lunes, 17 de febrero de 2025

Tema 309 PLAN INTEGRAL DE FORMACIÓN PRIMER CURSO. Tesis 19. CREACIÓN Y PROVIDENCIA DE DIOS (2)

 

TEMA 309. TESIS 19

CREACIÓN Y PROVIDENCIA DE DIOS (2)

 

1El único Dios, vivo y verdadero, creó de la nada, por su omnipotente virtud y libérrima decisión, para manifestar su gloria, que brilla especialmente en el Hijo encarnado, todo el mundo,

2lo invisible, esto es, los ángeles y lo visible.

3Todo lo gobierna con su providencia, que trasciende las causas segundas sin sustituirlas, y aunque permite el mal es capaz de obtener bienes por caminos que con frecuencia no alcanzamos a comprender.

 

1.  la Creación a partir de la nada

1.1 El dogma de la creación

1.2 El universo hecho por Dios a partir de la nada

1.3 Dios causa ejemplar del universo

1.4 El universo y la manifestación de la gloria de Dios

2.  Creación invisible y Creación visible

2.1 La existencia de ángeles como dogma de fe

2.2 Naturaleza y operaciones de los ángeles

2.3 Origen y actuación de ángeles y demonios

2.4 El mundo material y sus características principales

3.  Providencia Divina y permisión del mal

3.1 Conservación, providencia y predestinación

3.2 El mundo material bajo el gobierno divino

3.3 La permisión del mal

 


CEC 279-354; Compendio 51-65

 

ConCilio iV DE lETrán, Constitución Firmiter (30.11.1215) DS 800

ConCilio VaTiCano i, Constitución Dei Filius (6.VII.1870) cap. 1 DS 3001- 3003; 3021-3025.

 

S.Th. I, qq.44-74 [44,45,50,65]


 

3.  PROVIDENCIA DIVINA Y PERMISIÓN DEL MAL

 

3.1  Conservación, providencia y predestinación

La acción creadora que dio lugar al mundo se continúa de manera indefinida en la conservación. Estas dos acciones, evidentemente, desde el punto de vista de Dios son una sola y única acción, pero para que nosotros la entendamos, debemos dividirla en esos dos aspectos. Como indica santo Tomás, no es oportuno decir que cuando aparece una nueva criatura hay creación, ya que la creación supone esa relación de la criatura con el creador (que siempre se da), pero con el carácter de novedad y de comienzo (que no se da cuando una criatura surge a partir de otra).

 

La providencia divina es la razón del orden de las cosas a sus fines, que preexiste en la mente divina; supone la sabiduría y prudencia de Dios, así como la ley eterna y la ley natural (estas distinciones se dan en nuestra razón, pues en Dios se identifican). La providencia preexiste eternamente en la mente de Dios, mientras que el gobierno divino se realiza en el tiempo.

 

Para hablar de la providencia divina es necesario recordar que Dios conoce las acciones libres de los hombres, sin que por eso elimine su lbertad. Nos encontramos ante un misterio en el sentido estricto del término. Se han dado diversas explicaciones teológicas a lo largo de la historia y fueron muy famosas en este sentido las controversias sobre la libertad y la gracia.

 

Los tomistas acentuaban la trascendencia de la acción divina sobre las criaturas, de modo que Dios mueve a las criaturas en todas sus acciones sin eliminar su libertad, y por lo tanto Dios conoce las acciones futuras de las criaturas en dicha moción, que siempre es correspondiente a la naturaleza de lo movido. Los molinistas, en cambio, afirmaban que la explicación anterior elimina de hecho la libertad del hombre y proponen una ciencia media de Dios, por la que conoce lo que haría un libre albedrío en toda circunstancia posible, y decide una circunstancia en concreto, con lo cual ya sabe lo que hará tal libertad. El problema es que la libertad parece determinada por las circunstancias y la ciencia de Dios se presenta como dependiente de la criatura. La cuestión de fondo era la definición de libertad.

 

Los tomistas, acentuando la trascendencia divina (Dios trasciende el ser creado con sus diferencias de libre y necesario) afirman que Dios puede mover sin violentar la libertad; los molinistas piensan que si Dios interviene en la criatura esta pierde su libertad. No podemos olvidar que nos encontramos ante un misterio en sentido estricto, pues somos incapaces de entender la actuación infinita de Dios sobre las criaturas.

 

La predestinación es la presciencia y preparación de los beneficios de Dios con los que ciertísimamente se salvan todos los que se salvan (S. Agustín) o el plan de transmisión de la criatura racional al fin de la vida eterna, que preexiste en la mente divina. Dios quiere que todos los hombres se salven, y así, los que se salvan lo hacen por la gracia de Dios, y los que se condenan por culpa propia, sin que haya predestinación al mal de la culpa.

 

Se han dado diversos intentos de explicar la predestinación en el marco de las discusiones sobre la eficacia de la gracia y la libertad humana. Algunos han explicado la gratuidad de la predestinación situándola antes de la previsión de los méritos (tomistas, congruistas) y otros (molinistas puros) han preferido hablar de predestinación post praevisa merita. La contemplación de la suprema trascendencia de Dios hace absurdos argumentos del tipo: Si yo estoy predestinado, haga lo que haga me salvaré; o si está de Dios que apruebe el examen, estudie o no estudie lo aprobaré.

 

Son razonamientos falaces que confunden la intención de Dios, en un plano trascendente con la ejecución libre por parte de la criatura, en el plano creado. El que no podamos comprender el misterio no equivale a hacer afirmaciones absurdas. La predestinación de Dios contempla toda la vida del hombre, acciones libres incluidas, no es una decisión como puede ser una decisión humana temporal y limitada.

 

Esto debe llevar a hablar con mucho cuidado y discreción del tema de la predestinación (cf. CEC 600), cuestión de la que trataron algunos sínodos del periodo carolingio (DS 621-634). En cualquier caso siempre permanece el misterio de porqué Dios permite el mal, pues lo que más nos llama la atención es que algunas criaturas puedan quedar privadas de su bienaventuranza para siempre.

3.2  El mundo material bajo el gobierno divino

La providencia está en Dios mismo, y de manera inmediata, pero en su realización o gobierno del mundo Dios emplea causas intermedias, las causas segundas, de manera que Dios es fuente de la bondad y hace así que unas cosas gobiernen a otras.

 

Los milagros son actuaciones de Dios sobre la naturaleza, en las cuales no se respeta el orden de las causas segundas. Esto lo puede realizar Dios conforme a un designio suyo. La actuación de los ángeles en sentido propio no es un milagro, pues en sus posibilidades entra el intervenir en la naturaleza.

 

La oposición a la posibilidad misma de los milagros aparece cuando se entienden las leyes de la naturaleza como un conjunto absoluto y auto-consistente que no admite la más mínima excepción, ya que una excepción sería algo en mismo contradictorio. Evidentemente este planteamiento responde a la visión de la naturaleza típica de la Ilustración y del mecanicismo determinista criticada hoy incluso por los mismos científicos.

3.3              La permisión del mal

La presencia del mal en el mundo suscita interrogantes al hablar de Dios. El mal se ha de considerar como una privación de bien. El mal no es algo subsistente, sino que afecta a un sujeto ya constituido. El sujeto en cuanto tal es  bueno, pero la privación de algo le hace malo, al menos, en ese aspecto. Se da una cierta gradación en el mal. El mal absoluto es el que priva a una persona y definitivamente de su bienaventuranza eterna, que es su bien definitivo; por ello el peor mal es la condenación eterna o eterno alejamiento de Dios. La privación de otros bienes, por muy dolorosa que pueda resultar, en la fase terrestre de nuestra existencia, siempre es un mal relativo, que de por sí, no impide alcanzar, en su momento el bien final.

 

Por eso es especialmente llamativo el mal moral, o culpa que se origina por la libre elección del hombre y del ángel. Dios nunca es causa del mal, aunque en su providencia no siempre impida que las criaturas lo cometan por su libre defectibilidad.

 

No han faltado intentos racionalistas que justificaban el mal como algo necesario para la belleza del universo, como en el caso de Plotino, o los que

como Leibniz consideraban que este mundo era el mejor de los posibles. En el pensamiento contemporáneo se ha empleado el argumento del mal contra la existencia de Dios, o se ha imaginado un Dios impotente frente al mal, o incluso mezclado con el mal, algo muy característico de los sistemas idealistas.

 

Nuestro entendimiento limitado no puede armonizar perfectamente la suprema bondad de Dios, su omnipotencia y omnisciencia, la libertad del hombre, el pecado como negación libre del bien, pero tiene que afirmar todos estos datos que nos ofrece la fe. La respuesta cristiana debe acentuar el misterio y trascendencia de Dios, la responsabilidad de la criatura en el tema del mal, y la presencia de Dios junto al que sufre. Más que una respuesta concreta especulativa nos encontramos con toda la religión cristiana como respuesta al mal. Dios es capaz de obtener bienes de los males que permite, pero en estas cuestiones nunca  podemos entender del todo las razones de la permisión del mal.