viernes, 26 de noviembre de 2010

TEMA 24. CAMINAMOS JUNTOS EN LA IGLESIA

EXPOSICIÓN:

LOS APÓSTOLES (Catecismo 858 y siguientes)

Jesús elige a los apóstoles para que estén con él y para enviarlos a predicar. En ellos continúa su propia misión: "Como el padre me ha enviado, así yo os envío a vosotros" (Ju 20,21). Los apóstoles se saben "servidores de Cristo y administradores del Misterio de Dios" (1 Co 4,1).

Elección de los doce (Mc 3 -13-19; Mt 10,1-4 Lc 6,12-16)
Después subió a la montaña y llamó a los que quiso, y se reunieron con él. Entonces designó a doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar: Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro, Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el cananeo, y Judas Iscariote, el que lo traicionó.

Misión del doce (Lc 9,1-6)

Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad para sacar todos los demonios y para curar enfermedades. Y los envió a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfermos. Les dijo: "No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni os llevéis dos túnicas.

Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que salgáis de aquel lugar. Y si no os acogen, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, como testimonio contra ellos. " Ellos se pusieron en camino y recorrían uno por uno los pueblos predicando el evangelio y sanando por todas partes.

Pedro cabeza de la Iglesia (Ju 21, 15-19)

Después de almorzar, Jesús dice a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?" Pedro le responde: "Sí, Señor. Tú sabes que te quiero." Jesús le dice: "Apacienta mis corderos." Por segunda vez le pregunta: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" Le contesta: "Sí, Señor. Tú sabes que te quiero." Le dice: "Apacienta mis ovejas." Le preguntó por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?"

Pedro se entristeció de que le preguntara por tercera vez si lo quería, y le respondió: "Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero" Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas. De verdad te digo:

Cuando eras joven te ceñías tú mismo e ibas donde querías, pero cuando seas viejo extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará donde no quieres ir." Esto lo dijo para indicar con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y añadió: "Sígueme."



LOS OBISPOS SUCESORES DE LOS APÓSTOLES (Catecismo 860 y siguientes)

Los apóstoles serán los testigos elegidos de la Resurrección del Señor y el fundamento de la Iglesia. Cristo les promete que estará con ellos hasta el fin del tiempo. Esta misión divina de predicar el evangelio debe durar hasta el fin de los siglos. Por eso los apóstoles se preocuparon de instituir a sus sucesores.

Los apóstoles se procuraron colaboradores en la misión de atender el rebaño en medio del cual el Espíritu Santo les había puesto para pastorear la Iglesia de Dios. Y les dieron la orden de que cuando se murieran, otros hombres probados se encargaran de su ministerio.

El orden sagrado de los Obispos asegura el relieve y la perennidad de este ministerio. Jesús envía a los obispos como guías en medio de su pueblo para que sean con los sacerdotes ejemplos de amor y anunciadores del Evangelio. Jesús les manda que bauticen, que perdonen los pecados y que celebren la Eucaristía con los hermanos.

Cristo instituyó a los Doce, los constituyó en forma de colegio apostólico o grupo permanente, al frente del cual puso a Pedro, elegido de entre ellos mismos. Igualmente, el Romano Pontífice, el Papa, sucesor de Pedro y los obispos, sucesores de los apóstoles, se encuentran unidos entre sí.

El orden es el sacramento del ministerio apostólico y comporta tres grados: el episcopado, el presbiterado y el diaconado (obispos, sacerdotes y diáconos).

La ordenación es una consagración, una investidura de Cristo mismo para la misión. La imposición de las manos del obispo, con la oración consacratoria, constituye el signo visible de esta consagración.
LOS RELIGIOSOS (Catecismo 925 y siguientes)

La vida religiosa es un don que la Iglesia recibe del Señor y que ella ofrece como un estado de vida estable al fiel llamado por Dios en la profesión de los votos (pobreza, obediencia y castidad).

Todos los religiosos están llamados a colaborar en la implantación y la expansión misionera de la Iglesia y a poner de manifiesto, bajo formas diversas, la caridad misma de Dios en el tiempo actual.

LOS LAICOS (Catecismo 897 y siguientes)


Con el nombre de laicos se entiende todos los cristianos con la excepción de los ordenados y los religiosos. Son los cristianos incorporados a Cristo por el bautismo y constituidos en pueblo de Dios que participan de la función sacerdotal, profética y real de Cristo y de la misión por él encomendada a la Iglesia.

Los fieles laicos se encuentran en la línea más avanzada de la Iglesia y su iniciativa es necesaria para impregnar las realidades sociales, políticas y económicas con los valores cristianos. Participan en virtud del bautismo y la confirmación de la misión de anunciar el mensaje divino de salvación a fin de que sea conocido y recibido por todos los hombres y por toda la tierra.

PARA REFLEXIONAR:

¿PODÉIS BEBER LA COPA QUE YO HE DE BEBER? (Mt 20,20-28)

Subiendo a Jerusalén, la madre de los hijos de Zebedeo pidió a Jesús que sus hijos se sentaran a derecha e izquierda de Jesús en su Reino .... Jesús respondió: "No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo voy a beber?". Le dijeron: "Sí que podemos." Jesús les dijo: "Mi cáliz sí que lo beberéis ..." Jesús se refería al cáliz del martirio.

Así Santiago "el mayor" fue el primer apóstol mártir en el año 43, le seguirían al martirio el resto de apóstoles a excepción de Juan. Pedro y Pablo murieron mártires en Roma sobre el año 67. Los sucesores de Pedro siguieron la misma suerte en los siglos I y II bajo el Imperio Romano (San Linus, San Anacleto, Clemente, San Evaristo, San Alejandro, San Sixto ....).

LA TRADICIÓN APOSTÓLICA (Catecismo puntos 75 y siguientes)

Cristo el Señor, en quien se consuma toda la revelación del Dios supremo, mandó a los apóstoles que predicaran el Evangelio a todos los hombres y les comunicaran los dones divinos. Esta predicación se ha hecho de dos maneras: oralmente, transmitiendo de palabra todo lo que habían recibido de Cristo o que habían aprendido bajo la guía del Espíritu Santo, y por los escritos de aquellos apóstoles y hombres que dejaron "en pergamino" el mensaje de salvación, inspirados por el mismo Espíritu Santo.

Para que el Evangelio se mantuviera íntegro y vivo para siempre en la Iglesia, los apóstoles dejaron como sucesores a los obispos "incluso dejándoles su mismo lugar en el magisterio", de tal manera que la predicación apostólica recogida en los libros inspirados, debía ser conservada hasta el fin del tiempo por una sucesión ininterrumpida.

Esta transmisión viva, cumplida en el Espíritu Santo, se llama “Tradición”.

LOS LAICOS

Enviados por el Espíritu a evangelizar (Obispo Lluis Martínez Sistach. Hoja dominical 31 de mayo 2009)

Ayer y hoy, es el Espíritu Santo el que mueve los corazones de los laicos y laicas cristianos para que tomen mayor conciencia de su compromiso bautismal y colaboren activamente en la misión de la Iglesia. El Espíritu Santo ocupa un lugar eminente en toda la vida de la Iglesia, y de una manera muy especial en la misión evangelizadora.

Los laicos cristianos, movidos por el Espíritu, están llamados a ser testigos de Cristo en el apostolado, tanto de forma individual como asociada, y de esta manera participan en la misión misma de la Iglesia, según diversas modalidades de asociación y diversas formas de espiritualidad.

También hoy, la Iglesia, el Espíritu Santo manifiesta la gran riqueza de sus dones e inspira a los laicos las mejores maneras de hacer presentes las semillas del Evangelio en las estructuras de nuestro mundo de hoy.

1 comentario:

  1. Ahora, que algunos de nosotros nos disponemos a peregrinar a Santiago toma especial relevancia y significado el tema que se nos presenta.

    Las primeras comunidades cristianas con el Espíritu Santo comunicaron de palabra y de obra por todos los lugares donde se encontraban el gran acontecimiento de la vida, hechos, enseñanzas, muerte y resurrección de Cristo.

    Son los comienzos y raices de la actual iglesia.
    Yo puedo gozar ahora de la vida que me comunica la Iglesia gracias a la fidelidad de los cristianos que me han precedido.

    Esto me compromete y anima a continuar movido por el Espiritu junto a mis hermanos la gran tarea y mandato de dar a conocer a Jesús y a extender el Reino de Dios con mi vida, desde el lugar donde Dios me ha puesto.
    Esto es así, para que otros puedan seguir gozando y transmitiendo a su vez esta vida en abundancia, es como una "gigantesca carrera de relevos".

    Sé que no debo ovidar, que la predicación que he recibido y que a su vez trato de comunicar salió primeramente de labios de Jesucristo, no es de invención humana.

    Que gozo recordar en este tema cuantísimos miembros tiene la Iglesia. Todos llamados a participar de la misma vida y misión de Jesús.

    Que alegría cuando descubrimos esta riqueza en vivencias de Iglesia como pueden ser las jornadas mundiales de la juventud y de la familia, cuando visitas un convento como el de Lerma, que me atrajo de modo fascinante a contemplar la indispensable misión y aportación al Cuerpo Místico que realizan los consagrados a la vida religiosa.

    El presente tema me recuerda la imagen del cuerpo que propone San Pablo: infindad de miembros con sus distintas funciones pero todos unidos intimamente a la cabeza que es Cristo por un mismo Espíritu, constituyendo así un templo espiritual para Dios. Templo de piedras vivas incorporadas el día de nuestro bautismo.

    Que misterio formar parte de esta gran familia de los hijos de Dios.

    Delante de la tumba del Apóstol Santiago, aquel que vió con sus ojos a Jesús, que lo escuchó, que contempló sus milagros y fue testigo directo de su resurrección, trataremos de revivir todas estas maravillas.

    El Papa después de su reciente visita a España nos decía con gran afecto las siguientes palabras, que además le van coo anillo al dedo al presente tema:

    "En la imponente Catedral de Compostela, al dar con emoción el tradicional abrazo al Santo, pensaba en que ese gesto de acogida y amistad es también un modo de expresar la adhesión a su palabra y la participación en su misión. Un signo fuerte de la voluntad de conformarse al mensaje apostólico, el cual, por un lado, nos compromete a ser fieles custodios de la buena nueva que los Apóstoles transmitieron, sin ceder a la tentación de alterarla, disminuirla o someterla a otros intereses, y, por otro, nos transforma a cada uno de nosotros en anunciadores incansables e la fe en Cristo, con la palabra y el testimonio de la vida en todos los campos de la sociedad."

    Y además rezó por nosotros:

    "En esa solemne Eucaristía, vivida por los numerosísimos fieles presentes con intensa participación y devoción, pedí con fervor que quienes peregrinan a Santiago reciban el don de convertirse en verdaderos testigos de Cristo, que han redescubierto en las encrucijadas de los sugestivos caminos hacia Compostela. Recé también para que los peregrinos, siguiendo las huellas de numerosos santos que a lo largo de los siglos han recorrido el «Camino de Santiago», sigan manteniendo vivo el genuino significado religioso, espiritual y penitencial, sin ceder a la banalidad, a la distracción, a las modas.

    GRACIAS SEÑOR POR LA IGLESIA.
    GRACIAS SEÑOR POR TU MADRE: MARÍA Y LA IGLESIA.

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