sábado, 4 de junio de 2011

TEMA 36. FIELES LAICOS. LA NUEVA EVANGELIZACIÓN (II)

EXPOSICIÓN: (extracto de la exhortación apostólica de SSJuan Pablo II: Christifideles laici)

IR A TRABAJAR A MI VIÑA. ÁMBITOS DE ACTUACIÓN

Los fieles laicos están llamados a vivir activamente su pertenencia a la Iglesia particular, asumiendo al mismo tiempo una amplitud de miras cada vez más "católica". Participando de la vida parroquial, pero también abiertos a participar en el ámbito interparroquial e interdiocesano, nacional o internacional.




LA PARROQUIA

La comunión eclesial encuentra su expresión más visible e inmediata en la parroquia, Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas. Es una comunidad eucarística en la que debe prevalecer el espíritu de familia de Dios, acogedora y con una fraternidad animada por el Espíritu de unidad. Con una inmensa tarea, indispensable y de gran actualidad: iniciar y congregar al pueblo cristiano en la normal expresión de la vida litúrgica, conservar y avivar la fe de la gente de hoy, darles la doctrina salvadora de Cristo y practicar en el sentimiento y las obras la caridad sencilla de las obras buenas y fraternas.

En este ámbito, los fieles laicos han de habituarse a trabajar en la parroquia en unión íntima con sus sacerdotes, ayudándoles en el ministerio de la palabra, en las oraciones litúrgicas, administrando el bautismo y dando la sagrada comunión. También participando activamente en la catequesis de niños, de jóvenes y adultos y de preparación para recibir los sacramentos.

Dinamizando los grupos de jóvenes y de matrimonios, colaborando con la Cáritas parroquial y con los diferentes voluntariados (visitar enfermos, visitar personas mayores, cursos para inmigrantes y otras iniciativas fraternas), en la búsqueda del hombre de hoy que se encuentra perdido y desorientado, y que en su corazón desea poder experimentar unas relaciones más fraternas y humanas.

COMPROMISO PERSONAL EN LA MISIÓN

De una manera personal, el fiel laico debe tener conciencia de ser un miembro de la Iglesia con una misión singular que sólo él puede realizar. Todos los fieles están llamados a dar testimonio de su fe haciendo su apostolado. De esta forma la irradiación del evangelio se hace extremadamente "capilar" y puede llegar a todos los ambientes ligados a la vida cotidiana de los laicos.

Los fieles laicos con esta irradiación "constante" y la coherencia de vida pueden llegar al corazón de sus vecinos, sus amigos o compañeros de trabajo, abriéndolo al sentido pleno de la existencia humana: la comunión con Dios y entre los hombres.




LOS MOVIMIENTOS DE LA IGLESIA

Esta actuación personal, encuentra una manifestación específica en el actuar asociado de los fieles laicos, que participan en una acción solidaria con otros fieles en la vida y la misión de la Iglesia.

En estos últimos tiempos el fenómeno asociativo laical se ha caracterizado por una particular variedad y vivacidad y ha visto nacer asociaciones, grupos, comunidades y movimientos. Con carismas diferentes, convergen en la misma finalidad: participar responsablemente en la misión que tiene la Iglesia de llevar a todos el evangelio de Cristo como fuente de esperanza para el hombre y de renovación para la sociedad.

En un mundo secularizado, los movimientos pueden representar, para muchos, una valiosa ayuda para llevar una vida cristiana coherente con las exigencias del evangelio y para comprometerse en una acción misionera y apostólica. Los estatutos y el espíritu de las asociaciones laicales de la Iglesia deben regirse por los criterios de eclesialidad: La vocación de cada miembro a la santidad, favoreciendo y alentando entre sus miembros una unidad más íntima entre la vida práctica y la fe, la responsabilidad de confesar la fe católica, el testimonio de una comunión firme y convencida en filial relación con el Papa y el obispo, la participación en la misión apostólica de la Iglesia, y el compromiso de tener presencia en la sociedad humana porque ésta se disponga al servicio de la dignidad integral del hombre.

Llamados a dar siempre más fruto, los cristianos de manera individual o asociada están llamados a madurar continuamente, a través de la vida de sacramentos, insertados en la vid que es Cristo, y a través de la formación integral permanente.

La formación cristiana es un continuo proceso personal de maduración de la fe y de la configuración con Cristo, según la voluntad del Padre, con la guía del Espíritu Santo. La formación de los fieles laicos tiene como objetivo fundamental descubrir la propia vocación de obreros de la viña, también debe ayudar a vivir la unidad entre fe cristiana y vida diaria. Una buena formación doctrinal permitirá dar mejor la razón de nuestra esperanza y permitirá el crecimiento en valores humanos.



LA FAMILIA

La expresión primera y originaria de la dimensión social de la persona es el matrimonio y la familia. La familia es la célula fundamental de la sociedad, cuna de la vida y del amor en que el hombre nace y crece. La familia es la Iglesia doméstica, lugar privilegiado donde los esposos comparten la fe y la transmiten a los hijos, unidos en el amor y en la oración.

En los tiempos actuales, proteger la familia se ha convertido en el primer campo para el compromiso social de los fieles laicos, para asegurar a la familia su papel de "lugar primario de humanización" de la persona y la sociedad.

EL ÁMBITO SOCIAL

Para animar cristianamente el orden temporal los fieles laicos que aman y sirven a la persona buscan la justicia en el orden social. No se desentienden de la política y buscan la promoción de la persona y el bien común. La acción social y política del fiel laico le lleva a trabajar por la libertad, la justicia, la paz y la solidaridad con una dedicación leal y desinteresada para el bien de todos, con un estilo de vida sencillo y un amor preferencial por los pobres y los últimos.

LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

Países enteros en los que en un tiempo la religión cristiana fue su signo de identidad están hoy sometidos a la dura prueba del indiferentismo, el secularismo y el ateísmo. El bienestar económico y el consumismo inspiran y sostienen una existencia vivida "como si no hubiera Dios".

Es del todo necesaria una nueva evangelización para rehacer el entramado cristiano de la sociedad humana. Para descubrir y hacer redescubrir la dignidad inviolable de cada persona humana.

Cada hombre está llamado a ser Hijo de Dios en Cristo y templo vivo del Espíritu Santo, su dignidad personal constituye el fundamento de la igualdad de todos los hombres entre sí. A los fieles laicos les corresponde testificar que la fe cristiana constituye la única respuesta plenamente válida a los problemas y expectativas que la vida plantea a cada hombre y a cada sociedad.


Enviados por el Espíritu a evangelizar (Obispo Lluis Martínez Sistach. Hoja dominical 31 de mayo 2009)

“Ayer y hoy, es el Espíritu Santo el que mueve los corazones de los laicos y laicas cristianos para que tomen mayor conciencia de su compromiso bautismal y colaboren activamente en la misión de la Iglesia.

El Espíritu Santo ocupa un lugar eminente en toda la vida de la Iglesia, y de una manera muy especial en la misión evangelizadora. Los laicos cristianos, movidos por el Espíritu, están llamados a ser testigos del Cristo en el apostolado, tanto de forma individual como asociada, y de esta manera participan en la misión misma de la Iglesia, según diversas modalidades de asociación y diversas formas de espiritualidad.

También hoy, la Iglesia, el Espíritu Santo manifiesta la gran riqueza de sus dones e inspira a los laicos las mejores maneras de hacer presentes las semillas del Evangelio en las estructuras de nuestro mundo de hoy”.