PRIMERA
PARTE (3)
MARIA EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN
MARÍA
EN EL MISTERIO DE LA IGLESIA. CONSECUENCIAS
1. María
es reina de los corazones (37-38)
2.
María es necesaria a los hombres
para la salvación (39-42)
para una perfección particular (43-48)
CAPÍTULO
II
MARÍA
EN EL MISTERIO DE LA IGLESIA
2.
CONSECUENCIAS
1. María es reina de los corazones
37 De lo que acabo de decir se
sigue evidentemente: En primer lugar, que María ha recibido de Dios un gran
dominio sobre las almas de los elegidos. Efectivamente, no podría fijar en
ellos su morada, como el Padre le ha ordenado, ni formarlos, alimentarlos, darlos
a luz para la eternidad –como madre suya–, poseerlos como propiedad personal,
formarlos en Jesucristo y a Jesucristo en ellos, echar en sus corazones las
raíces de sus virtudes y ser la compañera indisoluble del Espíritu Santo para
todas las obras de la gracia... No puede, repito, realizar todo esto si no
tiene derecho ni dominio sobre las almas por gracia singular del Altísimo, que,
habiéndole dado poder sobre su Hijo único y natural, se lo ha comunicado
también sobre sus hijos adoptivos no sólo en cuanto al cuerpo -lo cual sería
poca cosa-, sino también en cuanto al alma.
38 María es la Reina del cielo y
de la tierra por gracia, como Cristo es Rey por naturaleza y por conquista.
Ahora bien, así como el reino de Jesucristo consiste principalmente en el
corazón o interior de los hombres, según estas palabras: Dentro de ustedes está
el reinado de Dios (Lc 17,21), del mismo modo el reino de la Virgen María está
principalmente en el interior del hombre, es decir, en su alma. Ella es
glorificada, sobre todo, en las almas, juntamente con su Hijo, más que en todas
las creaturas visibles, de modo que podemos llamarla, con los santos, Reina de
los corazones (31) .
2.
María es necesaria a los hombres
1o para la salvación
39 Segunda conclusión. Dado que la
Santísima Virgen fue necesaria a Dios con necesidad llamada hipotética, es
decir, proveniente de la voluntad divina, debemos concluir que es mucho más
necesaria a los hombres para alcanzar la salvación. La devoción a la Santísima
Virgen no debe, pues, confundirse con las devociones a los demás santos, como
si no fuese más necesaria que ellas y sólo de supererogación.
40 El docto y piadoso Suárez,
jesuita; el sabio y devoto Justo Lipsio, doctor de Lovaina, y muchos otros han
demostrado con pruebas irrefutables, tomadas de los Padres
-como San Agustín, San Efrén, diácono de Edesa; San Cirilo de Jerusalén, San
Germán de Constantinopla, San Juan Damasceno, San Anselmo, San Bernardo, San Bernardino,
Santo Tomás y San Buenaventura-, que la devoción a la Santísima Virgen es
necesaria para la salvación, y que así como es señal infalible de reprobación
-según lo han reconocido el mismo Ecolampadio y otros herejes- el no tener
estima y amor a la Santísima Virgen, del mismo modo es signo infalible de
predestinación el consagrarse a Ella y ser devoto suyo en verdad y plenitud
total (32) .
41 Las figuras y palabras del
Antiguo (33) y del Nuevo Testamento lo
demuestran. El sentir y ejemplo de los santos lo confirma. La razón y la
experiencia lo enseñan y demuestran. El demonio y sus secuaces, impelidos por
la fuerza de la verdad, se han visto obligados a confesarlo muchas veces a
pesar suyo.
De
todos los pasajes de los Santos Padres y doctores -de los cuales he elaborado
una extensa colección (34) para probar esta
verdad-, presento solamente uno para no ser prolijo: “Ser devoto tuyo, ¡oh
María! -dice San Juan Damasceno-, es un arma de salvación que Dios ofrece a los
que quiere salvar” (35) . Ver VD 182.
42 Podría referir aquí varias
historias que comprueban esto. Entre otras: 1°, la que se cuenta en las
crónicas de San Francisco36 : cuando vio en éxtasis una larga escalera que
llegaba hasta el cielo y en cuya cima estaba la Santísima Virgen. Se le indicó
que para llegar al cielo era necesario subir por dicha escalera; 2°, la que se
refiere en las crónicas de Santo Domingo (Ver SAR 101-104): cerca de Carcasona,
donde el Santo predicaba el Rosario, quince mil demonios que se habían
apoderado de un desgraciado hereje se vieron forzados a confesar, con gran
confusión suya, por mandato de la Santísima Virgen, muchas, grandes y
consoladoras verdades referentes a la devoción a María, con tal fuerza y
claridad, que por poco devoto que seas de la Santísima Virgen, no podrás leer
esta auténtica historia y el panegírico que el demonio, a pesar suyo, hizo de
esta devoción, sin derramar lágrimas de alegría.
2o
para una perfección particular
43 Si honrar a la Santísima Virgen
es necesario a todos los hombres para alcanzar su salvación, lo es mucho más a
los que son llamados a una perfección excepcional. Creo personalmente que nadie
puede llegar a una íntima unión con Nuestro Señor y a una fidelidad perfecta al
Espíritu Santo sin una unión muy estrecha con la Santísima Virgen y una
verdadera dependencia de su socorro (37) .
44 Sólo María halló gracia delante
de Dios (Lc 1,30) sin auxilio de ninguna creatura. Sólo por Ella han hallado
gracia ante Dios cuantos después de Ella la han hallado, y sólo por Ella la encontrarán
cuantos la hallarán en el futuro.
Ya
estaba llena de gracia cuando la saludó el arcángel Gabriel. Quedó
sobreabundantemente llena de gracia cuando el Espíritu Santo la cubrió con su
sombra inefable. Y siguió creciendo de día en día y de momento en momento en
esta doble plenitud, de tal manera que llegó a un grado inmenso e
incomprensible de gracia.
Por
ello, el Altísimo la ha constituido tesorera única de sus riquezas y
dispensadora exclusiva de sus gracias para que embellezca, levante y enriquezca
a quien Ella quiera; haga transitar por la estrecha senda del cielo a quien
Ella quiera; introduzca, a pesar de todos los obstáculos, por la angosta senda
de la vida a quien Ella quiera, y dé el trono, el cetro y la corona regia a
quien Ella quiera. Jesús es siempre y en todas partes el fruto e Hijo de María;
y María es en todas partes el verdadero árbol que lleva el fruto de vida y la
verdadera Madre que lo produce38 .
45 Sólo a María ha entregado Dios
las llaves que dan entrada a las bodegas del amor divino (39) .
Sólo
María permite la entrada en el paraíso terrestre a los pobres hijos de la Eva
infiel para pasearse allí agradablemente con Dios (ver Gén 3,8), esconderse de
sus enemigos con seguridad, alimentarse deliciosamente -sin temer ya a la muerte-
del fruto de los árboles de la vida y de la ciencia del bien y del mal y beber
a boca llena las aguas celestiales de la hermosa fuente que allí mana en
abundancia. Mejor dicho, siendo Ella misma este paraíso terrestre o tierra
virgen y bendita de la que fueron arrojados Adán y Eva pecadores, permite
entrar solamente a aquellos a quienes le place para hacerlos llegar a la
santidad (40) .
46 De siglo en siglo, pero de modo
especial hacia el fin del mundo, todos los grandes del pueblo buscan tu favor
(Sal 45(44),14). San Bernardo comenta así estas palabras del Espíritu Santo:
los mayores santos, las personas más ricas en gracia y virtud, son los más
asiduos en implorar a la Santísima Virgen y contemplarla siempre como el modelo
perfecto que imitar y la ayuda eficaz que les debe socorrer (41) .
47 He dicho que esto acontecerá
especialmente hacia el fin del mundo -y muy pronto- porque el Altísimo y su
santísima Madre han de formar grandes santos que superarán en santidad a la
mayoría de los otros santos cuanto los cedros del Líbano exceden a los
arbustos. Así fue revelado a un alma santa cuya vida escribió M. de Renty.
48 Estos grandes santos, llenos de
gracia y celo apostólico, serán escogidos por Dios para oponerse a sus
enemigos, que bramarán por todas partes. Tendrán una excepcional devoción a la
Santísima Virgen, quien les esclarecerá con su luz, les alimentará con su
leche, les guiará con su espíritu, les sostendrá con su brazo y les protegerá,
de suerte que combatirán con una mano y construirán con la otra (ver Neh 4,17).
Con una mano combatirán, derribarán, aplastarán a los herejes con sus herejías,
a los cismáticos con sus cismas, a los idólatras con sus idolatrías y a los
pecadores con sus impiedades. Con la otra edificarán el templo del verdadero
Salomón y la mística ciudad de Dios, es decir, la Santísima Virgen, llamada
precisamente por los Padres templo de Salomón y ciudad de Dios.
Con sus
palabras y ejemplos atraerán a todos a la verdadera devoción a María. Esto les
granjeará muchos enemigos, pero también muchas victorias y gloria para Dios
sólo. Así lo reveló Dios a San Vicente Ferrer, gran apóstol de su siglo, como
lo consignó claramente en uno de sus escritos.
Es lo
que parece haber predicho el Espíritu Santo con las palabras del salmista:
....para
que se sepa que Dios gobierna a Jacob y hasta
el confín de la tierra.
Vuelven
por la tarde, ladran como perros, merodean
por la ciudad. (Sal 59 [58],14-16)
Esta
ciudad a la que acudirán los hombres al fin del mundo para convertirse y saciar
su hambre de justicia es la Santísima Virgen, a quien el Espíritu Santo llama
morada y ciudad de Dios (Sal 87 (86),3).
Notas a pie de página:
31 Una oración indulgenciada por la Sda. Penitenciaría Apostólica,
el 29 de junio de 1924 dice: “Toma, pues, y recibe todo mi ser, oh María, Reina
de los Corazones”.
32 Ver LG 68 y MC 56
33 Ver LG 55.
34 Ver VD 40.
35 Ver VD 182.
37 «La relación filial con María es el camino privilegiado para la
fidelidad a la vocación recibida y una ayuda eficacísima para avanzar en ella y
vivirla en plenitud» Vita Consecrata, 28
38 Ver SM 70.
39 Ver SM 70.; ver SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, estr.
25.
40 Ver VD 261.
41 SAN BERNARDO (Inter opuscula), Serm. 4 in antif., Salve Regina:
PL 184,1073. 383