domingo, 25 de abril de 2010

13. EL PAN DE VIDA

EXPOSICIÓN:

EL MANNÀ (éxodo 16, 1-15)
... era el día quince del mes segundo, después de haber salido de la tierra de Egipto .... entonces, toda la congregación de los hijos de Israel comenzó a murmurar contra Moisés y Aaron, en el desierto. "Nos ha llevado a este desierto para matar de hambre a toda esta generación."

El Señor dijo a Moisés: "Mirad, os haré llover pan del cielo para vosotros, y el pueblo saldrá a recoger cada día la ración diaria" ... y a la mañana siguiente por la mañana había una capa rocío alrededor del campamento.
Y cuando la capa de rocío se desvaneció, sobre la superficie del desierto había una cosa pequeña, granulada, semejante a la escarcha, sobre la tierra. Al ver esto, los hijos de Israel se decían unos a otros: "Qué es esto?", Porque no sabían qué era. Y Moisés les dijo: "Este es el pan que el Señor os da por alimento".

MULTIPICACIÓN DE LOS PANES (Yo 6, 1-15)
Entonces, Jesús alza los ojos y, viendo la gran gentío que se le acercaba, dice a Felipe: "¿Dónde podremos comprar pan para darles comida?" Esto lo decía para probarlo, porque él ya tenía pensado lo que iba a hacer.
 Felipe le contestó: "Ni con doscientos denarios de pan no tendríamos suficiente para que a cada uno le tocara un pedazo." Entonces, uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dice:
"Aquí hay un chico que tiene cinco panes de cebada y dos peces, pero, ¿qué es esto para tanta gente?"

Jesús le dijo: "Haced que la gente se siente" En aquel lugar había bastante hierba. Se sentaron en número de unos cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, y después de dar gracias los repartió a los que estaban sentados, y también les repartió los peces. Les dio tanto como quisieron. Cuando quedaron satisfechos, dijo a sus discípulos: "Recoger los pedazos que han sobrado, a fin de que no se pierda nada."

Los recogieron y llenaron doce canastas con los trozos
 de pan que sobraron a los que habían comido. Aquella gente, al ver el milagro que había hecho, decían: "Este sí que es el profeta que había de venir al mundo."


JESÚS, EL PAN DE VIDA (Jo 6, 22-59) 
Jesús les respondió: "De verdad os digo que me buscáis no porque habéis visto los milagros, sino porque habéis comido pan y os habéis hartado. Es necesario que trabajéis, pero no por la comida que se estropea, sino por la comida que perdura hasta la vida eterna, que es lo que os dará el Hijo del Hombre, porque éste es el que Dios, el Padre, ha marcado con su sello. " 

Entonces le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para llevar a cabo las obras que Dios quiere?" Jesús respondió: "La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en aquel que él ha enviado." Le replicó: "Y tú, qué señal presentas para que podamos ver y te creamos? ¿Qué obras haces ?

.... Jesús les dijo: "Yo soy el pan de vida, quien viene a mí no tendrá hambre; quien cree en mí no tendrá sed jamás ... esta, pues, es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna y yo lo resucitaré el último día. " 

"Os lo aseguro: el que cree en mí tiene la vida eterna. Yo soy el pan de vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y murieron. Este, en cambio, es el pan que baja del cielo, para que quien coma no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; quien coma de este pan vivirá para siempre, ya que el pan que yo daré para que el mundo viva es mi carne. "


LA SANTA CENA (L. 22, 14-23; Mt 26, 26-30, Mc 14,22-26)
Cuando llegó la hora, Jesús se puso a la mesa con los apóstoles, y les dijo: "Tenía gran deseo de comer esta comida pascual con vosotros, antes de sufrir. Porque os aseguro que ya no la comeré más hasta que tenga cumplimiento en el Reino de Dios. "

Entonces tomó una copa y, después de pronunciar la acción de gracias, le añadió: "Tomad y repartid esto entre vosotros, porque os aseguro que desde ahora ya no beberé más del fruto de la vid hasta que el Reino de Dios sea establecido. " Después tomó pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio diciendo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mia". Habiendo cenado hizo lo mismo con la copa, diciendo: "Esta es la nueva alianza en mi sangre, que se derrama por vosotros ..."

PARA 

PARA REFLEXIONAR: (Catecismo 1333 y siguientes) 

Los milagros de la multiplicación de los panes - cuando el Señor pronunció la bendición, partió y distribuyó los panes por medio de sus discípulos para alimentar el gentío-, prefiguran la sobreabundancia del pan único de su Eucaristía. 

En el corazón de la celebración de la Eucaristía está el pan y el vino que, por las palabras de Cristo y por la invocación del Espíritu Santo, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Fiel al mandato del Señor la Iglesia continúa haciendo, en memoria de él, hasta su retorno glorioso, lo que Él hizo la víspera de su Pasión, de esta manera el Cristo se hace real y misteriosamente presente. 

(Mn.Rovira Belloso "¿Quién es Jesús de Nazaret" del capítulo Fe y Eucaristía) 

Es poco decir memoria. Hay que decir "memorial". El sentido de memorial, no es el simple recuerdo de un hecho o de una persona, sino la acción simbólica que hace recordar lo que sucedió en la Cena y en la Cruz. Para los cristianos el memorial de la Muerte de Cristo es la convicción de que Cristo Jesús, ahora resucitado, actualiza y nos comunica en cada celebración la fuerza salvadora del evento de la cruz. 

Cristo es "la Puerta" que comunica el nivel escatológico-divino con el nivel de la comunidad reunida (los que rezan). El cuerpo de Cristo glorioso, asumido a la derecha del Padre, es la comida -el pan de vida- de la comunidad reunida en este mundo. 

La nueva alianza es la acción de Dios que entra en amistad y comunión con su pueblo, y con cada uno de sus miembros. Celebrar la Eucaristía equivale a participar en el Banquete celeste, del cual es la imagen, y supone por tanto el regalo de compartir la vida divina. 

La caridad fraterna es la continuación exigida e impulsada por la celebración eucarística. El Pan de Vida es entregado para la vida del mundo; de todo hombre y de todos los hombres. La Iglesia que celebra la Eucaristía es y debe ser la misma Iglesia del amor fraterno.

4 comentarios:

  1. Cuando Jesús proclamó que Él era el pan de vida, muchos lo abandonaron... y tú… ¿Qué piensas?

    Es la pregunta que plantea Jaume en su correo, al precioso tema que nos ocupa.
    (Aprovecho el Día del Señor para hacer un comentario al tema).

    El mismo Jesús, la dirigió a los suyos:
    Jesús dijo entonces a los Doce: « ¿También vosotros queréis marcharos? ».
    Le respondió Simón Pedro: « Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios ».

    La pregunta de Jesús, la respuesta de Pedro y la Revelación de Dios completan el laboratorio de la fe. Jesús quiere que manifestemos nuestra respuesta de fe para afirmarnos en su amor. Esto lo expresó maravillosamente Juan Pablo II en el jubileo de los jóvenes, en la vigilia de Tor Vergata. Dios pone a prueba nuestra fe en ÉL.
    Lo mismo pasó cuando preguntó ¿Y vosotros quién decís que soy yo? La respuesta de Pedro estaba impregnada de la revelación del Padre.

    Al finalizar la homilía de la Santa Misa del domingo, el Papa nos animó a los jóvenes que al llegar a nuestros hogares, pusiéramos la Eucaristía en el centro de nuestras vidas.

    Es lo que procuro hacer todos los días. Valorar la Misa diaria, las visitas al sagrario, la adoración eucarística, hacer con frecuencia la comunión espiritual, etc… son dones extraordinarios que el Movimiento siempre nos ha enseñado a amar.
    De la eucaristía debe partir toda la acción de la iglesia y la nuestra.

    La última encíclica de Juan Pablo II es Ecclesia de Eucharistia “La Iglesia vive de la Eucaristía”. En la conclusión del documento aparecen estas bellas palabras:

    Dejadme, mis queridos hermanos y hermanas que, con íntima emoción, en vuestra compañía y para confortar vuestra fe, os dé testimonio de fe en la Santísima Eucaristía. « Ave, verum corpus natum de Maria Virgine, / vere passum, immolatum, in cruce pro homine! ». Aquí está el tesoro de la Iglesia, el corazón del mundo, la prenda del fin al que todo hombre, aunque sea inconscientemente, aspira. Misterio grande, que ciertamente nos supera y pone a dura prueba la capacidad de nuestra mente de ir más allá de las apariencias. Aquí fallan nuestros sentidos –« visus, tactus, gustus in te fallitur », se dice en el himno Adoro te devote–, pero nos basta sólo la fe, enraizada en las palabras de Cristo y que los Apóstoles nos han transmitido. Dejadme que, como Pedro al final del discurso eucarístico en el Evangelio de Juan, yo le repita a Cristo, en nombre de toda la Iglesia y en nombre de todos vosotros: « Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna » (Jn 6, 68).

    Y nuestro Papa actual, Benedicto XVI en su 1ª encíclica, hablando de la unidad del amor en la Creación y en la historia de la Salvación, nos dice en el punto 12, titulado Jesucristo, el amor de Dios encarnado:

    12.La verdadera originalidad del Nuevo Testamento no consiste en nuevas ideas, sino en la figura misma de Cristo, que da carne y sangre a los conceptos: un realismo inaudito.
    Poner la mirada en el costado traspasado de Cristo, del que habla Juan (cf. 19, 37), ayuda a comprender lo que ha sido el punto de partida de esta Carta encíclica: « Dios es amor » (1 Jn 4, 8). Es allí, en la cruz, donde puede contemplarse esta verdad. Y a partir de allí se debe definir ahora qué es el amor. Y, desde esa mirada, el cristiano encuentra la orientación de su vivir y de su amar.
    14. La unión con Cristo es al mismo tiempo unión con todos los demás a los que él se entrega. No puedo tener a Cristo sólo para mí; únicamente puedo pertenecerle en unión con todos los que son suyos o lo serán. La comunión me hace salir de mí mismo para ir hacia Él, y por tanto, también hacia la unidad con todos los cristianos. Nos hacemos « un cuerpo », aunados en una única existencia.

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  2. La Iglesia nos ha propuesto, en el evangelio de estos últimos días, el discurso del Pan de Vida. Uno de los pasajes que nos propone el presente tema de formación.

    «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre».

    Son afirmaciones capitales, que no dejan lugar a la duda.
    De este pasaje comenta un sacerdote: “Comer para vivir”: comer la carne del Hijo del hombre para vivir como el Hijo del hombre. Este comer se llama “comunión”. Es un “comer”, y decimos “comer” para que quede clara la necesidad de la asimilación, de la identificación con Jesús. Se comulga para mantener la unión: para pensar como Él, para hablar como Él, para amar como Él.

    De este pasaje, siempre me ha sorprendido la claridad puesta de manifiesto, en que la eucaristía es verdaderamente comer y beber el cuerpo y la sangre de Cristo.
    Algunos llamados “testigos” dicen que significa su cuerpo.
    Pero el abandono que sufre Cristo por parte de muchos, refleja, que deja claro que “es comer su cuerpo” y no que “significa comer su cuerpo”.

    Y en la Última cena, la institución de la eucaristía (5º misterio de luz del Santo Rosario) me fascina la expresión:
    «Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer».
    ¡Menuda declaración de amor que nos hace Jesús. Su AMOR por mi, es ARDIENTE.
    Que el Espíritu Santo nos ayude a ACOGER y a RESPONDER a tan INFINITO AMOR.

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  3. El otro día el presidente del parlamento español hacía unas declaraciones en las que decía: "Yo creo en Dios porque no lo veo"

    Esto es sí mismo absurdo ya que precisamente la fe se basa en lo que vemos. Lo que hemos visto es prueba de que la promesa es verdadera y es por ello que tenemos fe: "Garantía de lo que esperamos y prueba de lo que no vemos (Hbr 11,1)

    ¿Qué es lo que ha visto San Pablo para confiar? ¿Qué es lo que vemos nosotros? ¿Qué tiene que ver con la Eucaristía?

    San Pablo lo tiene claro, ha visto a Jesús Resucitado. Yo por mi parte también lo tengo claro. Ellos, los apóstoles nos enseñan a ver al Resucitado porque ellos lo han visto y nos transmiten sus enseñanzas de manera fidedigna.

    Esto es muy importante porque la fe entonces no es algo irracional, si no que, al contrario, nos hace darnos cuenta de la grandeza de Dios que no puede ir contra´Sí mismo y por ende de su creación y nos hace entender como El entiende, en definitiva Conocer como El conoce. Esto es muy grande porque lo trasciende todo; desde la creación con el Universo como primer punto de conocimiento (incluyendo todas las leyes materiales) y el hombre como criatura de Dios hecho de barro y a su imgen y semejanza, hasta la Revelación ordenando y dando fin a los libros Sagrados en la Persona de Cristo.

    Es por ello que Cristo es origen (en la Creación) y fin porque todo se ordena y adquiere sentido en El y a su vez es Camino porque con su entrega nos muestra la nuestra, es decir nuestro camino.


    continua en el siguiente comentario

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  4. (Viene del anterior comentario)

    Me voy a detener en el término Camino que usa durante la Ultima Cena. Además es significativo, o no, pero en cualquier caso es sorprendente esta expresión en este momento (Jn 14,6). Yo soy el Camino lo pronuncia en el momento que que hace partícipes a sus discípulos de su Entrega al Padre. de manera que el que se une a Cristo en esa entrega sigue el Camino del Padre como indica a Felipe a continuación (Jn 14,11).
    Por otra parte nos olvidamos muchas veces que Dios es concreto porque hace cosas concretas; no necesita teorías porque es omnisciente y todo lo que hace=dice. (No olvidemos que su Palabra es Creadora)como vemos en el Génesis, hágase implica una acción concreta; de tal manera que su Palabra, y Cristo es Dios tiene valor concreto (Esto es mi cuerpo..., esto es mi Sangre...)(Lc 22, 19-20).

    Uniendo las dos premisas expuestas anteriormente podemos deducir que es realmente el Pan de Vida, el Pan Vivo bajado del Cielo. Esto es muy importante porque el que comulga con fe obtiene la Vida de Cristo porque se hace Uno en Él. Obtiene el Camino porque Cristo mismo es El camino porque es de la verdad, y todo el que es de la Verdad escucha su Voz.

    La Eucaristía por tanto no es sólo un valor simbólico de nuestra intención de seguir a Cristo, sino que es El mismo quien viene a nosotros para hacernos Uno con el Padre.

    Es gran misterio de entrega que el que no tiene pecado se hace Pecado conmigo para hacerme Uno con el Padre.

    Es por ello que la Eucaristía perdona los pecados veniales y es condenación el comulgar en Pacado mortal.

    Por tanto realmente es el Pan que da Vida porque sólo exige de mi tener la predisposición a recibirlo. Y alguno puede decir entonces que no es necesaria la confesión. Pero si eso decimos, olvidamos que somos criaturas a imagen de Dios; y nuestra palabra también se hace concreta, y la manera de hacer concreta mi disposición de recibir a Jesús es la confesión.

    Por tanto la confesión además de perdonar los pecados implica por mi parte la voluntad de recibir a Jesús. Que por otra parte es lo único que El nos pide.

    Por tanto la Eucaristía tiene valor infinito porque nos introduce en lo infinito de Dios. Nos hace dignos frente al Padre.
    Nos muestra nuestro camino de salvación, que es nuestra auténtica vocación a la Santidad.
    Nos une a los hermanos en la infinitud de Dios, o lo que es lo mismo que decir que nos une en la Caridad.
    Nos enseña qué es la entrega; y si no pensemos las veces que al ir a Comulgar, hemos ido por rutina o pensando en nuestras cosas o simplemente cansados.
    Y no digo esto para ver nuestra indignidad sinó la entrega de Jesús incluso a los que le "amamos".

    Muchas veces al pensar en la Eucaristía la conclusión a la que llego es que aunque no sea yo recibido en algún sitio, no tengo derecho a negarme al hermano en nada y mucho menos en mis compromisos adquieridos con él en una catequesis, en una reunión, en una actividad, en una intervención, en mi trabajo, etc. No tengo derecho porque Jesús renuncia a su derecho de no recibirme cuando he pecado (venialmente se supone, ya que el pecado mortal comporta que yo no lo quiero recibir por tanto el no va a entrar porque nos ha hecho libres).
    Cuando Comulgo lo importante no es que yo recibo a Jesús. Lo extraordinario es que pese a mi pecado el no sólo me recibe sino que se hace uno conmigo como ofrenda agradable al Padre. Tanto amó Dios al mundo.

    Un abrazo en Cristo

    Antonio García .

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