III. Pérdida de biodiversidad
32. Los recursos de la tierra también están siendo depredados a causa de
formas inmediatistas de entender la economía y la actividad comercial y
productiva. La pérdida de selvas y bosques implica al mismo tiempo la pérdida
de especies que podrían significar en el futuro recursos sumamente importantes,
no sólo para la alimentación, sino también para la curación de enfermedades y
para múltiples servicios.
Las diversas especies contienen genes que pueden ser
recursos claves para resolver en el futuro alguna necesidad humana o para
regular algún problema ambiental.
33. Pero no basta pensar en las distintas especies sólo como eventuales «
recursos » explotables, olvidando que tienen un valor en sí mismas. Cada año
desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer,
que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre. La inmensa mayoría
se extinguen por razones que tienen que ver con alguna acción humana.
Por
nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a Dios con su existencia ni
podrán comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho.
34. Posiblemente nos inquieta saber de la extinción de un mamífero o de un
ave, por su mayor visibilidad. Pero para el buen funcionamiento de los
ecosistemas también son necesarios los hongos, las algas, los gusanos, los
insectos, los reptiles y la innumerable variedad de microorganismos. Algunas
especies poco numerosas, que suelen pasar desapercibidas, juegan un rol crítico
fundamental para estabilizar el equilibrio de un lugar.
Es verdad que el ser
humano debe intervenir cuando un geosistema entra en estado crítico, pero hoy
el nivel de intervención humana en una realidad tan compleja como la naturaleza
es tal, que los constantes desastres que el ser humano ocasiona provocan una
nueva intervención suya, de tal modo que la actividad humana se hace
omnipresente, con todos los riesgos que esto implica.
Suele crearse un círculo
vicioso donde la intervención del ser humano para resolver una dificultad
muchas veces agrava más la situación. Por ejemplo, muchos pájaros e insectos
que desaparecen a causa de los agrotóxicos creados por la tecnología son útiles
a la misma agricultura, y su desaparición deberá ser sustituida con otra
intervención tecnológica, que posiblemente traerá nuevos efectos nocivos.
Son
loables y a veces admirables los esfuerzos de científicos y técnicos que tratan
de aportar soluciones a los problemas creados por el ser humano. Pero mirando
el mundo advertimos que este nivel de intervención humana, frecuentemente al
servicio de las finanzas y del consumismo, hace que la tierra en que vivimos en
realidad se vuelva menos rica y bella, cada vez más limitada y gris, mientras
al mismo tiempo el desarrollo de la tecnología y de las ofertas de consumo
sigue avanzando sin límite. De este modo, parece que pretendiéramos sustituir
una belleza irreemplazable e irrecuperable, por otra creada por nosotros.
35. Cuando se analiza el impacto ambiental de algún emprendimiento, se
suele atender a los efectos en el suelo, en el agua y en el aire, pero no
siempre se incluye un estudio cuidadoso sobre el impacto en la biodiversidad,
como si la pérdida de algunas especies o de grupos animales o vegetales fuera
algo de poca relevancia.
Las carreteras, los nuevos cultivos, los alambrados,
los embalses y otras construcciones van tomando posesión de los hábitats y a
veces los fragmentan de tal manera que las poblaciones de animales ya no pueden
migrar ni desplazarse libremente, de modo que algunas especies entran en riesgo
de extinción. Existen alternativas que al menos mitigan el impacto de estas
obras, como la creación de corredores biológicos, pero en pocos países se
advierte este cuidado y esta previsión. Cuando se explotan comercialmente
algunas especies, no siempre se estudia su forma de crecimiento para evitar su
disminución excesiva con el consiguiente desequilibrio del ecosistema.
36. El cuidado de los ecosistemas supone una mirada que vaya más allá de lo
inmediato, porque cuando sólo se busca un rédito económico rápido y fácil, a
nadie le interesa realmente su preservación. Pero el costo de los daños que se
ocasionan por el descuido egoísta es muchísimo más alto que el beneficio
económico que se pueda obtener.
En el caso de la pérdida o el daño grave de
algunas especies, estamos hablando de valores que exceden todo cálculo. Por
eso, podemos ser testigos mudos de gravísimas inequidades cuando se pretende
obtener importantes beneficios haciendo pagar al resto de la humanidad,
presente y futura, los altísimos costos de la degradación ambiental.
37. Algunos países han avanzado en la preservación eficaz de ciertos
lugares y zonas –en la tierra y en los océanos– donde se prohíbe toda
intervención humana que pueda modificar su fisonomía o alterar su constitución
original. En el cuidado de la biodiversidad, los especialistas insisten en la
necesidad de poner especial atención a las zonas más ricas en variedad de
especies, en especies endémicas, poco frecuentes o con menor grado de
protección efectiva.
Hay lugares que requieren un cuidado particular por su
enorme importancia para el ecosistema mundial, o que constituyen importantes
reservas de agua y así aseguran otras formas de vida.
38. Mencionemos, por ejemplo, esos pulmones del planeta repletos de
biodiversidad que son la Amazonia y la cuenca fluvial del Congo, o los grandes
acuíferos y los glaciares. No se ignora la importancia de esos lugares para la
totalidad del planeta y para el futuro de la humanidad.
Los ecosistemas de las
selvas tropicales tienen una biodiversidad con una enorme complejidad, casi
imposible de reconocer integralmente, pero cuando esas selvas son quemadas o
arrasadas para desarrollar cultivos, en pocos años se pierden innumerables
especies, cuando no se convierten en áridos desiertos.
Sin embargo, un delicado
equilibrio se impone a la hora de hablar sobre estos lugares, porque tampoco se
pueden ignorar los enormes intereses económicos internacionales que, bajo el
pretexto de cuidarlos, pueden atentar contra las soberanías nacionales. De
hecho, existen «propuestas de internacionalización de la Amazonia, que sólo
sirven a los intereses económicos de las corporaciones transnacionales»[24].
Es loable la tarea de organismos internacionales y de organizaciones de la
sociedad civil que sensibilizan a las poblaciones y cooperan críticamente,
también utilizando legítimos mecanismos de presión, para que cada gobierno
cumpla con su propio e indelegable deber de preservar el ambiente y los
recursos naturales de su país, sin venderse a intereses espurios locales o
internacionales.
39. El reemplazo de la flora silvestre por áreas forestadas con árboles,
que generalmente son monocultivos, tampoco suele ser objeto de un adecuado
análisis. Porque puede afectar gravemente a una biodiversidad que no es
albergada por las nuevas especies que se implantan. También los humedales, que
son transformados en terreno de cultivo, pierden la enorme biodiversidad que
acogían. En algunas zonas costeras, es preocupante la desaparición de los
ecosistemas constituidos por manglares.
40. Los océanos no sólo contienen la mayor parte del agua del planeta, sino
también la mayor parte de la vasta variedad de seres vivientes, muchos de ellos
todavía desconocidos para nosotros y amenazados por diversas causas.
Por otra
parte, la vida en los ríos, lagos, mares y océanos, que alimenta a gran parte
de la población mundial, se ve afectada por el descontrol en la extracción de
los recursos pesqueros, que provoca disminuciones drásticas de algunas especies.
Todavía siguen desarrollándose formas selectivas de pesca que desperdician gran
parte de las especies recogidas. Están especialmente amenazados organismos
marinos que no tenemos en cuenta, como ciertas formas de plancton que
constituyen un componente muy importante en la cadena alimentaria marina, y de
las cuales dependen, en definitiva, especies que utilizamos para alimentarnos.
41. Adentrándonos en los mares tropicales y subtropicales, encontramos las
barreras de coral, que equivalen a las grandes selvas de la tierra, porque
hospedan aproximadamente un millón de especies, incluyendo peces, cangrejos,
moluscos, esponjas, algas, etc.
Muchas de las barreras de coral del mundo hoy
ya son estériles o están en un continuo estado de declinación: «¿Quién ha
convertido el maravilloso mundo marino en cementerios subacuáticos despojados
de vida y de color?»[25].
Este fenómeno se debe en gran parte a la contaminación que llega al mar como
resultado de la deforestación, de los monocultivos agrícolas, de los vertidos
industriales y de métodos destructivos de pesca, especialmente los que utilizan
cianuro y dinamita.
Se agrava por el aumento de la temperatura de los océanos.
Todo esto nos ayuda a darnos cuenta de que cualquier acción sobre la naturaleza
puede tener consecuencias que no advertimos a simple vista, y que ciertas
formas de explotación de recursos se hacen a costa de una degradación que
finalmente llega hasta el fondo de los océanos.
42. Es necesario invertir mucho más en investigación para entender mejor el
comportamiento de los ecosistemas y analizar adecuadamente las diversas
variables de impacto de cualquier modificación importante del ambiente. Porque
todas las criaturas están conectadas, cada una debe ser valorada con afecto y
admiración, y todos los seres nos necesitamos unos a otros.
Cada territorio
tiene una responsabilidad en el cuidado de esta familia, por lo cual debería
hacer un cuidadoso inventario de las especies que alberga en orden a
desarrollar programas y estrategias de protección, cuidando con especial
preocupación a las especies en vías de extinción.
IV. Deterioro de la calidad de la vida humana y degradación social
43. Si tenemos en cuenta que el ser humano también es una criatura de este
mundo, que tiene derecho a vivir y a ser feliz, y que además tiene una dignidad
especialísima, no podemos dejar de considerar los efectos de la degradación
ambiental, del actual modelo de desarrollo y de la cultura del descarte en la
vida de las personas.
44. Hoy advertimos, por ejemplo, el crecimiento desmedido y desordenado de
muchas ciudades que se han hecho insalubres para vivir, debido no solamente a
la contaminación originada por las emisiones tóxicas, sino también al caos
urbano, a los problemas del transporte y a la contaminación visual y acústica.
Muchas ciudades son grandes estructuras ineficientes que gastan energía y agua
en exceso. Hay barrios que, aunque hayan sido construidos recientemente, están
congestionados y desordenados, sin espacios verdes suficientes. No es propio de
habitantes de este planeta vivir cada vez más inundados de cemento, asfalto,
vidrio y metales, privados del contacto físico con la naturaleza.
45. En algunos lugares, rurales y urbanos, la privatización de los espacios
ha hecho que el acceso de los ciudadanos a zonas de particular belleza se
vuelva difícil. En otros, se crean urbanizaciones « ecológicas » sólo al
servicio de unos pocos, donde se procura evitar que otros entren a molestar una
tranquilidad artificial. Suele encontrarse una ciudad bella y llena de espacios
verdes bien cuidados en algunas áreas « seguras », pero no tanto en zonas menos
visibles, donde viven los descartables de la sociedad.
46. Entre los componentes sociales del cambio global se incluyen los
efectos laborales de algunas innovaciones tecnológicas, la exclusión social, la
inequidad en la disponibilidad y el consumo de energía y de otros servicios, la
fragmentación social, el crecimiento de la violencia y el surgimiento de nuevas
formas de agresividad social, el narcotráfico y el consumo creciente de drogas
entre los más jóvenes, la pérdida de identidad.
Son signos, entre otros, que
muestran que el crecimiento de los últimos dos siglos no ha significado en
todos sus aspectos un verdadero progreso integral y una mejora de la calidad de
vida. Algunos de estos signos son al mismo tiempo síntomas de una verdadera
degradación social, de una silenciosa ruptura de los lazos de integración y de
comunión social.
47. A esto se agregan las dinámicas de los medios del mundo digital que,
cuando se convierten en omnipresentes, no favorecen el desarrollo de una
capacidad de vivir sabiamente, de pensar en profundidad, de amar con
generosidad. Los grandes sabios del pasado, en este contexto, correrían el
riesgo de apagar su sabiduría en medio del ruido dispersivo de la información.
Esto nos exige un esfuerzo para que esos medios se traduzcan en un nuevo
desarrollo cultural de la humanidad y no en un deterioro de su riqueza más
profunda. La verdadera sabiduría, producto de la reflexión, del diálogo y del
encuentro generoso entre las personas, no se consigue con una mera acumulación
de datos que termina saturando y obnubilando, en una especie de contaminación
mental.
Al mismo tiempo, tienden a reemplazarse las relaciones reales con los
demás, con todos los desafíos que implican, por un tipo de comunicación mediada
por internet. Esto permite seleccionar o eliminar las relaciones según nuestro
arbitrio, y así suele generarse un nuevo tipo de emociones artificiales, que
tienen que ver más con dispositivos y pantallas que con las personas y la
naturaleza. Los medios actuales permiten que nos comuniquemos y que compartamos
conocimientos y afectos.
Sin embargo, a veces también nos impiden tomar
contacto directo con la angustia, con el temblor, con la alegría del otro y con
la complejidad de su experiencia personal. Por eso no debería llamar la
atención que, junto con la abrumadora oferta de estos productos, se desarrolle
una profunda y melancólica insatisfacción en las relaciones interpersonales, o
un dañino aislamiento.
notas a pie de página:
notas a pie de página:
[24] V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del
Caribe, Documento de Aparecida (29 junio 2007), 86.
[25] Conferencia de los Obispos Católicos de Filipinas, Carta
pastoral What is Happening to our Beautiful Land? (29 enero
1988).
No hay comentarios:
Publicar un comentario