lunes, 17 de marzo de 2025

Tema 311 PLAN INTEGRAL DE FORMACIÓN PRIMER CURSO. TESIS 11 LA IGLESIA EN LA EDAD MEDIA (2)

 

TEMA 311. TESIS 11

LA IGLESIA EN LA EDAD MEDIA (2)

 

 

1La evangelización de los distintos reinos bárbaros supuso una nueva situación para la Iglesia, amenazada después por el Islam,

 

 2mientras que la cristiandad medieval conocerá la ruptura entre Oriente y Occidente, el Imperio de Carlomagno, su disgregación, y la lucha de las investiduras ante la feudalización de la Iglesia; 3superado lo anterior hubo importantes acontecimientos en la vida de la Iglesia, gracias a nuevas formas de vida religiosa y a las universidades.

 

1.  la iglesia ante los Pueblos bárbaros y el islam

1.1 Irrupción y conversión de los pueblos bárbaros

1.2 El reino de los francos y el de los visigodos

1.3 La amenaza del Islam

2.  la formación De la Cristiandad medieval

2.1 La ruptura entre oriente y occidente

2.2 El imperio carolingio y el inicio de los estados pontificios

2.3 La lucha de las investiduras

3.  el apogeo De la Cristiandad medieval

3.1 Grandes acontecimientos de la Iglesia

3.2 Cluny y las nuevas formas de vida religiosa

3.3 Las universidades y la ciencia cristiana

 


r. García  Villoslada, Historia de la Iglesia Católica. II. Edad Media, Madrid (BAC) 20035.


 

3.EL APOGEO DE LA CRISTIANDAD MEDIEVAL

 

3.1               Grandes acontecimientos de la Iglesia

A pesar de que a lo largo del siglo XII se mantuvieron las tensiones entre el papa y el emperador, la reforma de costumbres, las órdenes religiosas y los estudios eclesiásticos crecieron, hasta su apogeo en el siglo XIII.

 

Una de las principales figuras fue Inocencio III (1198-1216), que cuidó la independencia de los territorios de la Santa Sede como garantía de la libertad de la Iglesia. Intervino en multitud de problemas en diversos países y una de sus mayores realizaciones fue el Concilio IV de Letrán (1215). Se condenó la herejía de los albigenses, que era una cierta forma de maniqueísmo y gnosticismo con rasgos anti-sacramentales muy marcados y legisló diversos aspectos de la vida cristiana para acabar con los abusos.

 

El otro gran concilio de la Edad Media fue el II de Lyon (1274) bajo Gregorio

X. Sus objetivos fueron alentar la cruzada para recuperar Tierra Santa, procurar la unión con los orientales y reformar determinados aspectos disciplinares en la Iglesia. En parte se consiguió la unión, pero como dependía de muchos factores políticos duró muy poco, y al morir el emperador bizantino que la alentaba volvió la división.

 

Las cruzadas son otro de los grandes acontecimientos de la Edad Media. Su origen está en los impedimentos que pusieron los musulmanes desde finales del

s.X y principios del XI a las peregrinaciones cristianas y sus ataques a los cristianos de Tierra Santa. El objetivo era recuperar el santo Sepulcro. Hubo ocho cruzadas, desde finales del siglo XI a finales del XIII y sólo en parte se conquistaron los Santos Lugares.

 

En la cuarta cruzada por diversas razones los cruzados se dirigieron contra Constantinopla (1204), dando lugar a un imperio latino en Oriente y unos patriarcados oriente y occidente. Aunque no consiguieron sus objetivos al menos impideron un avance mayor del islam, crearon una conciencia común en la Cristiandad, aumentó el deseo de llevar la fe a otros lugares, y contribuyeron a aumentar los contactos con pueblos extra-europeos.

 

3.2                       Cluny y las nuevas formas de vida religiosa

La dependencia de muchos monasterios respecto al rey y los nobles, y los encargos políticos de los grandes abades solían producir una relajación de cos- tumbres. Ya en el siglo IX Ludovico Pío encomendó a san Benito de Aniano la reforma de los benedictinos en el imperio carolingio, pero decayó con la deca- dencia del imperio.

 

A principios del siglo X el duque Guillermo de Aquitania  fundó Cluny y lo sometió a la protección directa de la santa Sede, a la que pagaba un tributo anual. Este sistema permitía librarse de las injerencias de los nobles, de modo análogo a la exención respecto a la jurisdicción del obispo, que se generalizó en el siglo XI. Ante el fervor de Cluny se le fueron uniendo otros monasterios, hasta más de dos mil, que constituyeron la Congregación de Cluny; muchos reformadores de la Iglesia procedían de este grupo. A finales del siglo XII se notaban dificultades por la riqueza de los monasterios y de nuevo las implicaciones políticas de los abades.

 

La decadencia de Cluny favoreció el surgimiento de nuevas órdenes, como el Cister o la Cartuja, que cuidaron más la pobreza, la penitencia, el trabajo manual y la sencillez en la liturgia. Otros grupos, como los canónigos regulares y los premostratenses se apoyaron en la regla de san Agustín, y combinaban la vida propiamente monástica con algunas actividades pastorales.

 

Un fenómeno muy peculiar de esta época fueron las órdenes militares, cuyo origen está en las cruzadas y que aglutinan el espíritu monacal y el guerrero. Sus miembros eran laicos que se obligaban, mediante votos, a defender la religión y proteger a los peregrinos en Tierra Santa.

 

Una vez perdida ésta centraron su acti vidad en Europa, o en las fronteras donde había que combatir contra los infieles, como en España. Su gobierno dependía de un gran maestre y su organización estaba diversificada, incluyendo sacerdotes, caballeros y hermanos. Destacaron las órdenes de San Juan, del Temple y los caballeros teutónicos; en España las de Calatrava, Alcántara, Santiago y Montesa.

 

En el siglo XIII la gran novedad en la vida religiosa son las órdenes mendican tes, que abrazaban ministerios muy diversos y se dirigían a todos los países. Esto hacía necesaria una mayor cultura para sus miembros, que solían ser sacerdotes en proporción mayor que en los monasterios, y sus conventos se encontraban en las ciudades; adoptaban una liturgia simplificada para poder atender otros ministerios. La pobreza no se practicaba sólo individualmente, sino que afectaba a la comunidad en cuanto tal, ya que debía vivir de las limosnas mendigadas (de ahí el nombre de mendicantes) y del trabajo de sus miembros.

 

Con frecuencia había grupos de laicos vinculados con la espiritualidad de estos religiosos (órdenes terceras). Su vida austera y pobre demostró que las exigencias de algunos herejes sobre la pobreza se podía vivir dentro de la Iglesia. Contribuyeron a alentar la vida y cultura cristianas de la época. Destacaron los Franciscanos, Dominicos, Carmelitas y Trinitarios.

 

3.3               Las universidades y la ciencia cristiana

La reforma gregoriana tuvo repercusiones en el fomento general de los estudios. La nueva situación de abadías y catedrales hizo que se tomara más en serio el cultivo de las ciencias sagradas explicadas en escuelas vinculadas a dichas abadías y catedrales. Se habla en un primer momento de teología monástica centrada en el comentario de la Escritura y las obras de los Padres; entre sus cultivadores estuvo san Anselmo y los diversos maestros de la escuela de san Victor.

 

Ya en el siglo XII hay un creciente interés por el uso de la lógica y el recurso a otros  saberes en la explicación de la fe (escuela de Chartres), lo cual no estuvo exento de problemas doctrinales, como sucedió con Pedro Abelardo. Al final del siglo XII se produjo la gran síntesis teológica de Pedro Lombardo, los cuatro libros de las Sentencias, que recopilaban en orden los textos principales de la Escritura y los Padres (especialmente san Agustín).

 

Las universidades surgen en torno a escuelas anteriores que se desarrollan más, y la presencia de las órdenes mendicantes, en especial dominicos, fue un importante factor de dinamización. La universidad fundamental fue la de París centrada en la Teología, cuyos grados servían para enseñar en otras; no obstante hubo bastantes más.

 

Poco a poco se fue organizando el estudio de Artes, que consistía en una propedéutica filosófica a la teología (basada en el Trivium y Quadrivium) y adquirió consistencia creciente frente a la teología. La entrada de los textos de Aristóteles causó algunos problemas, si bien autores como santo Tomás de Aquino asumieron lo mejor de dicho pensamiento para presentar una síntesis de permanente validez. Otros grandes doctores fueron Alejandro de Hales, San Buenaventura o san Alberto Magno