viernes, 18 de febrero de 2011

TEMA 29. EL PECADO (I)

EXPOSICIÓN
(Catecismo de la Iglesia Católica puntos del 385 al 421 y de 1846 al 1876)

EL MAL
Dios es infinitamente bueno y todas sus obras son buenas. Pero nadie se escapa de la experiencia del sufrimiento, de los males de la naturaleza y sobre todo, de la cuestión del mal moral.

El pecado está presente en la historia de la humanidad: sería inútil querer ignorar o dar otros nombres a esta realidad oscura. Sólo desde la perspectiva del "vínculo profundo del hombre con Dios" se puede tratar de comprender que es el pecado. Sin esta relación no se puede desenmascarar la verdadera identidad del mal del pecado como rechazo y oposición frontal del hombre hacia Dios.

En su Revelación, en el Génesis, Dios da luz sobre la realidad del pecado, y más particularmente del pecado de los orígenes. Pero es en el progreso de la revelación, a la luz de la muerte y Resurrección de Jesús, donde se aclara la realidad del pecado. Hay que reconocer a Cristo como la fuente de la gracia para reconocer a Adán como la fuente del pecado.

EL DIABLO

El pecado de desobediencia de los primeros padres tiene detrás a una voz seductora opuesta a Dios, la del ángel caído, el diablo, Satanás. Estas criaturas celestiales haciendo uso de su libre elección rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y a su Reino.

El carácter irrevocable de esta elección no puede conseguir el perdón a pesar de la infinita misericordia de Dios.

En la historia de la humanidad Satanás busca enfrentar al hombre contra Dios, actúa por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo, pero sin embargo su poder no es infinito. No puede impedir la edificación del Reino de Dios, aunque su actuación causa daños terribles de naturaleza espiritual.

La permisión divina de la actividad diabólica es un gran misterio, pero sabemos que Dios colabora en todo para el bien de aquellos que le aman. (Rm 8,28)



EL PRIMER PECADO DEL HOMBRE

El hombre tentado por el diablo deja morir en su corazón la confianza hacia el Creador y abusando de su libertad desobedece el mandato de Dios. Todo pecado, después de eso, será una desobediencia a Dios y una falta de confianza en su bondad.

"Si comes el fruto del árbol del bien y el mal, serás como Dios". En este pecado, el hombre se prefirió a si mismo y despreció a Dios: hizo la elección de sí mismo contra Dios, contra las exigencias de su estado de criatura y en definitiva contra su propio bien.

Creado en estado de santidad, las consecuencias dramáticas del pecado son que Adán y Eva pierden inmediatamente la gracia de la santidad original, se rompe la armonía del hombre con la creación visible que se hace extranjera y hostil.

A causa del hombre, la creación es sometida a la servidumbre de la corrupción y finalmente, como consecuencia explícitamente anunciada, entró la muerte en la historia de la humanidad.


CONSECUENCIAS DEL PECADO DE ADÁN PARA LA HUMANIDAD

Todos los hombres se encuentran implicados en el pecado de Adán. Por la desobediencia de un solo hombre, la multitud fue constituida pecadora (Rm 5,19).

A la universalidad del pecado y de la muerte, San Pablo opone la universalidad de la salvación por Cristo. "Feliz la culpa que mereció un Redentor tan grande".

La Iglesia ha enseñado desde siempre que la miseria inmensa que abruma a los hombres y su inclinación al mal y a la muerte tienen relación con el pecado de Adán que nos ha transmitido y con el que todos nacemos. Por eso la Iglesia administra el bautismo para el perdón de los pecados incluso a los recién nacidos.

Por el pecado original la naturaleza humana ha sido privada de la santidad y la justicia originales. El bautismo, que nos da la gracia de Cristo, borra el pecado original y vuelve a decantar al hombre hacia Dios. Pero las consecuencias del pecado persisten en la naturaleza humana, debilitada e inclinada al mal, y llaman al hombre a la lucha espiritual.

DIOS NO ABANDONA AL HOMBRE EN EL DOMINIO DE LA MUERTE

Tras la caída, Dios no abandona al hombre. Al contrario lo llama y le anuncia de modo misterioso la victoria sobre el mal y el levantamiento de su caída.

Dios anuncia a su pueblo la venida de un nuevo Adán, el cual, por su obediencia hasta la muerte y muerte de cruz, repara con creces la desobediencia de Adán. "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia".

DEFINICIÓN DEL PECADO

El pecado es un acto personal. El pecado es una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna, es una falta de amor verdadero hacia Dios y hacia el prójimo a causa de una adhesión perversa a ciertos bienes.

El pecado es una ofensa a Dios, es amor a uno mismo hasta el desprecio de Dios. Es una desobediencia, una rebelión contra Dios. Con esta exultación orgullosa de uno mismo, el pecado se opone diametralmente a la obediencia de Jesús que lleva a cabo la salvación.

En la pasión, Cristo vence al pecado que se le enfrenta con su violencia múltiple: incredulidad, odio asesino, rechazo y mofa por parte de los dirigentes y del pueblo, cobardía de Pilato, crueldad de los soldados, traición de Judas, negación de Pedro y abandono de los discípulos. Pero en aquella hora de las tinieblas, el sacrificio de Cristo se convierte secretamente en fuente inagotable de donde brota el perdón de nuestros pecados.

LOS PECADOS

Larga y variada es la lista de los pecados, y pueden ser definidos por las virtudes que contrarían (humildad, generosidad, castidad, paciencia, templanza, caridad y diligencia), o directamente por los mandamientos de la Ley de Dios que incumplen.

San Gregorio Magno indica que hay siete pecados capitales que son: la soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza. Se llaman capitales porque engendran otros pecados.

San Pablo en la carta a los Gálatas opone a los frutos del Espíritu las obras de la carne: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, magia, enemistades, discordias, celos, indignaciones, disputas, disensiones, divisiones, envidias, embriaguez, orgías y otras cosas similares. "Os prevengo que quienes cometen tales cosas no heredarán el Reino de Dios".

EL PECADO MORTAL

El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre con una infracción grave de la Ley de Dios; desvía al hombre de Dios, prefiriendo un bien inferior. El pecado mortal es una posibilidad radical de la libertad humana, al igual que el amor. Si no es rescatado con el arrepentimiento y el perdón de Dios, causa la exclusión del Reino de Cristo y la condenación eterna.

Para que un pecado sea mortal se deben cumplir al mismo tiempo tres condiciones: que la materia sea grave (contra los 10 mandamientos), que se cometa con plena conciencia y con propósito deliberado. El pecado por malicia, por elección deliberada del mal es el más grave.

Los pecados, aunque no sean mortales, debilitan la caridad: revelan una afección desordenada a los bienes creados, impiden la progresión del alma en el ejercicio de las virtudes y la práctica del bien moral.

PARA REFLEXIONAR:

Siendo el pecado un acto personal, se puede cooperar en los pecados de otros. El pecado hace que los hombres sean cómplices unos de otros y que reinen entre ellos la concupiscencia, la violencia y la injusticia.

Los pecados provocan situaciones sociales e instituciones contrarias a la Bondad divina. "Las estructuras de pecado" son la expresión y el efecto de los pecados personales. Inducen a las víctimas a cometer el mal individualmente, pero son un "pecado social".

Os invito a participar con vuestros comentarios, vivencias o pensamientos que os haya sugerido el tema.

viernes, 4 de febrero de 2011

TEMA 28. LA EUCARISTIA

EXPOSICIÓN:

EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA

En la última cena Jesús estableció el sacrificio eucarístico de su Cuerpo y su Sangre, con el que había de perpetuar por los siglos el sacrificio de la Cruz, hasta su regreso, dejando así a la Iglesia el memorial de su muerte y de su resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete Pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia, y se nos da la prenda de la gloria futura.

Tener parte en el pan y en el cáliz, es entrar en comunión personal con Cristo que él mismo se da a nosotros.

Mientras comían, Jesús tomó un pan y, después de dar gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: "Tomad, comed, esto es mi cuerpo." Después tomó una copa y, habiendo dado gracias, se la dio diciendo: "Bebed todos, porque esto es mi sangre. Sangre de la alianza, que es derramada a vuestro favor para el perdón de los pecados. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que lo beba de nuevo con vosotros, en el Reino de mi Padre. Haced esto en conmemoración mía".



LA SANTA EUCARISTÍA CORONA LA INICIACIÓN CRISTIANA

Los que han sido elevados a la dignidad del sacerdocio real por el Bautismo y más profundamente configurados a Cristo por la Confirmación participan con toda la comunidad, por medio de la Eucaristía, en el mismo sacrificio del Señor.

La Eucaristía es la fuente y cima de todos los demás sacramentos. En efecto, éstos nos proporcionan el beneficio de la salvación, mientras que la Eucaristía nos da al Señor mismo, fuente de nuestra salvación. Por la Eucaristía, Cristo se hace presente la Iglesia y se nos da como alimento.

LOS NOMBRES QUE RECIBE ESTE SACRAMENTO

EUCARISTÍA
Celebrar al Señor por el bien que ha hecho dándonos la salvación es un acto de agradecimiento. Hacer "eucaristía" significa "dar gracias", decir "gracias". EL corazón lleno de agradecimiento se alegra de recibir el don y reconoce al donante. Damos gracias al Padre por la creación y aún damos más gracias por su Hijo, que nos ha hecho pasar del pecado a la gracia, de la muerte a la resurrección.

BANQUETE DEL SEÑOR
Haciendo referencia al momento en que Jesús lo instituyó. Anticipación del banquete de boda celestial.

FRACCIÓN DEL PAN
Haciendo referencia al rito propio de las comidas judías que usó Jesús. Los discípulos de Emaús reconocen el resucitado en la fracción del pan.

MEMORIAL
De la pasión y resurrección del Señor.

COMUNIÓN
Porque por medio de este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y su Sangre para formar un solo cuerpo.

ASAMBLEA EUCARISTICA
Porque la Eucaristía se celebra en la asamblea de fieles, expresión visible de la Iglesia.

SANTA MISA
La celebración termina con el envío de los fieles (missio) para que cumplan la voluntad de Dios en la vida de cada día.


LA CELEBRACIÓN LITÚRGICA DE LA EUCARISTÍA

Fieles al mandato del Señor: "haced esto en memoria mía", los cristianos se reúnen el primer día de la semana para celebrar la cena del Señor.

La participación Eucaristía del domingo es la expresión más importante de la fe y de la comunión con Cristo muerto y resucitado.

La reunión de las primeras comunidades cristianas para "la fracción del pan" se ha perpetuado en el tiempo, de manera que hoy la Iglesia celebra en todas partes con la misma estructura fundamental que se desarrolla en dos grandes momentos que forman una unidad básica :

- La liturgia de la Palabra, con las lecturas, la homilía y la oración universal.
- La liturgia eucarística, con la presentación del pan y del vino, la acción de gracias consacratoria y la comunión.

LA DINÁMICA DE LA CELEBRACIÓN RITO DE APERTURA.

Señal de la cruz. Saludo del sacerdote. Reconocimiento de pueblo pecador perdonado: Señor ten piedad!. Himno de alabanza: ¡Gloria a Dios en el cielo!

PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA.

Habla el Señor. Primera lectura, casi siempre del antiguo testamento . Himno de los salmos. Segunda lectura, sobre la predicación de los apóstoles. Tercera lectura del Evangelio. Homilía y oración universal.

LITURGIA EUCARÍSTICA.

Presentación de las ofrendas y oración de ofrecimiento. Plegaria Eucarística. Invocación del Espíritu extendiendo sus manos sobre el pan y el vino. Relato de la institución. Consagración.

Oración de la asamblea (Anunciamos tu muerte, proclamamos ..). Oraciones de intercesión. Acción de gracias. Padrenuestro.

COMULGAR A CRISTO.

Todos aquellos fieles con las disposiciones debidas, se acercan a comulgar.

DESPEDIDA DE LA ASAMBLEA.

Se termina la celebración con la bendición y la despedida que es una verdadera misión. Enviados al mundo llevando en el corazón la paz de Cristo. "¡Podéis ir en paz!"



DISPOSICIÓN DEBIDA PARA COMULGAR

El que es consciente de un pecado grave debe recibir el sacramento de la reconciliación antes de acercarse a la comunión. "Señor no soy digno de que entre en mi casa ....".

Ayuno prescrito antes de ir a comulgar (no comer una hora antes). Actitud corporal adecuada (gestos, vestido) que refleja el respeto, la solemnidad y la alegría del momento.

La Iglesia recomienda vivamente a los fieles que reciban la santa Eucaristía los domingos y días de fiesta, o más a menudo aún, incluso cada día. Considera pecado grave no participar por desidia los domingos y festivos en la Misa, y pide que al menos una vez al año se debe recibir la Eucaristía, si es posible en el tiempo Pascual y debidamente preparados por el sacramento de la reconciliación.

LOS FRUTOS DE LA COMUNIÓN

La comunión acrecienta nuestra unión con Cristo, alimenta nuestra vida espiritual, aumenta y renueva la vida de la gracia. La comunión nos separa del pecado y fortalece la caridad. Nos une a los miembros de la Iglesia y nos compromete a favor de los pobres.

EL CULTO A LA EUCARISTÍA

La Iglesia tributa el culto debido al sacramento de la Eucaristía no sólo durante la Misa, sino también fuera de la celebración: conservando con el mayor respeto las hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las veneren solemnemente. En el sagrario, en la exposición del santísimo y llevándolas en procesión.

PARA REFLEXIONAR:

De celebración en celebración, anunciando el misterio pascual de Jesús "hasta que Él venga" (1 Co 11,26) el pueblo de Dios peregrina en la tierra avanzando "por la puerta estrecha de la Cruz" hacia el banquete celestial, cuando todos los elegidos se sentarán a la mesa del Reino.

¿Formo parte de la barca de Pedro ?....

¿Celebro el domingo ?....

¿Doy culto a la Eucaristía? …

Os invito a participar con vuestros comentarios y vivencias que seguro nos enriqueceran a todos!

viernes, 21 de enero de 2011

TEMA 27. LA GRACIA Y LAS VIRTUDES (2). LA CARIDAD

EXPOSICIÓN (Del Catecismo 1822-1829)

LA CARIDAD

Es la virtud teologal por la que amamos a Dios por él mismo sobre todas las cosas, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por el amor de Dios: "Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?" Él le dijo: "¿Qué hay escrito en la Ley?" "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente y al prójimo como a ti mismo”. Él le dijo:"Has respondido bien; haz esto y vivirás".(L. 10, 25-37)

UN MANDAMIENTO NUEVO

Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo, amando a los suyos "hasta el extremo" manifiesta el amor que ha recibido del Padre: "Como el Padre me amó, así os he amado yo, perseverad en mi amor (Jn 15 , 9) "" Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado "(Jn 15,12)

HIMNO DEL AMOR (San Pablo 1 ª Corintios 13, 1-13)

Si yo tuviera el don de hablar lenguas ..... Y si tuviera el don de profecía ..... Y si distribuyera todos mis bienes en alimentos para los pobres .... si no tengo amor, no me sirve de nada. El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es pretencioso ni orgulloso; no es insolente ni egoísta, no se irrita ni es vengativo; no se alegra de la injusticia, sino que se complace en la verdad; todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca decae.

Nuestro conocimiento es imperfecto .... por ahora subsisten estas tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande es el amor.

LA CARIDAD IMPULSA EL EJERCICIO DE TODAS LAS VIRTUDES

El ejercicio de todas las virtudes está animado e inspirado por la Caridad. La caridad asegura y purifica nuestra potencia humana de amar. La eleva a la perfección natural del amor divino: "Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de sentimientos tiernos, de benignidad, de humildad, de serenidad, de paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguien tiene alguna queja contra otro, como el Señor os perdonó, haced así también vosotros. Y, como culminación de todo esto, ceñíos del amor, que es el vínculo de la perfección. "(San Pablo. Colosenses 3, 12-14)

FRUTOS DE LA CARIDAD

La práctica de la vida moral animada por la caridad da al cristiano la libertad espiritual de los hijos de Dios. Por los méritos de Jesucristo el cristiano ya no se encuentra ante Dios como un esclavo, con miedo servil, sino como un hijo que corresponde al amor "de aquel que ha amado primero" (1Jn 4,19). Los frutos de la caridad son el gozo, la paz y la misericordia, exige la práctica del bien y la corrección fraterna, es benevolente; desvela la reciprocidad y se mantiene desinteresada y liberal, es amistad y comunión.

“DEUS CARITAS EST”. DIOS ES CARIDAD.
(Los siguiente párrafos son un extracto de la encíclica de Benedicto XVI "Deus caritas est")

LA NATURALEZA DEL AMOR: EROS Y AGAPE

Por EROS se entiende aquel amor que nace entre el hombre y la mujer, que no nace del pensamiento o de la voluntad, sino que en cierto sentido se impone al ser humano. Es atracción, un estado de arrebato, que ansía estar con el amado, deseo de poseerlo en cuerpo y alma. Estoy con el amado porque me hace feliz.

Por AGAPÉ se entiende aquella experiencia de amor que llega al descubrimiento del otro, superando el carácter más egoísta del EROS. Ahora el amor se entiende como ocuparse del otro y preocuparse del otro. Ya no se busca a uno mismo, sumergirse en la embriaguez de la felicidad, sino que quiere el bien del amado. Es capaz de renunciar al propio egoísmo y está dispuesto al sacrificio por la persona amada. La justa unidad entre EROS y AGAPÉ es la realidad del amor.

Así el momento del AGAPÉ se inserta en el del EROS inicial. El amor no puede dar únicamente y siempre, también debe ser correspondido, es necesario recibir amor. Quien quiere dar amor, también lo debe recibir como un don.

DIOS ES EROS Y AGAPE

Dios se revela al hombre por medio del pueblo de Israel y le indica que es él el único Dios, creador de todo lo que existe y creador del hombre. Todo lo ha hecho por amor y ha creado al hombre por que le ama.

El Dios revelado al pueblo de Israel es un Dios que ama personalmente. Y nos ama con esta dualidad de Eros y Agapé. Dios ama apasionadamente al hombre, le ama con un amor gratuito que a la vez también es un amor que perdona y está dispuesto al sacrificio. Dios que escoge y ama al pueblo de Israel sufre su desamor y su infidelidad.

JESUCRISTO, EL AMOR DE DIOS ENCARNADO

La novedad del Nuevo Testamento es la actuación imprevisible y, en cierto sentido inaudita de Dios. Jesucristo es el amor de Dios encarnado. En Jesucristo el propio Dios sale a buscar a la oveja perdida: la humanidad doliente y extraviada. Por la pasión de Jesucristo Dios se pone contra sí mismo, le entrega para dar nueva vida al hombre y salvarlo: esto es amor en su forma más radical.

AMAR A DIOS Y EL PRÓJIMO

El Señor nos ha amado primero, por su amor se ha revelado en Jesucristo y nos ha dejado su Espíritu y su Iglesia. Dios sigue viniendo al encuentro del hombre a través de la Palabra, los sacramentos y especialmente de la Eucaristía. El hombre puede corresponder a ese amor de Dios a través de estos medios y especialmente amando al prójimo. La historia de amor entre Dios y el hombre consiste en la comunión entre pensamiento y sentimiento. Desde el sentimiento de que Dios está dentro de mí, mi pensamiento y mi voluntad tienden a coincidir cada vez más con la voluntad de Dios.

El amor es un proceso que siempre está en camino, nunca se da por completado, se transforma en el curso de la vida y va madurando. Conforme va creciendo, nos "abandonamos" en Dios que es la causa de nuestra alegría. En esta comunión con Dios es posible el amor al prójimo en el sentido que Jesucristo explica en la parábola del buen samaritano.

Desde el encuentro íntimo con Dios aprendo a mirar a otro no con mis ojos y mis sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo. Sólo mi disponibilidad para ayudar al prójimo, para manifestarle amor, me hace sensible ante Dios. El servicio al prójimo abre mis ojos a lo que Dios hace por mí y al amor inmenso con que me quiere.

PARA REFLEXIONAR:

¿En nuestras relaciones de amor, vivimos el amor también como agapé?

¿Vivimos esta intimidad con Dios?. ¿Le amamos?

¿Amo al prójimo? ¿a mi familia? ... ¿a los amigos?.... ¿a los compañeros de trabajo ?..... ¿a los vecinos?.... ¿a los hermanos en la fe?....

¿Busco una caridad "anónima" o quiero implicarme?......

sábado, 8 de enero de 2011

TEMA 26. LA GRACIA Y LAS VIRTUDES (I). LA FE Y LA ESPERANZA

EXPOSICIÓN:

LA GRACIA

La gracia es el favor o el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llamada: llegar a ser hijos de Dios, hijos adoptivos, participantes de la naturaleza divina y de la vida eterna.

La libre iniciativa de Dios reclama la respuesta libre del hombre. Dios ha creado al hombre a su imagen y le ha otorgado, junto con la libertad, el don de poder conocer y amar. Sólo libremente entra el alma en la comunión del amor.

La gracia nos introduce en la intimidad de vida trinitaria: Por el bautismo el cristiano participa de la gracia de Cristo que lo hace hijo adoptivo y le permite decir a Dios "Padre", recibiendo el Espíritu Santo que le infunde la caridad.

La gracia del Espíritu Santo tiene el poder de "justificarnos", es decir, de lavarnos nuestros pecados y nos reconcilia con Dios, purifica nuestro corazón y le infunde la fe, la esperanza y la caridad.




LA FE (catecismo de la Iglesia Católica 153-168)

La fe es una virtud infundida por Dios en el alma de los fieles para hacerles capaces de actuar como hijos suyos y merecedores de la vida eterna.

Por la fe creemos en Dios y en todo lo que él nos ha dicho y revelado por Jesucristo y su Iglesia asistida por el Espíritu Santo. Es el asentimiento libre a toda verdad revelada, una adhesión personal. Creer sólo es posible por la gracia, pero no deja de ser un acto auténticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre adherirse a las verdades por Dios reveladas.

En la fe, la inteligencia y la voluntad del hombre colaboran con la gracia divina: "Creer es un acto del entendimiento que se adhiere a la verdad divina bajo el imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia "(Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica 2-2).

La fe es un camino, el grano de mostaza crece y se hace un arbusto grande, así por la fe el creyente desea conocer mejor y trata de comprender mejor las verdades reveladas. La gracia de la fe abre "los ojos del corazón" para llegar a una comprensión más viva de los contenidos de la Revelación. "Creo para entender y entiendo para creer mejor" (San Agustín).




San Pablo a los Efesios (1,18)

Por eso, también yo, desde que he oído hablar de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor hacia todos los creyentes, no paro de dar gracias por vosotros, recordando en cuenta en mis oraciones, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, os dé el don de un espíritu de sabiduría que os revele el pleno conocimiento de él, a fin de que, iluminados interiormente, podáis comprender a qué esperanza os ha llamado, qué riqueza de gloria ofrece su herencia entre los santos, y como de incomparable es su potencia hacia nosotros, los creyentes, operando con esa fuerza poderosa que desplegó en Cristo, cuando le resucitó de entre muertos y le hizo sentarse a su derecha en el cielo.
Todo lo sometió bajo sus pies, y constituyó en el jefe supremo de la Iglesia, que es su cuerpo, la plenitud de aquel que llena por completo el universo.

La respuesta de la fe que el hombre da a Dios es un acto libre y voluntario. Nadie puede ser forzado a abrazar la fe en contra de su voluntad. Cristo invitó a la fe ya la conversión, no forzó. Dio testimonio de la verdad pero no quiso imponerla por la fuerza a los que se oponían.

La fe es un acto personal pero nadie cree para él solo. Nadie se ha dado la fe a sí mismo. La fe la ha recibido de los demás y la ha de transmitir a los demás. Nuestro amor a Jesús y a los demás hombres nos empuja a hablar de nuestra fe a los demás.

LA ESPERANZA

Es la virtud por la que deseamos el Reino y la vida eterna como nuestra felicidad, poniendo la confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos en el auxilio de la gracia del Espíritu Santo. La esperanza responde a la aspiración de felicidad puesta por Dios en el corazón del hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades humanas, las purifica para ordenarlas al Reino de los Cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desamparo; ensancha el corazón con la espera de la felicidad eterna.

El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce a la bienaventuranza de la caridad. La esperanza es el ancla del alma, que nos da seguridad y firmeza y que nos protege en el "combate de la salvación". Jesús por las bienaventuranzas eleva nuestra esperanza en el Cielo. Por los méritos de su pasión, Dios nos guarda en "la esperanza que no engaña". En toda circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, que perseverará hasta el fin, y conseguirá la joya del cielo por las buenas obras hechas con la gracia de Cristo.




PARA REFLEXIONAR: (párrafos extraídos de la encíclica Spes Salvi de Benedicto XVI)

A lo largo de su existencia, el hombre tiene muchas esperanzas, más grandes o más pequeñas, diferentes según los períodos de su vida. A veces puede parecer que una de estas esperanzas lo llena totalmente y que no necesita de ninguna otra. En la juventud puede ser la esperanza del amor grande y satisfactorio; la esperanza de cierta posición en la profesión, de uno u otro éxito determinante para el resto de su vida.

Sin embargo, cuando estas esperanzas se cumplen, se ve claramente que esto, en realidad, no lo era todo. Es claro que el hombre necesita una esperanza que vaya más allá. Es evidente que sólo puede contentarse con algo infinito, algo que será siempre más de lo que nunca podrá alcanzar.

Tal vez muchas personas rechazan hoy la fe simplemente porque la vida eterna no les parece algo deseable. De ninguna manera quieren la vida eterna, sino la presente y, por ello, la fe en la vida eterna les parece más bien un obstáculo.

Por un lado, no queremos morir, los que nos aman, sobre todo, no quieren que muramos. Por otro lado, tampoco podemos seguir existiendo ilimitadamente, y tampoco la tierra ha sido creada con esta perspectiva. Entonces, ¿qué es realmente lo que queremos? Esta paradoja de nuestra propia actitud suscita una pregunta más profunda: ¿qué es realmente la «vida»? ¿Y qué significa verdaderamente «eternidad»?.

En este sentido, es verdad que quien no conoce a Dios, aunque tenga múltiples esperanzas, en el fondo está sin esperanza, sin la gran esperanza que sostiene toda la vida (cf. Ef 2,12).

La verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando «hasta el extremo», «hasta el total cumplimiento» ( cf. Jn 13, 1; 19,30).

Quien ha sido tocado por el amor empieza a intuir lo que sería propiamente «vida». Empieza a intuir qué quiere decir la palabra esperanza que hemos encontrado en el rito del Bautismo: de la fe se espera la «vida eterna», la vida verdadera que, totalmente y sin amenazas, es sencillamente vida en toda su plenitud.

Jesús que dijo de sí mismo que había venido para que nosotros tengamos la vida y la tengamos en plenitud, en abundancia (cf. Jn 10,10), nos explicó también qué significa «vida»: «Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo>>.

viernes, 10 de diciembre de 2010

TEMA 25. LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA. BAUTISMO Y CONFIRMACIÓN.

EXPOSICIÓN:

BAUTISMO DE JESÚS (Mt 3, 1-17) (Mc 1, 7-8)

Por aquellos días se presentó Juan Bautista, que predicaba en el desierto de Judea. Decía: "Convertíos, que el Reino de los Cielos está cerca."

Acudían a él gentes de Jerusalén, de toda la Judea y de todo el valle del Jordán, y los bautizaba en el río Jordán mientras confesaban sus pecados.

Y predicaba así: "Viene detrás de mí el que es más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatarle la correa de las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con el Espíritu Santo”.

Entonces Jesús fue de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Pero Juan se oponía diciendo: "Soy yo que necesito ser bautizado por ti, y tú ¿vienes a mí?".

Jesús le respondió: "Deja que ahora sea así, conviene que cumplamos todo lo que Dios quiere".

Entonces le dejó. Y Jesús, una vez bautizado, salió del agua enseguida, el cielo se abrió y vio cómo el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y venía sobre él. Y se oyó una voz del cielo que decía: "Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco."


QUIEN CREA Y SEA BAUTIZADO, SE SALVARÁ (Mc 16, 15-16)

Finalmente se manifestó a los once cuando estaban en la mesa, y los reprendió por su incredulidad y su empeño en no creer a quienes lo habían visto resucitado, y les dijo: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado, será salvo, pero el que no crea, será condenado”.

DIÁLOGO DE JESÚS CON NICODEMO (Jn 3, 5)

"Te lo aseguro: si uno no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios".

LOS SACRAMENTOS (Libro de la fe. Obispos de Bélgica. Pags.74)

La palabra latina "sacramentum" significa "juramento solemne de fidelidad por medio de un signo auténtico".

Por eso decimos que Jesucristo es el sacramento por excelencia que realiza el encuentro entre Dios y los hombres. Por su parte, la Iglesia es el sacramento de la presencia de Cristo entre los hombres. En la Iglesia, cada sacramento es una palabra y un gesto de salvación.

El Señor nos hace renacer a la vida, por el bautismo, nos confirma y nos perdona los pecados, nos reconcilia; une a los esposos, reúne a su pueblo en la misma mesa y se nos da en alimento; hace revivir a los enfermos y da pastores a su pueblo.

Los sacramentos son la obra del Espíritu Santo: gracias a él podemos encontrar al Señor a través de las palabras y los gestos sacramentales por los cuales él mismo realiza la salvación y nos da una nueva existencia.

PARA REFLEXIONAR:

EL BAUTISMO

Recibir el bautismo es un acto de humildad y de verdad. Los que iban al Jordán para que Juan los bautizara, se reconocían hombres pecadores y reconocían que la justicia no les podía venir de sus propios méritos.

Juan bautizaba con agua en vistas a un cambio profundo de las mentalidades. ¿Qué debemos hacer? .. el que tenga dos túnicas que reparta con el que no tiene ....

Jesús se hace bautizar para hacerse solidario con toda la humanidad. Así confiesa que es un hombre verdadero. De este acto de humildad nace la verdad de Cristo.

El Espíritu Santo baja sobre Jesús, y es proclamando por el Padre como el Hijo amado, el Ungido con el Espíritu, profeta y siervo de Dios. "El que viene detrás de mí os bautizará con el fuego del Espíritu Santo" dice Juan (Mt 3,11).

Por el bautismo, Jesús nos da su Espíritu que nos hace hijos adoptivos del Padre. El fuego del espíritu "quema" el mal en nosotros y nos libra del pecado original. Del bautismo nace un hombre nuevo, un hombre salvado. Convertido en hijo adoptivo del Padre por el bautismo, el cristiano entra en la Iglesia, recibe la dignidad de laico, es decir, se convierte en miembro del Pueblo de Dios, miembro del Cuerpo de Cristo, piedra viva de la Iglesia y templo del Espíritu Santo.

El hombre "viejo" herido por el pecado vivía solo. El hombre "nuevo", liberado del pecado, forma un cuerpo con sus hermanos dentro de la comunidad cristiana.

El bautismo se llama "baño de regeneración", porque la inmersión en el agua nos hace tener parte en la muerte de Cristo y la salida del agua nos hace participar en su resurrección. El agua purifica y simboliza la vida. El bautismo es la Pascua del Cristiano.

LA CONFIRMACIÓN

Desde el bautismo, el cristiano recibe el Espíritu Santo que es origen de su vida nueva. Pero hay un progreso en la manifestación de Dios y en la comunicación de su Espíritu.

La mañana de Pentecostés el Espíritu Santo llena de coraje y de dinamismo misionero a la Iglesia apostólica, para que lleve su testimonio de fe por toda la tierra y más allá de todos los tiempos.

Así se puede decir que si la Pascua del Señor es de alguna manera el bautismo de la Iglesia, Pentecostés es la confirmación. La Pascua del cristiano es su bautismo y la confirmación le renueva el don de Pentecostés.

Este don del Espíritu inserta plenamente al bautizado en la Iglesia misionera y le impulsa a participar de la misión de proclamar la buena nueva.

El bautismo y la confirmación, junto con el sacramento del orden, son cada uno de ellos un "rito de consagración" que confiere la misión de Cristo. Para poder cumplirla, Dios confiere una "fuerza permanente". Es por ello que estos sacramentos dejan una "huella". Sólo se pueden recibir una sola vez.



EL RITO DEL BAUTISMO Y DE LA CONFIRMACIÓN

Del rito del bautismo forman parte la palabra, el agua y la luz. Antes de recibir el bautismo, junto con la asamblea, el catecúmen o los padres del niño proclaman la renuncia al mal y hacen la profesión de fe.

El ministro del sacramento, normalmente sacerdote, hace la efusión del agua en la cabeza del bautizado y pronuncia las palabras del bautizo. Se unge con el aceite, que simboliza el Espíritu, se lleva una prenda blanca, que simboliza la vida nueva, se enciende una vela que simboliza la luz de Cristo que el Señor nos da.

En el caso de un niño, padres y padrinos toman la responsabilidad de educar en la fe al nuevo cristiano.

En el sacramento de la confirmación, reservada su administración al obispo, se vuelve a proclamar la renuncia al mal y se hace la profesión de fe. El obispo impone las manos sobre la cabeza del confirmado, lo que significa en conjunto “toma de posesión, investidura y bendición”. Y finalmente, se hace la unción con aceite que simboliza el Espíritu Santo. Con la unción y la palabra que le acompaña el confirmado recibe el "sello" del Espíritu.

La confirmación sella la alianza del bautismo que nos hace hijos de Dios, por los méritos de Jesucristo.

¿Soy consciente de la dignidad que me confieren el bautismo y la confirmación ?....

liberado del mal, regenerado como hijo de Dios, miembro de Cristo, incorporado en su Iglesia y partícipe de su misión ..

(Los párrafos anteriores están recogidos del "libro de la fe" de los obispos belgas, y también del Catecismo de la Iglesia puntos 1210 a 1300).

viernes, 26 de noviembre de 2010

TEMA 24. CAMINAMOS JUNTOS EN LA IGLESIA

EXPOSICIÓN:

LOS APÓSTOLES (Catecismo 858 y siguientes)

Jesús elige a los apóstoles para que estén con él y para enviarlos a predicar. En ellos continúa su propia misión: "Como el padre me ha enviado, así yo os envío a vosotros" (Ju 20,21). Los apóstoles se saben "servidores de Cristo y administradores del Misterio de Dios" (1 Co 4,1).

Elección de los doce (Mc 3 -13-19; Mt 10,1-4 Lc 6,12-16)
Después subió a la montaña y llamó a los que quiso, y se reunieron con él. Entonces designó a doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar: Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro, Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el cananeo, y Judas Iscariote, el que lo traicionó.

Misión del doce (Lc 9,1-6)

Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad para sacar todos los demonios y para curar enfermedades. Y los envió a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfermos. Les dijo: "No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni os llevéis dos túnicas.

Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que salgáis de aquel lugar. Y si no os acogen, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, como testimonio contra ellos. " Ellos se pusieron en camino y recorrían uno por uno los pueblos predicando el evangelio y sanando por todas partes.

Pedro cabeza de la Iglesia (Ju 21, 15-19)

Después de almorzar, Jesús dice a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?" Pedro le responde: "Sí, Señor. Tú sabes que te quiero." Jesús le dice: "Apacienta mis corderos." Por segunda vez le pregunta: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" Le contesta: "Sí, Señor. Tú sabes que te quiero." Le dice: "Apacienta mis ovejas." Le preguntó por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?"

Pedro se entristeció de que le preguntara por tercera vez si lo quería, y le respondió: "Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero" Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas. De verdad te digo:

Cuando eras joven te ceñías tú mismo e ibas donde querías, pero cuando seas viejo extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará donde no quieres ir." Esto lo dijo para indicar con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y añadió: "Sígueme."



LOS OBISPOS SUCESORES DE LOS APÓSTOLES (Catecismo 860 y siguientes)

Los apóstoles serán los testigos elegidos de la Resurrección del Señor y el fundamento de la Iglesia. Cristo les promete que estará con ellos hasta el fin del tiempo. Esta misión divina de predicar el evangelio debe durar hasta el fin de los siglos. Por eso los apóstoles se preocuparon de instituir a sus sucesores.

Los apóstoles se procuraron colaboradores en la misión de atender el rebaño en medio del cual el Espíritu Santo les había puesto para pastorear la Iglesia de Dios. Y les dieron la orden de que cuando se murieran, otros hombres probados se encargaran de su ministerio.

El orden sagrado de los Obispos asegura el relieve y la perennidad de este ministerio. Jesús envía a los obispos como guías en medio de su pueblo para que sean con los sacerdotes ejemplos de amor y anunciadores del Evangelio. Jesús les manda que bauticen, que perdonen los pecados y que celebren la Eucaristía con los hermanos.

Cristo instituyó a los Doce, los constituyó en forma de colegio apostólico o grupo permanente, al frente del cual puso a Pedro, elegido de entre ellos mismos. Igualmente, el Romano Pontífice, el Papa, sucesor de Pedro y los obispos, sucesores de los apóstoles, se encuentran unidos entre sí.

El orden es el sacramento del ministerio apostólico y comporta tres grados: el episcopado, el presbiterado y el diaconado (obispos, sacerdotes y diáconos).

La ordenación es una consagración, una investidura de Cristo mismo para la misión. La imposición de las manos del obispo, con la oración consacratoria, constituye el signo visible de esta consagración.
LOS RELIGIOSOS (Catecismo 925 y siguientes)

La vida religiosa es un don que la Iglesia recibe del Señor y que ella ofrece como un estado de vida estable al fiel llamado por Dios en la profesión de los votos (pobreza, obediencia y castidad).

Todos los religiosos están llamados a colaborar en la implantación y la expansión misionera de la Iglesia y a poner de manifiesto, bajo formas diversas, la caridad misma de Dios en el tiempo actual.

LOS LAICOS (Catecismo 897 y siguientes)


Con el nombre de laicos se entiende todos los cristianos con la excepción de los ordenados y los religiosos. Son los cristianos incorporados a Cristo por el bautismo y constituidos en pueblo de Dios que participan de la función sacerdotal, profética y real de Cristo y de la misión por él encomendada a la Iglesia.

Los fieles laicos se encuentran en la línea más avanzada de la Iglesia y su iniciativa es necesaria para impregnar las realidades sociales, políticas y económicas con los valores cristianos. Participan en virtud del bautismo y la confirmación de la misión de anunciar el mensaje divino de salvación a fin de que sea conocido y recibido por todos los hombres y por toda la tierra.

PARA REFLEXIONAR:

¿PODÉIS BEBER LA COPA QUE YO HE DE BEBER? (Mt 20,20-28)

Subiendo a Jerusalén, la madre de los hijos de Zebedeo pidió a Jesús que sus hijos se sentaran a derecha e izquierda de Jesús en su Reino .... Jesús respondió: "No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo voy a beber?". Le dijeron: "Sí que podemos." Jesús les dijo: "Mi cáliz sí que lo beberéis ..." Jesús se refería al cáliz del martirio.

Así Santiago "el mayor" fue el primer apóstol mártir en el año 43, le seguirían al martirio el resto de apóstoles a excepción de Juan. Pedro y Pablo murieron mártires en Roma sobre el año 67. Los sucesores de Pedro siguieron la misma suerte en los siglos I y II bajo el Imperio Romano (San Linus, San Anacleto, Clemente, San Evaristo, San Alejandro, San Sixto ....).

LA TRADICIÓN APOSTÓLICA (Catecismo puntos 75 y siguientes)

Cristo el Señor, en quien se consuma toda la revelación del Dios supremo, mandó a los apóstoles que predicaran el Evangelio a todos los hombres y les comunicaran los dones divinos. Esta predicación se ha hecho de dos maneras: oralmente, transmitiendo de palabra todo lo que habían recibido de Cristo o que habían aprendido bajo la guía del Espíritu Santo, y por los escritos de aquellos apóstoles y hombres que dejaron "en pergamino" el mensaje de salvación, inspirados por el mismo Espíritu Santo.

Para que el Evangelio se mantuviera íntegro y vivo para siempre en la Iglesia, los apóstoles dejaron como sucesores a los obispos "incluso dejándoles su mismo lugar en el magisterio", de tal manera que la predicación apostólica recogida en los libros inspirados, debía ser conservada hasta el fin del tiempo por una sucesión ininterrumpida.

Esta transmisión viva, cumplida en el Espíritu Santo, se llama “Tradición”.

LOS LAICOS

Enviados por el Espíritu a evangelizar (Obispo Lluis Martínez Sistach. Hoja dominical 31 de mayo 2009)

Ayer y hoy, es el Espíritu Santo el que mueve los corazones de los laicos y laicas cristianos para que tomen mayor conciencia de su compromiso bautismal y colaboren activamente en la misión de la Iglesia. El Espíritu Santo ocupa un lugar eminente en toda la vida de la Iglesia, y de una manera muy especial en la misión evangelizadora.

Los laicos cristianos, movidos por el Espíritu, están llamados a ser testigos de Cristo en el apostolado, tanto de forma individual como asociada, y de esta manera participan en la misión misma de la Iglesia, según diversas modalidades de asociación y diversas formas de espiritualidad.

También hoy, la Iglesia, el Espíritu Santo manifiesta la gran riqueza de sus dones e inspira a los laicos las mejores maneras de hacer presentes las semillas del Evangelio en las estructuras de nuestro mundo de hoy.

sábado, 13 de noviembre de 2010

TEMA 23. LAS PRIMERAS COMUNIDADES CRISTIANAS

EXPOSICIÓN:

DISCURSO DE PEDRO después de Pentecostés (Ha 2, 22-35)

"Hombres de Israel, escuchad estas palabras: Jesús, el Nazareno, fue acreditado por Dios ante vosotros con milagros, prodigios y señales realizados por Dios por medio de él entre vosotros, como ya sabéis. Éste, por la voluntad preestablecida y por la previsión de Dios, fue entregado, y lo matasteis haciéndolo crucificar por manos de gente impía, y Dios lo resucitó liberándolo de la angustia de la muerte, ya que no era posible que fuera dominado por ella.

A este Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos. La derecha de Dios lo ha ensalzado, y él ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, y ahora lo ha dado con abundancia: eso es lo que estáis viendo y oyendo ... por lo tanto, sepa del cierto toda la casa de Israel que Dios ha hecho Señor y Cristo a este mismo Jesús a quien vosotros crucificasteis. "



LOS PRIMEROS CONVERTIDOS (Ha 2, 37-41)

Los que escuchaban, al oír esto quedaron con el corazón tan compungido por estas palabras que dijeron a Pedro ya los demás apóstoles: "Hermanos, ¿qué debemos hacer?" Pedro les dijo: "Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesús, el Mesías, para obtener el perdón de los pecados, y así recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa es para vosotros y vuestros hijos y también para todos los que están lejos, tantos como llamará el Señor Dios nuestro ". Los que aceptaron su mensaje fueron bautizados, y aquel día se incorporaron unas tres mil personas.

VIDA DE LAS PRIMERAS COMUNIDADES (Ha 2, 42-47)

Se mantenían constantes en la enseñanza de los apóstoles y en la comunión fraternal, en el reparto del pan y en las oraciones. Toda la gente sentía un gran respeto por las muchas maravillas y prodigios que hacían los apóstoles. Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo al servicio de todos; vendían las propiedades y bienes y repartían el dinero de la venta según la necesidad de cada uno. Eran constantes en asistir cada día al templo todos juntos. En casa, partían el pan y tomaban juntos el alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios, y eran bien vistos de todo el pueblo. Y el Señor cada día añadía al grupo a los que se iban salvando.

PEDRO Y JUAN ANTE EL SANEDRIN(Ha 4, 1-23)

Después de curar a un paralítico Pedro y Juan hablan al pueblo en el pórtico de Salomón dando testimonio de Jesús ... Mientras ellos hablaban al pueblo, se les presentaron los sacerdotes, el oficial de guardia del templo y los saduceos, indignados de que enseñaran al pueblo y proclamaran en la persona de Jesús la resurrección de los muertos.

Entonces los cogieron y los metieron en la cárcel ... al día siguiente los dirigentes, los notables y los maestros de la Ley los interrogaron sobre el milagro de la curación del paralítico y se pusieron a deliberar entre ellos: "¿Qué haremos con estos hombres? Porque es evidente que se ha producido un milagro por medio de ellos; todos los habitantes de Jerusalén lo saben, y no lo podemos negar, pero, para impedir que se extienda aún más entre el pueblo, les prohibiremos severamente que vuelvan a hablar nunca más a nadie en este nombre. "... Cada día, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y de anunciar la buena nueva de que Jesús es el Mesías.


ESTEBAN EL PRIMER MÁRTIR (Ha, 7)

Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía prodigios y grandes señales entre el pueblo. Pero se levantaron unos de la sinagoga que no resistían la sabiduría y el espíritu con que él hablaba. Entonces sobornaron a unos hombres que testificaran: "Le hemos oído pronunciar blasfemias contra Moisés y contra Dios." Y así amotinaron al pueblo, a los ancianos y a los letrados, le atraparon de improviso y lo llevaron al Sanedrín.

Esteban lleno del Espíritu Santo daba testimonio de Jesús: "Tercos y cerrados de corazón y oído! Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo, lo mismo hicieron vuestros padres. ¿Cuál de los profetas no han perseguido vuestros padres? Mataron a los que profetizaban sobre la venida del Justo, de quien vosotros os habéis hecho traidores y asesinos. Vosotros, que recibisteis la Ley por ministerio de ángeles, y no la habéis guardado "...

Entonces ellos se pusieron a gritar escandalosamente, se taparon los oídos y todos a una, se lanzaron contra él, lo sacaron fuera de la ciudad y lo apedrearon. Los testigos dejaban los mantos a los pies de un joven llamado Saulo. Y mientras lo apedreaban, Esteban oraba diciendo: "Señor Jesús, recibe mi espíritu."


CONVERSIÓN DE SAULO (SAN PABLO) (Ha 9)

Saulo respiraba amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, y fue a encontrar al sumo sacerdote y le pidió que le concediera credenciales para las sinagogas de Damasco, a fin de que si encontraba a algún seguidor del Camino del Señor, tanto si era hombre como mujer, pudiera llevarlo prisionero a Jerusalén.

Cuando Saulo llegaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz fulgurante que venía del cielo. Cayó al suelo y oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Él respondió: "¿Quién eres, Señor?" Le dijo: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate, ves a la ciudad, y allí te dirán lo que has de hacer." .. Saulo se levantó del suelo y, aunque teniendo los ojos bien abiertos, no veía nada. Lo llevaron de la mano y le hicieron entrar en Damasco. Allí permaneció tres días sin ver, y sin comer ni beber ....

Ananías, discípulo que vivía en Damasco, instruido en una visión por el Señor fue a buscar a Saulo .... entró en la casa e, imponiéndole las manos, dijo: "Hermano Saulo, Jesús, el Señor, el que se te ha aparecido cuando venías por el camino, me envía para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo. " Al instante le cayeron de los ojos como escamas y recobró la vista. Entonces se levantó y fue bautizado.




PEDRO PREDICA EN CASA DEL CENTURIÓN CORNELIO Y EL ESPÍRITU SANTO DESCIENDE SOBRE LOS GENTILES (Ha 10) ....

Todavía Pedro hablaba cuando el Espíritu Santo descendió sobre todos los que escuchaban el mensaje. Todos los creyentes judíos que habían venido con Pedro quedaron extrañados de ver que incluso sobre los gentiles era derramado el don del Espíritu Santo, porque los oían hablar lenguas extrañas y ensalzar a Dios. Entonces Pedro dijo: "¿Puede alguien negar el agua, impidiendo que sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo como nosotros?" Y dispuso que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo.

LA PALABRA SE DIFUNDE POR TODA PALESTINA, SIRIA Y ASIA MENOR (Hch 8,4)

Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la buena nueva de la Palabra .....

PABLO APOSTOL DE LOS GENTILES (1 Co 9, 16-20)

... pobre de mí si no evangelizare! .. de todos me he hecho esclavo para ganar a tantos como pueda. Con los judíos me he hecho como judío, para ganar a los judíos .... con los que no tienen ninguna ley, me he hecho como si no tuviera ninguna ley, para ganar a los que no tienen ninguna ley ..., con los indecisos me he hecho indeciso, para ganar a los indecisos; me he hecho todo para todos para salvar a algunos de la manera que sea. Y todo esto lo hago por el Evangelio, para tener parte.

LOS VIAJES MISIONEROS DE PABLO (Pablo, Apóstol de nuestro Pueblo. Los obispos de Cataluña. Claret.)

El primer viaje del apóstol cubrió la Isla de Chipre y el sur de la provincia romana de Galacia, la actual Turquía. Haría dos viajes más. El segundo viaje aportó la gran novedad misionera: el salto de Pablo hacia Europa (Filipos, Tesalónica y Corinto, donde permaneció dos años). En el tercer viaje, Pablo consolidó las comunidades ya fundadas y residió unos tres años en Éfeso. Estos tres viajes apostólicos duraron entre 10 y 12 años.

Pablo sólo se detuvo cuando, con los preparativos ya avanzados de su viaje misionero a Hispania fue detenido en Jerusalén. Pablo mantendrá su condición de prisionero -en regímenes distintos- hasta el final de su vida. Su muerte martirial tendrá lugar en Roma, donde será decapitado como consecuencia de una condena a muerte de un tribunal imperial.

PARA REFLEXIONAR:

ENVIADOS POR EL ESPÍRITU a evangelizar (Obispo Lluis Martínez Sistach. Hoja dominical 31 de mayo 2009)

Jesús prometió a sus discípulos que les entregaría el Espíritu Santo y el día de Pentecostés se cumplió esta promesa. En efecto, los apóstoles, reunidos con María, recibieron el Espíritu Santo y como dice el texto bíblico, «todos quedaron llenos del Espíritu Santo y se expresaban según el Espíritu les concedía de hablar».

En la historia de la salvación, la venida del Espíritu Santo significa la transferencia que hace Jesús de su misión -recibida del Padre- a la Iglesia que nace y que empieza a expandirse aquel día de Pentecostés. Resuenan fuertemente estas palabras de Jesús resucitado dirigidas a sus discípulos: «Como el Padre me envió, también yo os envío yo. Entonces sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo." »

En realidad, sólo después de la venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés, los apóstoles salen hacia todos los horizontes del mundo para comenzar la gran obra evangelizadora de la Iglesia. Pedro recibe en plenitud el Espíritu Santo que le lleva hablar al pueblo sobre Jesús Hijo de Dios, muerto y resucitado.

Pablo también recibe en plenitud el Espíritu Santo antes de entregarse a su ministerio apostólico, en el que enseñará que «sólo movido por el Espíritu Santo el cristiano puede decir: Jesús es el Señor», es decir, confesar la fe en Cristo no sólo con los labios sino también con el corazón.

Sin embargo, el Espíritu desciende también «sobre los que escuchan la palabra de Dios», en la Iglesia naciente y en la de todos los tiempos. Esteban, lleno del Espíritu Santo, es elegido para la diaconía y más tarde dará testimonio de Cristo con su martirio. Uno de los testigos será el mismo san Pablo, y San Agustín dijo en una homilía, estas palabras: «Sin la oración de Esteban, la Iglesia no habría tenido a Pablo».

Gracias al sostenimiento del Espíritu Santo la Iglesia crece y se expande desde el Oriente a Occidente. Él es quien explica a los fieles el sentido profundo de la enseñanza de Jesús y su misterio. Es él quien hoy, como en el inicio de la Iglesia, actúa en cada cristiano que es dócil a sus inspiraciones, ya que por el bautismo somos templos del Espíritu Santo y miembros activos de la Iglesia.

¿Cómo vivimos nuestra fe? …

¿Constantes en la oración, en el reparto del pan y en escuchar la palabra de Dios? …

¿Tenemos una vivencia comunitaria? ...

¿Compartimos la fe con los demás cristianos ?.... ¿y los bienes ?.....

¿Comunicamos a los demás la Buena Noticia? ... ¿nos sentimos interpelados a evangelizar?