PRESENTACIÓN
BREVE BIOGRAFÍA DEL AUTOR
ESQUEMA DEL TRATADO
PRESENTACIÓN
Esta es
la obra más característica de San Luis María de Montfort y la que más lo ha
hecho conocer en el mundo. En el No. 110 del libro su autor mismo establece las
perspectivas: “Estoy escribiendo lo que durante tantos años he enseñado en mis
misiones pública y privadamente con no escaso fruto”. De su afirmación se
deducen la naturaleza, los destinatarios y aún la fecha del escrito.
Es una
enseñanza práctica de la misión, cuyo objetivo es descubrir la función de la
Virgen María en el plan divino de la salvación y en la vida bautismal y
apostólica del cristiano. Está dirigida a un público muy amplio, aunque es un
secreto revelado “de modo especial a los humildes y sencillos” (VD 26) “como el
mejor medio y el secreto más maravilloso para adquirir y conservar la divina
Sabiduría” (ASE 203).
No se
tienen datos para fijar la fecha precisa de composición, pero el hecho de que
Montfort aluda a una experiencia de “tantos años” hace suponer que la propone
por escrito hacia el final de su carrera misionera. Tradicionalmente se ubica
en 1712 pensando que Luis María pudo aprovechar su descanso obligado durante el
invierno 1710-1711 en Nantes para ordenar el plan de la obra y que el otoño de
1712, pasado en la ermita de San Eloy, hubiera sido el tiempo propicio para escribir,
quizá con un complemento de varios meses de retiro en la segunda mitad de 1715
en la gruta de Mervant.
Como
previsto por su autor, el manuscrito estuvo sepultado “en las tinieblas y el
silencio de un cofre” (VD 114), escondido en alguna casa de campo aledaña a la
capilla de San Miguel, en San Lorenzo, para escapar a las embestidas de la
Revolución. Pasada la misma, el cofre fue llevado a la biblioteca de la
Compañía de María en la Casa Madre. Allí permaneció el manuscrito olvidado
hasta el 29 de abril de 1842 cuando fue descubierto y comenzó su divulgación de
obra maestra, como uno de los libros más universalmente conocidos y apreciados
del catolicismo contemporáneo, y uno de los que más han contribuido a fomentar
la piedad cristiana en el mundo entero.
Cuando
se encontró el volumen, aunque todas sus hojas estaban separadas unas de otras,
todas estaban bien conservadas, pero faltaban algunas del primer fascículo y
otras del último. Esta pérdida irreparable parece haber sucedido antes del
descubrimiento del manuscrito. Por la constitución de los fascículos se calcula
que faltan de 84 a 96 páginas iniciales que entre otras cosas contendrían: un
método para vaciarse durante 12 días del espíritu contrario al de Jesucristo
(VD 227), las letanías y oración del Espíritu Santo (VD 228) y algunas
prácticas de desprecio del mundo (VD 256).
Las
páginas finales perdidas tendrían la fórmula de consagración y la bendición de
las cadenillas. El resto es imposible saberlo, pero no parece afectar el
desarrollo del tema mariano. La primera publicación del Tratado se hizo en
1843, 127 años después de muerto su autor. Desde entonces ha sido difundido en
muchas lenguas y en multitud de ediciones que se suceden de manera sorprendente
hasta en lugares muy remotos del mundo. La más importante ha sido la
reproducción fotográfica del manuscrito hecha en 1942, en el centenario del
descubrimiento. Está acompañada por una presentación manuscrita del Papa Pío
XII quien el 20 de julio de 1947 canonizó a Luis María Grignion de Montfort.
Desaparecido
el título original en las páginas perdidas, quienes prepararon la primera
edición optaron por titular la obra: Tratado de la Verdadera Devoción a la
Santísima Virgen. Como subtítulo ya se generalizó el propósito que Montfort
mismo da de su obra en el No. 227: Preparación al Reinado de Jesucristo. La
numeración marginal por parágrafos se hizo por primera vez en la edición
italiana de 1919 y ha sido acogida universalmente.
Como
fuentes de su obra San Luis María reconoce en el No. 118 que ha leído
ampliamente libros concernientes a la Santísima Virgen y que ha estado en
contacto con las personas más santas y sabias de los últimos tiempos que hablan
de ello. Pero la mayor riqueza del texto fluye de la Sagrada Escritura y de los
Santos Padres y en general de la Tradición viva de la Iglesia, a través de la
profunda experiencia espiritual y mística de Luis María y de la madurez probada
de su práctica misionera. De ello dan fe los abundantes apuntes de su Cuaderno
de Notas.
La
fuerza transformadora del camino espiritual que revela San Luis María está en
el secreto que el Altísimo le ha enseñado (SM 1) y “cuya esencia consiste en el
interior que tal devoción debe formar... a quien el Espíritu Santo de
Jesucristo revele este secreto y lo conduzca por sí mismo para hacerlo avanzar
de virtud en virtud, de gracia en gracia, de luz en luz, hasta transformarlo en
Jesucristo y llevarlo a la plenitud de su madurez sobre la tierra, y a la
perfección de su gloria en el cielo” (VD 119).
Lo que
hizo pues Luis María de Montfort fue darle nuevas perspectivas a una devoción
ya conocida y promovida por otros autores. La experiencia vivida por el
misionero de manera personal e íntima es para él criterio de eficacia
espiritual, reforzada de manera probada por prácticas interiores y exteriores
que él propone.
Hoy
algunas expresiones y términos literarios tienen que ser interpretados conforme
a las sensibilidades de los tiempos y adaptados a la percepción diferente de
las culturas de los pueblos, con los aportes nuevos: bíblicos, teológicos,
antropológicos y en
general
de las ciencias humanas. Pero el sentir de la Iglesia Universal, es decir, del
Concilio Vaticano II, del magisterio de los Papas y obispos, del testimonio de
infinidad de personas formadas en el sacerdocio, la vida consagrada, el
compromiso bautismal de los laicos, particularmente en América Latina y el
Caribe, sobre la solidez de la doctrina expuesta en el Tratado y la validez de
su eficacia, es cada vez más claro y significativo. Y reconoce en Montfort a
uno de los apóstoles e intérpretes más autorizados de la presencia y función de
María en el misterio de Cristo y de la Iglesia.
En
síntesis, el interés suscitado por el Tratado se debe a un conjunto de
características que hace de él un libro denso de significado y valores: estilo
claro y conciso, lenguaje sencillo y popular, doctrina sólida y profunda, tono
convincente e inspirado, testimonio de vida y experiencia apostólica. Movido
por su “amor innato a María” y sensible a las objeciones de sus condiscípulos
en San Sulpicio, que le reprochan el divinizar a la Santísima Virgen y amarla
más que a Jesucristo, Montfort ensancha sus perspectivas y las de todos los
discípulos de Jesús para interpretar y superar la crisis religiosa de su tiempo
y de tiempos nuevos y complejos como el comienzo del Tercer Milenio.
En una
gran apertura y seguridad de espíritu, el santo misionero afina su visión del
misterio cristiano y acepta las nuevas exigencias teológicas que enmarcan la
humildad y los privilegios de María en la grandeza absoluta de Dios y en la
única mediación de Cristo que ilumina la verdadera devoción mariana y condena
las falsas devociones (Ver VD 61-62). “Al poner a la Madre de Cristo en
relación con el misterio trinitario, Montfort me ayudó a comprender que la
Virgen pertenece al plan de la salvación por voluntad del Padre, como Madre del
Verbo encarnado, que concibió por obra del Espíritu Santo.
Toda
intervención de María en la obra de regeneración de los fieles no está en
competición con Cristo, sino que deriva de él y está a su servicio. La acción
que María realiza en el plan de la salvación es siempre cristocéntrica, es
decir, hace directamente referencia a una mediación que se lleva a cabo en
Cristo” , JUAN PABLO II. Montfort parte pues de la doctrina de la Iglesia
acerca de la devoción mariana; subraya su difusión y un mejor conocimiento de
María para que Cristo reine en el mundo; resalta el plan de Dios Padre, Hijo y
Espíritu Santo, que ha querido “comenzar y culminar sus mayores obras por medio
de la Santísima Virgen”, y concluye que por la función de María en el plan
divino, la devoción mariana es necesaria a los hombres para alcanzar la
salvación”.
Al
presentar la verdadera devoción a María, San Luis María quiere llevarnos a
abrazar la forma “mejor y más santificadora” de vivir los compromisos
cristianos por la consagración de amor a Cristo por las manos maternales de
María. Todo tiene una eficacia superior de santificación y se resume en obrar
siempre por María, con María, en María y para María.
El
Concilio Vaticano II en el capítulo VIII de la constitución dogmática de la
Iglesia validó como plenamente actual la oferta espiritual de Montfort tan rica
en contenidos y elementos perennes a los cuales se seguirán incorporando “los
nuevos datos doctrinales de la reflexión teológica y del magisterio
eclesiástico”, PABLO VI.
Según
el gran teólogo GARRIGOU-LAGRANGE, “la idea maestra de la maternidad espiritual
de María anima todo el libro que se desarrolla, no en forma mecánica por la
yuxtaposición de sus partes, sino de manera orgánica, como crece un ser vivo.
Se siente que su autor está tan plenamente poseído de su tema, que podría
hablar de él sin detenerse y sin fatiga, y que todo lo que dijera no agotaría
la fuente, y seguiría siendo inferior a las bellezas que percibe”.
“Montfort
es el maestro por excelencia de la devoción mariana. En su Tratado de la
Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, la devoción de las élites y la
devoción de las masas se encuentran y se funden en una sola”: HENRI BREMOND.
“María
aparece…, como espacio de amor y de acción de las Personas de la Trinidad, y
Montfort la presenta en una perspectiva relacional: “María es totalmente
relativa a Dios, y yo la llamaría muy bien la relación con Dios, la que sólo
existe en relación con Dios” (VD 225).
Por
esta razón la Toda Santa lleva hacia la Trinidad. Repitiéndole a diario TOTUS
TUUS y viviendo en sintonía con ella, se puede llegar a la experiencia del
Padre mediante la confianza y el amor sin límites (ver VD 169 y 215), a la
docilidad al Espíritu Santo (ver VD 258) y a la transformación de sí según la
imagen de Cristo (ver VD 218-221)”). (1)
Breve biografía del autor
SAN LUIS GRIGNION nació en Montfort,
Francia, en 1673. Era el mayor de ocho hermanos. Desde muy joven se distinguió
como gran devoto de la santísima Virgen, y a la edad de 12 años ya la gente lo
veía pasar largos ratos arrodillado ante la imagen de la Madre de Dios.
Con grandes sacrificios logró ir a
estudiar al más famoso seminario de Francia, el seminario de Saint Sulpice en
París, sobresaliendo como un seminarista totalmente mariano. Ya ordenado
sacerdote, decidió celebrar su primera Misa en un altar de la Virgen, y durante
muchos años la Catedral de Notre Dame de París fue su templo preferido y su
refugio.
El santo dedicó todas sus grandes
cualidades de predicador, de conductor de multitudes, de cantante y compositor
a predicar misiones para convertir pecadores, viajando incansablemente por los
distintos lugares de Francia anunciando el Evangelio y permitiendo la llegada
de Dios Padre en el corazón de las personas.
a pie y de limosna se fue hasta Roma,
pidiendo a Dios la eficacia de la palabra, y la obtuvo de tal manera que al oír
sus sermones se convertían hasta los más endurecidos pecadores. El Papa
Clemente XI lo recibió muy amablemente y le concedió el título de “Misionero
apostólico”, con permiso de predicar por todas partes.
El santo fundó una de las comunidades
religiosas que han hecho grandes obras por la conversión de las almas: los
Padres Monfortianos, a cuya comunidad le puso por nombre “Compañía de María”, y
las Hermanas de la Sabiduría. san Luis además escribió uno de los libros que
junto con “Las Glorias de María” de San Alfonso, ha llegado a ser uno de los
libros más famosos que se han escrito acerca de la devoción a la Virgen María:
el “TRATADO DE LA VERDADERA DEVOCIÓN A LA VIRGEN MARÍA”, obra que se ha
propagado por todo el mundo con enorme provecho para sus lectores. Incluso el
Papa Juan Pablo II tomó como lema una frase que repetía mucho este gran santo:
“Soy todo tuyo oh María, y todo cuanto tengo, tuyo es”.
San Luis dio a la Iglesia las obras más
grandes que se han escrito sobre la Virgen Santísima: además del mencionado
“TRATADO...”, escribió “EL SECRETO DE LA VIRGEN” y “EL SECRETO DEL ROSARIO”. a
estos se añade “A los Amigos de la Cruz”. La Iglesia ha reconocido sus libros
como expresión auténtica de la doctrina eclesial. El Papa Pío XII, quien
canonizó a san Luis Grignion, dijo: “son libros de enseñanza ardiente, sólida y
auténtica.”
San Luis murió en Saint Laurent sur
Sevre el 28 de abril de 1716, a la edad de 43 años. Fue beatificado en 1888 y
canonizado el 20 de Julio de 1947.
ESQUEMA DEL TRATADO
Introducción
1 María en el designio de Dios
Primera Parte:
14
María en la historia de la salvación Necesidad del culto a María
16 María en el misterio de Cristo
22 María en el misterio de la Iglesia:
misión y consecuencias
49 María en los tiempos de la Iglesia:
María y los últimos tiempos
51 María y la lucha final
55 María y los apóstoles de los últimos
tiempos55
Segunda Parte:
60 El Culto de María en la Iglesia
Fundamentos teológicos
90 Deformaciones del culto a María90
105 La verdadera devoción a la Santísima
Virgen
115 Diversas prácticas de devoción a
María
Tercera Parte:
120 La Perfecta Consagración a
Jesucristo Contenidos esenciales
135 Motivos a favor de esta devoción
183 Figura bíblica de la vida consagrada
por María
213 Efectos maravillosos de la
consagración total
226 Prácticas particulares de esta
266 Práctica de esta devoción en la
sagrada comunión
Consagración
de sí mismo a Jesucristo, Sabiduría encarnada, por manos de María
Notas a pie de página:
1 Juan Pablo II en Roma. L’osservatore Romano nº43 del 27 de octubre
de 2000. Edición en lengua española.
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