miércoles, 27 de octubre de 2010

TEMA 22. LOS DONES DEL ESPIRITU SANTO

EXPOSICIÓN:

LOS DONES DEL ESPÍRITU (San Pablo. 1Co 12, 3-7)

Hermanos nadie puede decir: "Jesús es el Señor", si no es guiado por el Espíritu Santo. Tenemos diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo, y aunque los servicios están repartidos, el Señor es el mismo, las funciones son variadas, pero es el mismo Dios quien opera todas las cosas en todos nosotros.

La manifestación del Espíritu se distribuye a cada uno para provecho de todos. A uno le es dada palabra de sabiduría, por medio del Espíritu; a otro, palabra de ciencia, según el mismo Espíritu; a otro, fe, por obra del mismo Espíritu; a otro, el don de curaciones, por este único Espíritu; a otro, el don de hacer milagros; a otro, el don de profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, el hablar en lenguas desconocidas; a otro, el don de traducirlas.

Pero todas estas cosas son operadas por un solo y mismo Espíritu, que reparte como le parece bien a cada uno particularmente. El cuerpo humano, que es uno, aunque está formado por muchos miembros, todos ellos constituyen un solo cuerpo, así es también Cristo. Porque también todos nosotros, tanto si somos judíos como si somos griegos, como esclavos o libres, hemos sido bautizados con un solo Espíritu, para formar un solo cuerpo, y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

(San Pablo. Gálatas 5,1 6-26)

Yo, pues, os aviso: camina en el Espíritu y no satisfagas los deseos de la carne ... Son dos principios que luchan contra sí para no dejaros hacer lo que deseáis. En cambio, si os dejáis guiar por el Espíritu, no estáis bajo la ley .... los frutos del Espíritu son: amor, gozo, paz, tolerancia, afabilidad, bondad, fidelidad, sencillez y autodominio. Contra estas cosas no hay ley. Los que son de Cristo Jesús han clavado en la cruz los deseos de la carne junto con sus pasiones y sus codicias. Ya que vivimos por el Espíritu, actuamos conforme al Espíritu.

TEMPLOS DEL ESPÍRITU (San Pablo.1 ª Corintios 6 19-20)

¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habéis recibido de Dios y habita en vosotros, y que no sois vuestros? Ya que habéis sido adquiridos por un costo tan alto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo.

EL AMOR VÍNCULO DE LA PERFECCIÓN (San Pablo. Colosenses 3, 12-14)

Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de sentimientos tiernos, de benignidad, de humildad, de serenidad, de paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente. Si alguien tiene alguna queja contra otro, como el Señor os perdonó, haced así también vosotros. Y, como culminación de todo esto, ceñíos de amor, que es el vínculo de la perfección.

PARA REFLEXIONAR:

LAS VIRTUDES Y LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO (Catecismo 1808-1832)

Venido a la existencia por voluntad de Dios y creado a imagen de Él, el hombre recibe del Creador virtudes y dones que respetando su libertad le inclinan a hacer el bien.

Las virtudes humanas son disposiciones del entendimiento y de la voluntad, que regulan nuestros actos y guían nuestra conducta según la razón y la fe. No ahorran al hombre ni la reflexión ni los esfuerzos que exige la decisión de aceptar la acción divina en la voluntad humana.

Se pueden agrupar entorno a cuatro virtudes cardinales: prudencia (dispone la razón práctica para discernir nuestro bien verdadero y elegir los medios justos para llevarlo a cabo), justicia (voluntad firme y constante de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido), fortaleza (asegura ante las dificultades la firmeza y la constancia en practicar el bien) y templanza (modera el atractivo de los placeres sensibles y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados).


Las virtudes teologales disponen al hombre a la participación de la vida divina. Fundamentan, animan y caracterizan la acción moral del cristiano, haciéndolo capaz de actuar como hijo de Dios: la fe (por la que creemos en Dios y en todo lo que nos ha revelado), la esperanza (por la que deseamos el Reino del cielo, poniendo la confianza en las promesas de Cristo) y la caridad (que nos hace amar a Dios por él mismo sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos).


LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO
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Son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil a los impulsos del Espíritu Santo. Conceden al hombre felicidad y alegría para aceptar la influencia divina en el obrar humano. Son siete y se pueden dividir en dones del entendimiento y dones de la voluntad:
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Dones del entendimiento:

• El don de la Sabiduría, capacita al hombre para entender y valorar todas las cosas desde Dios y para amar la realidad como Dios la ama.
• El don del Entendimiento, por el que la inteligencia iluminada por el Espíritu se hace apta para entender las verdades reveladas. Nos lleva al camino de la contemplación y nos acerca a Dios.
• El don del Consejo permite juzgar, bajo la inspiración del Espíritu, lo que conviene hacer, saber decidir con acierto y aconsejar a los demás.
• El don de Ciencia, por el que la inteligencia iluminada por el Espíritu juzga rectamente las cosas creadas en orden al fin sobrenatural.
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Dones de la voluntad:
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• El don de la Fortaleza forja la voluntad para que no desista en la consecución del bien y ayuda al fiel en la perseverancia.
• El don de la Piedad, nos inclina a amar a Dios y a no ser ni fríos ni indiferentes con el prójimo, dándole el honor y el servicio debidos.
• El don del santo Temor de Dios que salva del orgullo sabiendo que todo se debe a la misericordia divina. No debe entenderse "miedo" de Dios, sino el respeto debido a la divinidad y santidad de Dios.

LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU (comentario del texto de San Pablo. Fragmentos de las páginas 260-262 del libro "Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo". Mn. Jose M ª Rovira Belloso):
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• Amor o sentimientos de compasión: por el imperativo del sermón de la montaña, hay que ser misericordiosos como el Padre del cielo, de modo que el caído en la miseria sea levantado por el amor.
• Alegría: el gozo, como la justicia y la paz, provienen del Espíritu. Corazón alegre ante las dificultades y agradecido.


• Paz: paz interior con uno mismo y paz exterior con los hermanos.
• Tolerancia, también paciencia o alma generosa: ante el prójimo y lo que pueda venir en el futuro.
• Amabilidad o benevolencia: de manera que la forma de expresarse no viene dominada por los nervios, el genio o los gritos que imponen, sino por un talante amable.
• Bondad: Impregnados del bien que edifica y ayuda.
• Fe o fidelidad: para hacer el camino siguiendo las mociones del mismo Espíritu.
• Mansedumbre, también ternura: para darla aunque no se nos pida.
• Dominio de sí mismo: equilibrio en la actuación, que lleva a la santidad.

1 comentario:

  1. En su reciente visita al Reino Unido, en el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió a los representantes del mundo político, social, académico, cultural y empresarial británico, así como a los miembros del Cuerpo Diplomático y los líderes religiosos, no dudó en subrayar la importancia de invocar al Espíritu Santo para construir un mundo mejor:

    “Estoy convencido de que, también dentro de este país, hay muchas áreas en las que la Iglesia y las autoridades públicas pueden trabajar conjuntamente por el bien de los ciudadanos, en consonancia con la histórica costumbre de este Parlamento de invocar la asistencia del Espíritu sobre quienes buscan mejorar las condiciones de toda la humanidad.”

    En su misión de confirmarnos en la fe, el Papa con sabiduría y valentía, a la vez que con gran amor y humildad dirigió según los entendidos, uno de sus mejores discursos. No cabe duda, que en él, tenemos una clara manifestación de los dones y los frutos del Espíritu Santo. Esto me estimula, a la vez que me hace sentir orgulloso de nuestro padre espiritual.

    Y con motivo del Regina Caeli del 31 mayo 2009, el Papa nos enseña:

    “El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. ¿Sin Él a qué quedaría reducida? Sería ciertamente un gran movimiento histórico, una compleja y sólida institución social, quizá una especie de agencia humanitaria. Y, en realidad, así la consideran quienes la ven fuera de una perspectiva de fe. Sin embargo, en su verdadera naturaleza y también en su más auténtica presencia histórica, la Iglesia es incesantemente modelada y guiada por el Espíritu de su Señor. Es un cuerpo vivo, cuya vitalidad es precisamente fruto del invisible Espíritu divino.”

    ¡La Iglesia es un cuerpo vivo!
    Los ciudadanos de Barcelona en especial, vamos a tener la oportunidad de constatarlo el próximo domingo 7 de noviembre, con la visita del Papa.

    En la Palabra de Dios que nos ofrece el presente tema, se nos invita a revestirnos como elegidos de Dios, santos y amados. Esos vestidos son las virtudes y los dones del E. Santo.

    Hoy celebramos la festividad de todos los santos.
    De todos aquellos cristianos que dóciles a la acción del Espíritu Santo y unidos como un solo cuerpo, manifiestan el fruto más hermoso que la tarea del Espíritu Santo otorga a las almas:
    LA SANTIDAD.
    ¡Pensar en Cristo y en todos los santos!
    (la lista es interminable, conocidos y anónimos)
    ¿Se puede desear mejor compañía?

    Pienso que la docilidad es la mejor actitud que puedo tener, para que el Espíritu Santo pueda configurarme a Cristo, comunicarme sus sentimientos.

    El mundo prefiere la rebeldía a la docilidad, pues ésta les parece debilidad y humillación; cuando en realidad es la mejor disposición del que ama y se fía de Dios.
    Él nos mueve, nos inspira y nos santifica.
    María esposa del Espíritu Santo y Madre nuestra nos lo enseña a la perfección.

    Un abrazo.

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