MOTIVOS EN FAVOR DE ESTA DEVOCIÓN (3)
ESTA DEVOCIÓN NOS LLEVA A LA PLENA LIBERTAD DE LOS HIJOS DE DIOS
(169-170)
ESTA DEVOCIÓN PROCURA GRANDES VENTAJAS AL
PRÓJIMO (171-172)
ESTA DEVOCIÓN ES UN MEDIO MARAVILLOSO DE
PERSEVERANCIA (173-182)
6.
ESTA DEVOCIÓN NOS LLEVA A LA PLENA LIBERTAD DE LOS HIJOS DE DIOS
169 Sexto motivo. Esta devoción da
a quienes la practican fielmente una gran libertad interior: la libertad de los
hijos de Dios (ver Gál 5,1-13; 2Cor 3,17). Porque haciéndose esclavos de
Jesucristo y consagrándose a Él por esta devoción, este buen Señor nuestro, en
recompensa de la amorosa esclavitud por la que hemos optado: 1. quita del alma
todo escrúpulo y temor servil que pudiera estrecharla, esclavizarla y
perturbarla; 2. ensancha el corazón con una santa confianza en Dios, haciendo
que le mire como a su Padre; 3. le inspira un amor tierno y filial.
170 No me detengo a probar con
razones esta verdad. Me contento con referir un hecho histórico que leí en la
vida de la Madre Inés de Jesús, religiosa dominica del convento de Langeac
(Alvernia), donde murió en olor de santidad en 1634 (130)
. Contaba apenas siete años, y ya padecía grandes congojas espirituales.
Oyó entonces una voz que le dijo: “Si quieres verte libre de todas tus
angustias y ser protegida contra todos tus enemigos, hazte cuanto antes esclava
de Jesús y de su santísima Madre”. Al regresar a casa, se apresuró a
consagrarse enteramente como esclava de Jesús y María, aunque por entonces no
sabía lo que era esta devoción. Habiendo encontrado después una cadena de
hierro, se la puso a la cintura y la llevo hasta la muerte. Hecho esto, cesaron
todas sus congojas y escrúpulos y halló tanta paz y amplitud de corazón, que se
comprometió a enseñar esta devoción a muchos otros, que, a su vez, hicieron con
ella grandes progresos –recordemos, entre otros, al Sr. Olier, fundador del
seminario de San Sulpicio, y a muchos sacerdotes y eclesiásticos del mismo
seminario… Un día se le apareció la Santísima Virgen y le puso al cuello una
cadena de oro, en prueba del gozo que le había causado al hacerse esclava suya
y de su Hijo. Y santa Cecilia que acompañaba a la Santísima Virgen, le dijo:
“¡Dichosos los fieles esclavos de la Reina del cielo, porque gozarán de la
verdadera libertad! ¡Servirte a ti es libertad!” (131).
7.
ESTA DEVOCIÓN PROCURA GRANDES VENTAJAS AL PRÓJIMO
171 Séptimo motivo. Puede movernos
a abrazar esta práctica el considerar los grandes bienes que reporta al
prójimo.
Efectivamente, con ella se ejercita de manera eminente la caridad con el prójimo, porque se le da, por manos de María, lo más precioso y caro que tenemos, que es el valor satisfactorio e impetratorio de todas las buenas obras, sin exceptuar el menor pensamiento bueno ni el más leve sufrimiento. Se acepta que todas las satisfacciones adquiridas hasta ahora y las que se adquieran hasta la muerte sean empleadas, según la voluntad de la Santísima Virgen, en la conversión de los pecadores o la liberación de las almas del purgatorio.
¿No es esto amar perfectamente al prójimo? ¿No es esto pertenecer al número de los verdaderos discípulos de Jesucristo, cuyo distintivo es la caridad? ¿No es éste el medio de convertir a los pecadores, sin temor a la vanidad, y liberar a las almas del purgatorio, casi sin hacer otra cosa que lo que cada cual está obligado a hacer conforme a su estado?
172 Para comprender la excelencia
de este motivo sería indispensable conocer el valor que tiene la conversión de
un pecador o la liberación de un alma del purgatorio; bien infinito, mayor que
la creación del cielo y de la tierra, pues se da a un alma la posesión de Dios.
De suerte que, aun cuando por esta devoción no se sacase en toda la vida más
que a un alma del purgatorio o no se convirtiese más que a un solo pecador, ¿no
sería esto motivo suficiente para mover a todo hombre caritativo a optar por
ella?
Nótese, además, que nuestras buenas obras, al pasar por las manos de María, reciben un aumento de pureza y por lo mismo, de mérito y valor satisfactorio e impetratorio. Con lo cual se hacen mucho más capaces de aliviar a las almas del purgatorio y convertir a los pecadores que si no pasaran por las manos virginales y generosas de María. Lo poco que ofrecemos por medio de la Santísima Virgen y por caridad pura y desinteresada, llega a ser realmente poderoso para aplacar la cólera de Dios y atraer su misericordia. De suerte que una persona que haya sido enteramente fiel a esta práctica, encontrará a la hora de la muerte que ha liberado a muchas almas del purgatorio y convertido a muchos pecadores por medio de esta devoción, aunque sólo haya realizado las obras ordinarias de su propio estado. ¡Qué gozo en el día del juicio! ¡Qué gloria en la eternidad!
8. ESTA DEVOCIÓN ES UN MEDIO MARAVILLOSO DE PERSEVERANCIA
173 Octavo motivo. Finalmente, lo
que más poderosamente nos impele a abrazar esta devoción a la Santísima Virgen
es el reconocer en ella un medio admirable para perseverar en la virtud y ser
fieles a Dios. ¿Por qué, en efecto, la mayor parte de las conversiones no es
permanente? ¿Por qué se recae tan fácilmente en el pecado? ¿Por qué la mayor
parte de los justos, en vez de adelantar de virtud en virtud y adquirir nuevas
gracias, pierde muchas veces las pocas virtudes y gracias que poseía? Esta
desgracia proviene como hemos dicho (132) - de
que, no obstante estar el hombre tan corrompido y ser tan débil e inconstante,
confía en sí mismo, se apoya en sus propias fuerzas y se cree capaz de guardar
el tesoro de sus gracias, virtudes y méritos.
Ahora bien, por esta devoción confiamos a la Virgen fiel cuanto poseemos, constituyéndola depositaria universal de todos nuestros bienes de naturaleza y gracia. Confiamos en su fidelidad, nos apoyamos en su poder y nos fundamos en su misericordia y caridad, para que Ella conserve y aumente nuestras virtudes y méritos a pesar del demonio, el mundo y la carne, que hacen esfuerzos para arrebatárnoslos. Le decimos como el hijo a su madre y el buen esclavo a su señora: ¡Conserva el depósito! (1Tim 6,20)133 . Madre y Señora, reconozco que por tu intercesión he recibido hasta ahora más gracias de Dios de las que yo merecía. La triste experiencia me enseña que llevo este tesoro en un vaso muy frágil y que soy muy débil y miserable para conservarlo en mí mismo: Soy pequeño y despreciable (Sal 119 [118]),141). Recibe, por favor, cuanto poseo y consérvamelo con tu fidelidad y tu poder. Si tú me guardas, no perderé nada; si me sostienes, no caeré; si me proteges, estaré seguro ante mis enemigos.
174 San Bernardo dice en términos
formales lo mismo para inspirarnos esta práctica: “Si Ella te sostiene, no
caes; si Ella te protege, no temes; si Ella te guía, no te fatigas; si Ella te
es favorable, llegas hasta el puerto de salvación”. San Buenaventura parece
decir lo mismo en términos más explícitos. “La Santísima Virgen no solamente se
mantiene en la plenitud de los santos; Ella mantiene y conserva a los santos en
su plenitud, para que ésta no disminuya; impide que sus virtudes se debiliten,
que sus méritos se esfumen, que sus gracias se pierdan, que los demonios les hagan
daño, que el Señor los castigue cuando pecan”.
175 María es la Virgen fiel, que por
su fidelidad a Dios repara las pérdidas que la Eva infiel causó por su
infidelidad, y alcanza a quienes confían en Ella la fidelidad para con Dios y
la perseverancia. Por esto, un santo (134) la
compara a un áncora firme, que los sostiene e impide que naufraguen en el mar
tempestuoso de este mundo, en donde tantos perecen por no aferrarse a Ella:
“Atamos -dicelas almas a tu esperanza como a un áncora firme.”
Los santos que se han salvado estuvieron firmemente adheridos a Ella, y a Ella ataron a otros para que perseveraran en la virtud.
¡Dichosos, pues, una y mil veces, los cristianos que ahora se aferran fiel y enteramente a María como a un áncora firme! Los embates tempestuosos de este mundo no los podrán sumergir ni les harán perder sus tesoros celestiales. ¡Dichosos quienes entran en María como en el arca de Noé! Las aguas del diluvio de los pecados que anegan a tantas personas no les harán daño, porque los que obran por mí no pecarán (BenS 24,30, Vulgata) –dice la divina Sabiduría–; es decir, los que están en mí para trabajar en su salvación no pecarán.
¡Dichosos los hijos infieles de la infeliz Eva que se aferran a la Madre y Virgen fiel, la cual permanece siempre fiel y no puede negarse a sí misma: Si somos infieles, Ella permanece fiel, porque no puede negarse a sí misma (2Tim 2,13), y responde siempre con amor a quienes la aman: Yo amo a los que me aman (Prov 8,17). Y los ama no sólo con amor afectivo, sino también con amor efectivo y eficaz, impidiendo, mediante gracias abundantes, que retrocedan en la virtud o caigan en el camino, y pierdan así la gracia de su Hijo.
176 Esta Madre bondadosa recibe
siempre, por pura caridad, cuanto se le confía en depósito. Y, una vez que lo
ha recibido como depositaria, se obliga en justicia –en virtud del contrato de
depósito– a guardárnoslo, como una persona a quien yo hubiera confiado en
depósito mil escudos quedaría obligada a guardármelos, de suerte que, si por negligencia
suya, se perdieran, sería responsable de la pérdida en rigor de justicia. Pero
¿qué digo? Esta fiel Señora no dejará jamás que por negligencia suya se pierda
lo que se le ha confiado; el cielo y la tierra pasarán antes que Ella sea
negligente e infiel con quienes confían en Ella.
177 ¡Pobres hijos de María! ¡Su
debilidad es extrema, grande su inconstancia, muy corrompida su naturaleza! Lo
confieso, ¡han sido extraídos de la misma masa corrompida que los hijos de Adán
y Eva! Pero ¡no se desalienten por ello! ¡Consuélense y alégrense! Oigan el
secreto que les descubro; secreto desconocido a casi todos los cristianos aun a
los más devotos.
No guarden su oro ni su plata en cofres que ya fueron destrozados por el espíritu maligno que los saqueó. Además, esos cofres son muy pequeños y endebles y están envejecidos para poder contener tan grandes y preciosos tesoros. No echen el agua pura y cristalina de la fuente en vasijas de todo sucias e infectadas por el pecado. Si éste no se halla ya en ellas, queda aún su mal olor, que contaminaría el agua. No echen sus vinos exquisitos en toneles viejos, que han estado llenos de vinos malos, pues, se echarían a perder y correrían el peligro de derramarse (135) .
178 ¡Almas predestinadas, sé que me
han entendido! Pero quiero hablarles aún con más claridad. No confien el oro de
su caridad, la plata de su pureza, las aguas de las gracias celestiales ni los
vinos de sus méritos y virtudes a un saco agujereado, a un cofre viejo y roto,
a un vaso infectado y contaminado, como son ustedes mismos. Porque serán
robados por los ladrones, esto es, por los demonios, que día y noche asechan y
espían el momento oportuno para ello; y porque todo lo más puro que Dios les da
lo corromperán con el mal olor de su egoísmo, de la confianza en ustedes mismos
y de su propia voluntad.
Guarden más bien, viertan en el seno y corazón de María todos sus tesoros, gracias y virtudes. Ella es Vaso espiritual, Vaso de honor, Vaso insigne de devoción. Desde que el mismo Dios se encerró en él personalmente y con todas sus gracias, este vaso se tornó totalmente espiritual, y se convirtió en morada espiritual de las almas más espirituales; se hizo digno de honor y trono de honor de los mayores príncipes de la eternidad; se tornó insigne de devoción y la morada de las almas más insignes en dulzuras, gracias y virtudes; se hizo, finalmente, rico como una casa de oro, fuerte como la torre de David y puro como torre de marfil (136).
180 Si algún crítico, al leer esto,
piensa que hablo aquí hiperbólicamente o por devoción exagerada, no me está
entendiendo. O porque es hombre carnal, que de ningún modo gusta las cosas del
espíritu, o porque es del mundo -de este mundo que no puede recibir al Espíritu
Santo (ver Mt 16,23; Jn 14,17) (137) , o -porque
es orgulloso y crítico, que condena o desprecia todo lo que no entiende. Pero
quienes nacieron no de la sangre, ni de la voluntad de la carne ni de la
voluntad de varón, sino de Dios (ver Jn 1,13) y de María, me comprenden y
gustan y para ellos estoy escribiendo.
181 Digo, sin embargo, a unos y a
otros -volviendo al asunto interrumpido- que, siendo la excelsa María la más
noble y generosa de todas las puras creaturas, jamás se deja vencer en amor ni
generosidad. Ella, como dice un santo devoto, “por un huevo te dará un buey”,
es decir, por lo poquito que le damos nos dará, en retorno, mucho de lo que ha
recibido de Dios. Por consiguiente, si te entregas a Ella sin reserva y pones
en Ella tu confianza, sin presunción y trabajando por tu parte para adquirir
las virtudes y domar tus pasiones, Ella se dará a ti totalmente.
182 Que los fieles servidores de
María digan, pues, abiertamente, con San Juan Damasceno: “Si confío en ti, ¡oh
Madre de Dios!, me salvaré; protegido por ti, nada temeré; con tu auxilio
combatiré a mis enemigos y los pondré en fuga, porque ser devoto tuyo es un
arma de salvación que Dios da a los que quiere salvar”.
Notas a pie de página:
131 Vida de la Madre Inés de Langeac, 2ª. ed. Le Puy, 1675, p 581
581.
133 Ver SM 40 457
134 SAN JUAN DAMASCENO
136 Letanías lauretanas.
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