo amado, atraído por el Padre, crecía ocupándose de sus cosas: «¿No sabían que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?» (Lc 2,49). Sin embargo, no hay que pensar que Jesús fuera un adolescente solitario o un joven ensimismado. Su relación con la gente era la de un joven que compartía toda la vida de una familia bien integrada en el pueblo. Aprendió el trabajo de su padre y luego lo reemplazó como carpintero. 

Por eso, en el Evangelio una vez se le llama «el hijo del carpintero» (Mt 13,55) y otra vez sencillamente «el carpintero» (Mc 6,3). Este detalle muestra que era un muchacho más de su pueblo, que se relacionaba con toda normalidad. Nadie lo miraba como un joven raro o separado de los demás. Precisamente por esta razón, cuando Jesús salió a predicar, la gente no se explicaba de dónde sacaba esa sabiduría: «¿No es este el hijo de José?» (Lc 4,22).

29. El hecho es que «Jesús tampoco creció en una relación cerrada y absorbente con María y con José, sino que se movía gustosamente en la familia ampliada, que incluía a los parientes y amigos»[8]. Así entendemos por qué sus padres, cuando regresaban de la peregrinación a Jerusalén, estaban tranquilos pensando que el jovencito de doce años (cf. Lc 2,42) caminaba libremente entre la gente, aunque no lo vieran durante un día entero: «Creyendo que estaba en la caravana, hicieron un día de camino» (Lc 2,44). 

Ciertamente, pensaban que Jesús estaba allí, yendo y viniendo entre los demás, bromeando con otros de su edad, escuchando las narraciones de los adultos y compartiendo las alegrías y las tristezas de la caravana. El término griego utilizado por Lucas para la caravana de peregrinos, synodía, indica precisamente esta “comunidad en camino” de la que forma parte la sagrada familia. Gracias a la confianza de sus padres, Jesús se mueve libremente y aprende a caminar con todos los demás.

Su juventud nos ilumina

30. Estos aspectos de la vida de Jesús pueden resultar inspiradores para todo joven que crece y se prepara para realizar su misión. Esto implica madurar en la relación con el Padre, en la conciencia de ser uno más de la familia y del pueblo, y en la apertura a ser colmado por el Espíritu y conducido a realizar la misión que Dios encomienda, la propia vocación. 

Nada de esto debería ser ignorado en la pastoral juvenil, para no crear proyectos que aíslen a los jóvenes de la familia y del mundo, o que los conviertan en una minoría selecta y preservada de todo contagio. Necesitamos más bien proyectos que los fortalezcan, los acompañen y los lancen al encuentro con los demás, al servicio generoso, a la misión.

31. Jesús no los ilumina a ustedes, jóvenes, desde lejos o desde afuera, sino desde su propia juventud, que comparte con ustedes. Es muy importante contemplar al Jesús joven que nos muestran los evangelios, porque Él fue verdaderamente uno de ustedes, y en Él se pueden reconocer muchas notas de los corazones jóvenes. Lo vemos, por ejemplo, en las siguientes características: «Jesús tenía una confianza incondicional en el Padre, cuidó la amistad con sus discípulos, e incluso en los momentos críticos permaneció fiel a ellos. 

Manifestó una profunda compasión por los más débiles, especialmente los pobres, los enfermos, los pecadores y los excluidos. Tuvo la valentía de enfrentarse a las autoridades religiosas y políticas de su tiempo; vivió la experiencia de sentirse incomprendido y descartado; sintió miedo del sufrimiento y conoció la fragilidad de la pasión; dirigió su mirada al futuro abandonándose en las manos seguras del Padre y a la fuerza del Espíritu. En Jesús todos los jóvenes pueden reconocerse»[9].

32. Por otra parte, Jesús ha resucitado y nos quiere hacer partícipes de la novedad de su resurrección. Él es la verdadera juventud de un mundo envejecido, y también es la juventud de un universo que espera con «dolores de parto» (Rm 8,22) ser revestido con su luz y con su vida. Cerca de Él podemos beber del verdadero manantial, que mantiene vivos nuestros sueños, nuestros proyectos, nuestros grandes ideales, y que nos lanza al anuncio de la vida que vale la pena. En dos detalles curiosos del evangelio de Marcos puede advertirse el llamado a la verdadera juventud de los resucitados. 

Por una parte, en la pasión del Señor aparece un joven temeroso que intentaba seguir a Jesús pero que huyó desnudo (cf. Mc 14,51-52), un joven que no tuvo la fuerza de arriesgarlo todo por seguir al Señor. En cambio, junto al sepulcro vacío, vemos a un joven «vestido con una túnica blanca» (16,5) que invitaba a perder el temor y anunciaba el gozo de la resurrección (cf. 16,6-7).

33. El Señor nos llama a encender estrellas en la noche de otros jóvenes, nos invita a mirar los verdaderos astros, esos signos tan variados que Él nos da para que no nos quedemos quietos, sino que imitemos al sembrador que miraba las estrellas para poder arar el campo. Dios nos enciende estrellas para que sigamos caminando: «Las estrellas brillan alegres en sus puestos de guardia, Él las llama y le responden» (Ba 3,34-35). Pero Cristo mismo es para nosotros la gran luz de esperanza y de guía en nuestra noche, porque Él es «la estrella radiante de la mañana» (Ap 22,16).


Notas a pié de página:

[3] S. Ireneo, Contra las herejías, II, 22,4: PG 7, 784.


[4] Documento Final de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, 60. En adelante este documento se citará con la sigla DF. Se puede encontrar en: http://www.vatican.va/roman_curia/synod/documents/rc_synod_doc_20181027_doc-final-instrumentum-xvassemblea-giovani_sp.html


[6] Ibíd., 517.

[7] Catequesis (27 junio 1990), 2-3: Insegnamenti 13,1 (1990), 1680-1681.

[8] Exhort. ap. postsin. Amoris laetitia (19 marzo 2016), 182: AAS 108 (2016), 384.




lunes, 7 de octubre de 2019

TEMA 201. CRISTO VIVE. INTRODUCCIÓN Y CAPITULO 1. ¿QUÉ DICE LA PALABRA DE DIOS DE LOS JÓVENES?


INTRODUCCIÓN

1. Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. Entonces, las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de los jóvenes cristianos son: ¡Él vive y te quiere vivo!

2. Él está en ti, Él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y esperándote para volver a empezar. Cuando te sientas avejentado por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza.

3. A todos los jóvenes cristianos les escribo con cariño esta Exhortación apostólica, es decir, una carta que recuerda algunas convicciones de nuestra fe y que al mismo tiempo alienta a crecer en la santidad y en el compromiso con la propia vocación. 

Pero puesto que es un hito dentro de un camino sinodal, me dirijo al mismo tiempo a todo el Pueblo de Dios, a sus pastores y a sus fieles, porque la reflexión sobre los jóvenes y para los jóvenes nos convoca y nos estimula a todos. Por consiguiente, en algunos párrafos hablaré directamente a los jóvenes y en otros ofreceré planteamientos más generales para el discernimiento eclesial.

4. Me he dejado inspirar por la riqueza de las reflexiones y diálogos del Sínodo del año pasado. No podré recoger aquí todos los aportes que ustedes podrán leer en el Documento final, pero he tratado de asumir en la redacción de esta carta las propuestas que me parecieron más significativas. 

De ese modo, mi palabra estará cargada de miles de voces de creyentes de todo el mundo que hicieron llegar sus opiniones al Sínodo. Aun los jóvenes no creyentes, que quisieron participar con sus reflexiones, han propuesto cuestiones que me plantearon nuevas preguntas.

 Capítulo primero

¿Qué dice la Palabra de Dios sobre los jóvenes?

 5. Rescatemos algunos tesoros de las Sagradas Escrituras, donde varias veces se habla de los jóvenes y de cómo el Señor sale a su encuentro.

En el Antiguo Testamento

6. En una época en que los jóvenes contaban poco, algunos textos muestran que Dios mira con otros ojos. Por ejemplo, vemos que José era uno de los más pequeños de la familia (cf. Gn 37,2-3). Sin embargo, Dios le comunicaba cosas grandes en sueños y superó a todos sus hermanos en importantes tareas cuando tenía unos veinte años (cf. Gn 37-47).

7. En Gedeón, reconocemos la sinceridad de los jóvenes, que no acostumbran a edulcorar la realidad. Cuando se le dijo que el Señor estaba con él, respondió: «Si Yahvé está con nosotros, ¿por qué nos ocurre todo esto?» (Jc 6,13). Pero Dios no se molestó por ese reproche y redobló la apuesta por él: «Ve con esa fuerza que tienes y salvarás a Israel» (Jc 6,14).

8. Samuel era un jovencito inseguro, pero el Señor se comunicaba con él. Gracias al consejo de un adulto, abrió su corazón para escuchar el llamado de Dios: «Habla Señor, que tu siervo escucha» (1 S 3,9-10). Por eso fue un gran profeta que intervino en momentos importantes de su patria. El rey Saúl también era un joven cuando el Señor lo llamó a cumplir su misión (cf. 1 S 9,2).

9. El rey David fue elegido siendo un muchacho. Cuando el profeta Samuel estaba buscando al futuro rey de Israel, un hombre le presentó como candidatos a sus hijos mayores y más experimentados. Pero el profeta dijo que el elegido era el jovencito David, que cuidaba las ovejas (cf. 1 S 16,6-13), porque «el hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón» (v. 7). La gloria de la juventud está en el corazón más que en la fuerza física o en la impresión que uno provoca en los demás.

10. Salomón, cuando tuvo que suceder a su padre, se sintió perdido y dijo a Dios: «Soy un joven muchacho y no sé por dónde empezar y terminar» (1 R 3,7). Sin embargo, la audacia de la juventud lo movió a pedir a Dios la sabiduría y se entregó a su misión. 

Algo semejante le ocurrió al profeta Jeremías, llamado a despertar a su pueblo siendo muy joven. En su temor dijo: «¡Ay Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven» (Jr 1,6). Pero el Señor le pidió que no dijera eso (cf. Jr 1,7), y agregó: «No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte» (Jr 1,8). La entrega del profeta Jeremías a su misión muestra lo que es posible si se unen la frescura de la juventud y la fuerza de Dios.

11. Una muchachita judía, que estaba al servicio del militar extranjero Naamán, intervino con fe para ayudarlo a curarse de su enfermedad (cf. 2 R 5,2-6). La joven Rut fue un ejemplo de generosidad al quedarse con su suegra caída en desgracia (cf. Rt 1,1-18), y también mostró su audacia para salir adelante en la vida (cf. Rt 4,1-17).

En el Nuevo Testamento

12. Cuenta una parábola de Jesús (cf. Lc 15,11-32) que el hijo “más joven” quiso irse de la casa paterna hacia un país lejano (cf. vv. 12-13). Pero sus sueños de autonomía se convirtieron en libertinaje y desenfreno (cf. v. 13) y probó lo duro de la soledad y de la pobreza (cf. vv. 14-16). Sin embargo, supo recapacitar para empezar de nuevo (cf. vv. 17-19) y decidió levantarse (cf. v. 20). 

Es propio del corazón joven disponerse al cambio, ser capaz de volver a levantarse y dejarse enseñar por la vida. ¿Cómo no acompañar al hijo en ese nuevo intento? Pero el hermano mayor ya tenía el corazón avejentado y se dejó poseer por la avidez, el egoísmo y la envidia (cf. vv. 28-30). Jesús elogia al joven pecador que retoma el buen camino más que al que se cree fiel pero no vive el espíritu del amor y de la misericordia.

13. Jesús, el eternamente joven, quiere regalarnos un corazón siempre joven. La Palabra de Dios nos pide: «Eliminen la levadura vieja para ser masa joven» (1 Co 5,7). Al mismo tiempo nos invita a despojarnos del «hombre viejo» para revestirnos del hombre «joven» (cf. Col 3,9.10)[1]. Y cuando explica lo que es revestirse de esa juventud «que se va renovando» (v. 10) dice que es tener «entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándose unos a otros y perdonándose mutuamente si alguno tiene queja contra otro» (Col 3,12-13). 

Esto significa que la verdadera juventud es tener un corazón capaz de amar. En cambio, lo que avejenta el alma es todo lo que nos separa de los demás. Por eso concluye: «Por encima de todo esto, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección» (Col 3,14).

14. Advirtamos que a Jesús no le caía bien que las personas adultas miraran despectivamente a los más jóvenes o los tuvieran a su servicio de manera despótica. Al contrario, Él pedía: «que el mayor entre ustedes sea como el más joven» (Lc 22,26). Para Él la edad no establecía privilegios, y que alguien tuviera menos años no significaba que valiera menos o que tuviera menor dignidad.

15. La Palabra de Dios dice que a los jóvenes hay que tratarlos «como a hermanos» (1 Tm 5,1), y recomienda a los padres: «No exasperen a sus hijos, para que no se desanimen» (Col 3,21). Un joven no puede estar desanimado, lo suyo es soñar cosas grandes, buscar horizontes amplios, atreverse a más, querer comerse el mundo, ser capaz de aceptar propuestas desafiantes y desear aportar lo mejor de sí para construir algo mejor. Por eso insisto a los jóvenes que no se dejen robar la esperanza, y a cada uno le repito: «que nadie menosprecie tu juventud» (1 Tm 4,12).

16. Sin embargo, al mismo tiempo a los jóvenes se les recomienda: «Sean sumisos a los ancianos» (1 P 5,5). La Biblia siempre invita a un profundo respeto hacia los ancianos, porque albergan un tesoro de experiencia, han probado los éxitos y los fracasos, las alegrías y las grandes angustias de la vida, las ilusiones y los desencantos, y en el silencio de su corazón guardan tantas historias que nos pueden ayudar a no equivocarnos ni engañarnos por falsos espejismos. La palabra de un anciano sabio invita a respetar ciertos límites y a saber dominarse a tiempo: «Exhorta igualmente a los jóvenes para que sepan controlarse en todo» (Tt 2,6). 

No hace bien caer en un culto a la juventud, o en una actitud juvenil que desprecia a los demás por sus años, o porque son de otra época. Jesús decía que la persona sabia es capaz de sacar del arcón tanto lo nuevo como lo viejo (cf. Mt 13,52). Un joven sabio se abre al futuro, pero siempre es capaz de rescatar algo de la experiencia de los otros.

17. En el Evangelio de Marcos aparece una persona que, cuando Jesús le recuerda los mandamientos, dice: «Los he cumplido desde mi juventud» (10,20). Ya lo decía el Salmo: «Tú eres mi esperanza Señor, mi confianza está en ti desde joven […] me instruiste desde joven y anuncié hasta hoy tus maravillas» (71,5.17). 

No hay que arrepentirse de gastar la juventud siendo buenos, abriendo el corazón al Señor, viviendo de otra manera. Nada de eso nos quita la juventud, sino que la fortalece y la renueva: «Tu juventud se renueva como el águila» (Sal 103,5). Por eso san Agustín se lamentaba: «¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva! ¡Tarde te amé!»[2]. Pero aquel hombre rico, que había sido fiel a Dios en su juventud, dejó que los años le quitaran los sueños, y prefirió seguir apegado a sus bienes (cf. Mc 10,22).

18. En cambio, en el Evangelio de Mateo aparece un joven (cf. Mt 19,20.22) que se acerca a Jesús para pedir más (cf. v. 20), con ese espíritu abierto de los jóvenes, que busca nuevos horizontes y grandes desafíos. En realidad su espíritu no era tan joven, porque ya se había aferrado a las riquezas y a las comodidades. Él decía de la boca para afuera que quería algo más, pero cuando Jesús le pidió que fuera generoso y repartiera sus bienes, se dio cuenta de que era incapaz de desprenderse de lo que tenía. Finalmente, «al oír estas palabras el joven se retiró entristecido» (v. 22). Había renunciado a su juventud.

19. El Evangelio también nos habla de unas jóvenes prudentes, que estaban preparadas y atentas, mientras otras vivían distraídas y adormecidas (cf. Mt 25,1-13). Porque uno puede pasar su juventud distraído, volando por la superficie de la vida, adormecido, incapaz de cultivar relaciones profundas y de entrar en lo más hondo de la vida. De ese modo prepara un futuro pobre, sin substancia. O uno puede gastar su juventud para cultivar cosas bellas y grandes, y así prepara un futuro lleno de vida y de riqueza interior.

20. Si has perdido el vigor interior, los sueños, el entusiasmo, la esperanza y la generosidad, ante ti se presenta Jesús como se presentó ante el hijo muerto de la viuda, y con toda su potencia de Resucitado el Señor te exhorta: «Joven, a ti te digo, ¡levántate!» (Lc 7,14).

21. Sin duda hay muchos otros textos de la Palabra de Dios que pueden iluminarnos acerca de esta etapa de la vida. Recogeremos algunos de ellos en los próximos capítulos.


Notas a pie de página:

[1] La misma palabra griega que se traduce como “nuevo” se utiliza para expresar “joven”.


[2] Confesiones, X, 27: PL 32, 795.



TEMA 200. CRISTO VIVE. CALENDARIO CUROS 2019-2020


7 de octubre de 2019

ESCUELA DE E-FORMACIÓN DEL MOVIMIENTO “CHRISTIFIDELES LAICI”       

TEMA 200. CURSO 2019-2020 CRISTO VIVE (“CHRISTUS VIVIT”)

Queridos hermanos del Movimiento Christifideles Laici y amigos que leéis este blog.
Iniciamos, a Dios gracias, el undécimo curso de la escuela de e-formación.

Este curso, 2019-2020,  lleva como nombre “Cristo vive!” y como núcleo tratará la Exhortación apostólica “Christus Vivit” del Papa Francisco dirigida a los jóvenes y a todo el pueblo de Dios

 Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. Entonces, las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de los jóvenes cristianos son: ¡Él vive y te quiere vivo!

A todos los jóvenes cristianos les escribo con cariño esta Exhortación apostólica, es decir, una carta que recuerda algunas convicciones de nuestra fe y que al mismo tiempo alienta a crecer en la santidad y en el compromiso con la propia vocación. Pero puesto que es un hito dentro de un camino sinodal, me dirijo al mismo tiempo a todo el Pueblo de Dios, a sus pastores y a sus fieles, porque la reflexión sobre los jóvenes y para los jóvenes nos convoca y nos estimula a todos. Por consiguiente, en algunos párrafos hablaré directamente a los jóvenes y en otros ofreceré planteamientos más generales para el discernimiento eclesial.

CURSOS ANTERIORES

 En el primer curso, 2009-2010, titulado “la Buena Noticia” los temas trataban sobre la naturaleza de Dios Padre y su designio para la humanidad redimida por Cristo Jesús.

Los temas del segundo curso, 2010-2011, bajo el título “El Espíritu Santo y la Iglesia” trataban sobre el Espíritu Santo, las primeras comunidades cristianas, la transmisión de la fe,  los sacramentos y la misión.

El tercer curso, 2011-2012, llevaba por nombre “Tú eres Pedro” ya que los temas que se trataron son discursos y textos escritos por los Santos Padres de la Iglesia. Discursos de Benedicto XVI en la JMJ de Madrid 2011, la Carta apostólica DIES DOMINI de Juan Pablo II y la exhortación apostólica EVANGELI NUNTIANDI de Pablo VI.

El cuarto curso, 2012-2013, trataba sobre dos temas vitales para nuestro mundo de hoy sumido en una crisis de valores y económica:  LA FAMILIA y LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA. Se trataron los discursos de Benedicto XVI en el encuentro de las familias de Milán 2012 i los textos de la encíclica “Cáritas in veritati” publicada en junio de 2009.

El quinto curso, 2013-2014, trató sobre los jóvenes y la fe.  Recogiendo los textos de la Jornada Mundial de la Juventud de 2013 celebrada en Rio de Janeiro, y los textos de los Papas Benedicto XVI y del Papa Francisco que hacen referencia a la fe:  la Carta Apostólica “Porta Fidei” publicada en  octubre de 2011 i la Carta Encíclica “Lumen Fidei” publicada en junio de 2013.

El sexto curso, 2014-2015, trató el tema de la evangelización recogiendo los textos de los escritos por el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica “Evangelium Gaudium” publicada en 2014.

El séptimo curso, 2015-2016, llevaba como nombre “Alabado seas” y como núcleo se estudiaba la Carta Encíclica  “Laudato si” del Santo Padre Francisco, que trata de la relación del hombre con la creación, dispuesta por el Señor para que el hombre disponga de ella para su supervivencia y desarrollo ordenado.

El octavo curso, 2016-2017, trató el tema del amor en la familia titulándose “La alegría del amor” y tiene como núcleo la Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia” del Santo Padre Francisco.

El noveno curso, 2017-2018,  llevaba como nombre “El evangelio de la vida” y como núcleo trató la Carta Encíclica “Evangelium Vitae” del Santo Padre Juan Pablo II sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana

El décimo curso, 2018-2019, trató sobre la llamada a la santidad en el mundo actual 
titulándose “Alegraos y regozijaos” y tiene como núcleo la Exhortación apostólica “Gaudete et Exsultate” del Papa Francisco.

Todos los temas de los cursos anteriores están recogidos en el mismo blog en el que se irán incorporando los temas de este curso.


CALENDARIO DEL CURSO 2019-2020 “CHRISTUS VIVIT”

7/octubre/2019. Tema 200 Presentación
Christus vivit
Exhortación apostólica apostólica “Christus Vivit” del Papa Francisco dirigida a los jóvenes y a todo el pueblo de Dios


8/octubre/2019. Tema 201
Introducción (1-4)
CAPÍTULO PRIMERO. ¿QUÉ DICE LA PALABRA DE DIOS SOBRE LOS JOVENES?
En el antiguo testamento (5-11)
En el nuevo testamento (12-21)

22/octubre/2019. Tema 202
CAPÍTULO SEGUNDO. JESÚS SIEMPRE JOVEN (1)
Introducción (22)

La juventud de Jesús (23-29)

Su juventud nos ilumina (30-33)


5/noviembre/2019. Tema 203
CAPÍTULO SEGUNDO. JESÚS SIEMPRE JOVEN (2)
Introducción (34)

La juventud de la Iglesia (35-42)

María la muchacha de Natzaret (43-48)

19/noviembre/2019. Tema 204
CAPÍTULO SEGUNDO. JESÚS SIEMPRE JOVEN (3)
Jóvenes Santos (49-63)

3/diciembre/2019. Tema 205

CAPÍTULO TERCERO. USTEDES SON EL AHORA DE DIOS (1)
Introducción (64)

En positivo (65-67)

Muchas juventudes (68-70)

Algunas coses que les pasan a los jovenes (71)

Jovenes en un mundo en crisis (72-80)



17/diciembre/2019. Tema 206

CAPÍTULO TERCERO. USTEDES SON EL AHORA DE DIOS (2)
Algunas coses que les pasan a los jovenes
Deseos, heridas y búsquedas (81-85)

El ambiente digital (86-90)

Los migrantes como paradigma de nuestro tiempo (91-94)

Poner fin a todos los abusos (95-102)



7/enero/2020. Tema 207
CAPÍTULO TERCERO. USTEDES SON EL AHORA DE DIOS (3)
Hay salida (103-110)
CAPÍTULO CUARTO. EL GRAN ANUNCIO PARA TODOS LOS JOVENES USTEDES SON EL AHORA DE DIOS (1)
Introducción (111)

Un Dios que es amor (112-117)


21/enero/2020. Tema 208
CAPÍTULO CUARTO. EL GRAN ANUNCIO PARA TODOS LOS JOVENES USTEDES SON EL AHORA DE DIOS (2)
Cristo salva (118-123)

El vive (124-129)

El Espíritu da vida (130-133)



4/febrer/2020. Tema 209
CAPÍTULO QUINTO. CAMINOS DE JUVENTUD (1)
Introducción (134-135)

Tiempo de sueños y elecciones (136-143)

Las ganes de vivir y experimentar (144-149)


18/febrero/2020. Tema 210
CAPÍTULO QUINTO. CAMINOS DE JUVENTUD (2)
En amistad con Cristo Introducción (150-157)

El crecimiento y la maduración (158-162)

Sendas de fraternidad (163-167)



3/marzo/2020. Tema 211
CAPÍTULO QUINTO. CAMINOS DE JUVENTUD (3)

Jóvenes comprometidos (168-174)
Misioneros valientes (175-178)


17/marzo/2020. Tema 212
CAPÍTULO SEXTO. JOVENES CON RAICES
Introducción (179)

Que no te arranquen de la tierra (180-186)

Tu relación con los ancianos (187-191)

Sueños y visiones (192-197)

Arriesgar juntos (198-201)


31/marzo/2020. Tema 213
CAPÍTULO SÉPTIMO.  LA PASTORAL DE LOS JOVENES (1)

Introducción
(202)

Una pastoral sinodal (203-208)

Grandes lineas de acción (209-215)


14/abril/2020. Tema 214

CAPÍTULO SÉPTIMO.  LA PASTORAL DE LOS JOVENES (2)

Ambientes adecuados  (216-223)

Distintos ámbitos para desarrollos pastorales  (224-229)


28/abril/2020. Tema 215
CAPÍTULO SÉPTIMO.  LA PASTORAL DE LOS JOVENES (3)

Una pastoral popular juvenil (230-238)

Siempre misioneros (239-241)

El acompañamiento de adultos (242-247)




12/mayo/2020. Tema 216
CAPÍTULO OCTAVO. LA VOCACIÓN (1)

Introducción (248-249)

Su llamado a la amistad con Él (250-252)

Tu ser para los demás (253-258)

El amor y la família (259-267)



26/mayo/2020.Tema 217

CAPÍTULO OCTAVO. LA VOCACIÓN (2)

El trabajo (268-273)

Vocaciones a una consagración especial (274-277)



9/junio/2020.Tema 218

CAPÍTULO NOVENO. EL DISCERNIMIENTO

Introducción (278-282)

Cómo discernir tu vocación (283-286)

El llanado del amigo (287-290)

Escucha y acompañamiento  (291-298)

Y al final... un deseo (299)