TEMA 308.
TESIS 19
CREACIÓN Y
PROVIDENCIA DE DIOS (1)
1El único Dios,
vivo y verdadero, creó de la nada,
por su omnipotente virtud y libérrima
decisión, para manifestar su gloria, que brilla especialmente en el Hijo encarnado,
todo el mundo,
2lo invisible, esto es, los ángeles y lo visible.
3Todo lo gobierna con su
providencia, que trasciende las causas segundas sin sustituirlas, y aunque permite el mal es capaz de obtener
bienes por caminos que con frecuencia no alcanzamos a comprender.
1. la Creación a partir de la nada
1.1
El dogma de la creación
1.2
El universo hecho por Dios a partir de la nada
1.3 Dios causa ejemplar del universo
1.4
El universo y la manifestación de la gloria
de Dios
2. Creación invisible y Creación
visible
2.1
La existencia de ángeles como dogma de fe
2.2
Naturaleza y operaciones de los ángeles
2.3
Origen y actuación de ángeles
y demonios
2.4
El mundo material y sus características principales
3. Providencia Divina y permisión del mal
3.1
Conservación, providencia y predestinación
3.2
El mundo material bajo el gobierno divino
3.3
La permisión del mal
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CEC 279-354;
Compendio 51-65
ConCilio iV DE lETrán, Constitución Firmiter (30.11.1215)
DS 800
ConCilio VaTiCano i,
Constitución Dei Filius (6.VII.1870)
cap. 1 DS 3001- 3003; 3021-3025.
1.
LA CREACIÓN
A PARTIR DE LA NADA
1.1
El dogma de la creación
El Génesis describe en los dos primeros capítulos
la creación del hombre y el mundo como una obra soberana y majestuosa de Dios, no como un proceso en el que está implicado materialmente, como si el mundo fuera
parte de Dios.
Se trata además de una acción que ha tenido lugar de una vez por todas,
no de un tiempo cíclico.
Los libros proféticos presentan al Dios creador como el salvador
de Israel. Esto ayuda a que el mensaje de salvación sea algo universal. También se relaciona la creación con la
plenitud escatológica final. Los salmos, especialmente
8, 104 y 136 muestran la grandeza de Dios creador, y su relación con la Alianza.
En la literatura sapiencial el texto se centra más en la creación en sí misma como manifestación de la grandeza
del creador.
En la predicación de Jesús acerca del Reino la fe en la creación
es un presu- puesto, pues
el Reino es esa soberanía de Dios sobre todo. Los mismos milagros son una
muestra más del dominio de Cristo sobre la creación. En los Hechos encontramos que las primeras
predicaciones cristianas, tanto a judíos
como a paganos hacen referencias al
Dios creador, que ha elegido a Israel, a lo que debe añadirse la confesión de Cristo.
San Pablo destaca la función
creadora de Cristo,
por quien y para quien todo ha
sido hecho (1 Co 8,6; Col 1,15-17; Ef 1,3ss).
Por
su parte, san Juan ya el prólogo muestra
la actuación del Hijo en la creación, casi en paralelismo con Gn 1,1; pero esta creación es renovada con el ser hijos de Dios. Sin embargo san Juan es
consciente del estado de pecado en que se encuentra en mundo, y del cual Cristo nos viene a librar,
de ahí que diga que el mundo está en poder
del maligno.
La creación forma parte del credo, ya en el primer artículo se habla del creador de todas las cosas. Los contenidos
básicos de este dogma nos hablan de que el mundo
ha sido creado
por Dios de la nada,
no existe desde siempre, y la finalidad del mundo es el mismo Dios. Asimismo
esta creación se orienta a la participación de los ángeles
y los hombres en la vida divina.
Cristo es el centro y el redentor de la creación. Estas
enseñanzas las encontramos en los Concilios Lateranense
IV y Vaticano I, entre otros lugares.
Además de
formar parte de la Revelación algunos
aspectos del dogma de la creación se pueden alcanzar
a partir de la luz natural
del entendimiento, aunque
en el estado actual del hombre no sea fácil llegar a este conocimiento. En realidad no tendría sentido
hablar de la Revelación sin un Revelador, y para esto es preciso
que el mundo creado nos haga conocer la existencia de un creador El universo hecho por Dios a partir de la nada
Cuando
hablamos de creación nos referimos a hacer algo a partir de la nada, de ahí la definición clásica de creación: productio rei ex nihilo sui et subiecti.
Dios es causa que no presupone absolutamente nada en su actuación. La
creación es la mejor manera de
mantener la trascendencia de Dios. En ese sentido la relación entre el Absoluto
y los entes debe ser asimétrica: los entes dependen
del Absoluto, pero no al revés. Se puede presentar
la creación desde el punto de vista de la omnipotencia divina (relacionada en el credo con la creación). Dios hace que las cosas sean porque participan de su ser. La misma idea de creación a partir de la nada excluye que Dios pueda emplear
una criatura como instrumento, pues un
instrumento siempre tiene que actuar sobre algo, y la creación precisamente excluye cualquier cosa previa.
El acto de
crear, como toda la actuación de Dios, se identifica con su misma esencia (porque en Dios no hay diferencia entre ser y actuar), pero el resultado de ese acto (el mundo creado)
es distinto de Dios, tiene un inicio temporal y por ello no es eterno.
1.2
Dios causa ejemplar del universo
El ser de las
cosas viene de Dios, pero en las realidades creadas se distingue el acto de ser de la esencia. También las
esencias de las cosas dependen de Dios. Aquí habría que hablar de un cierto tipo de causalidad ejemplar.
Se da una semejanza de las criaturas respecto
al creador, pero de manera
muy lejana, por la trascendencia de Dios, ya que Dios nunca puede producir una naturaleza como la suya. Todo el universo,
en su conjunto es un reflejo
de la plenitud de ser de Dios,
aunque parcial y limitado.
La inteligibilidad última de las criaturas viene
precisamente de que están en la mente de Dios, son conocidas por Dios, y
se denominan, en ese sentido ideas de la mente divina (tomando
una terminología de origen platónico). Sin embargo esto no nos puede llevar a plantear una especie de pre-existencia de la criatura
en Dios: cada cosa, y cada persona
existe en sí misma, y como tal la conoce
Dios. La causalidad ejemplar
de las ideas no se podría realizar
sin que Dios comunicara el ser a las criaturas.
1.3
El universo
y la manifestación de la gloria de Dios
Del mismo modo que la creación
muestra, de manera parcial, las riquezas del ser y de la forma divinas,
pero remite a algo que está más allá y trasciende el universo, lo mismo puede decirse de la finalidad. Por cuanto la finalidad se relaciona con el bien, el bien de la creación
no puede ser otro que la participación en el bien increado y trascendente al universo.
El amor de
Dios recae en primer lugar sobre Dios mismo, y se goza infinitamente en dicho amor, de manera infinita y
necesaria. Esto supone que Dios no tiene otro fin fuera de sí mismo,
y por eso el fin de la creación es manifestar la gloria de Dios. Esta gloria de Dios se manifiesta
ante todo en el Hijo encarnado. Ha habido bastantes discusiones sobre si el motivo de la Encarnación fue simplemente esa manifestación de la gloria
de Dios o la Redención: ambos aspectos son importantes, y tal como se ha dado la encarnación resultan
inseparables.
2.
CREACIÓN INVISIBLE
Y CREACIÓN VISIBLE
2.1
La existencia
de ángeles como dogma de fe
Tanto en el
Antiguo como en el Nuevo Testamento aparecen continuamente los ángeles. En algunas ocasiones
puede ser un modo de personalizar la actuación divina de manera que se salve su
trascendencia, pero en otros muchos casos se
trata de criaturas al servicio de Dios, que le glorifican y ayudan a los hombres
en su camino hacia Dios. En general las
afirmaciones de las Escrituras son más sobrias que las de otras religiones o creencias de la época.
Dada la
pacífica posesión de esta creencia apenas hicieron falta definiciones magisteriales en la Antigüedad y la Edad Media: las más importantes fueron para recordar que eran seres creados y que los
demonios habían sido hechos buenos pero eligieron el mal (Lateranense IV). En el siglo XX tanto Pío XII (Humani Generis: DS 3891) como Pablo VI (Credo)
debieron insistir en su carácter
de verdaderas criaturas personales.
Los datos principales acerca
de los ángeles son los siguientes: a) Existencia de los
ángeles como criaturas personales; b) Naturaleza espiritual de los mismos; c) Fueron creados por Dios; d) Su creación
tuvo lugar al inicio del tiempo; e) Los demonios fueron creados buenos pero se pervirtieron por su propia
acción.
2.2
Naturaleza y operaciones de los ángeles
La
afirmación principal es que son criaturas
incorpóreas. Está afirmación tardó en aceptarse, pues a veces se pensó que tenían
un cuerpo muy sutil, para que no pareciera
que eran igual que Dios. En realidad su carácter creado,
y por tanto su composición (acto de ser y esencia), les distinguía
de la simplicidad divina. Precisamente la ausencia de materia da lugar
a que cada individuo agote su especie.
Aunque no tiene cuerpos naturalmente unidos a sí, consta que poseen un cierto dominio sobre los elementos materiales, y esto permite que aparezcan con cuerpos, pero no los asumen de manera vital. Al no ser materiales no ocupan un lugar porque se extiendan en el espacio, sino porque pueden actuar sobre lo material. Esto no quiere decir que estén en todas partes (atributo propio sólo de Dios), pues sólo se encuentran allí donde se extiende su poder, que es limitado.
Los ángeles
poseen un conocimiento, pero meramente intelectual, es decir, no conocen a partir de la sensibilidad.
Dios les infunde las especies, conceptos o semejanzas
cognoscitivas, pues esto es lo que corresponde a unos seres que son plenamente intelectuales. Mediante tales
especies pueden conocer no sólo los grandes principios, sino también lo material y concreto. Sólo pueden conocer
el futuro de una manera conjetural, pues no son eternos ni está todo
ante su conocimiento. Lo mismo puede decirse respecto a los pensamientos humanos: simplemente pueden conjeturarlos y conocer
los aspectos más sensibles e imagi- nativos, pues conocer los pensamientos humanos
es propio sólo de Dios.
Del mismo modo que hay
conocimiento en ellos también hay voluntad y
amor, sólo que se da de un modo instantáneo, no por una serie de pasos, como
en el caso de los hombres. Aman naturalmente a Dios más que a sí mismos, pero esto no evitó que pecaran, pues no quisieron
aceptar la bienaventuranza sobrenatural que Dios les proponía.
2.3
Origen y actuación de ángeles y demonios
Los ángeles
han sido creados por Dios en el tiempo, y no puede decirse que hayan existido
siempre, aunque su duración no se puede medir por el tiempo.
Los ángeles fueron enriquecidos con una
serie de dones en su creación, pero no tuvieron desde el primer momento la bienaventuranza perfecta,
sino que Dios les concedió la gracia para que pudieran merecer el
premio eterno. De ese modo alcanzaron la bienaventuranza y la visión
de Dios.
Respecto a los
demonios fueron creados buenos por Dios, pero se rebelaron contra
Él, es decir, no le obedecieron. Esta desobediencia tuvo que ser un pecado
de soberbia y de orgullo: no
querer aceptar la bienaventuranza que Dios les
proponía, y que sobrepasaba su naturaleza, lo cual suponía
algo que no podían alcanzar por sus propias
fuerzas. Dado el carácter del entendimiento y la de la voluntad
de los demonios quedaron obstinados en el mal, de manera que alcanzaron de manera instantánea su estado definitivo. Una ulterior “oportunidad” por parte de Dios sería algo así como ofrecérsela a los condenados.
Los ángeles
pueden comunicarse entre sí diversos pensamientos, recibir iluminaciones de Dios y también pueden
iluminar los entendimientos humanos. Su poder se limita a cierto dominio sobre la materia corporal,
de ahí que puedan
influir sobre las pasiones, pero
no directamente sobre la voluntad. Los ángeles
pueden ser enviados
a realizar misiones
particulares en el mundo de los hombres,
o ayudar a los hombres,
de ahí la creencia en los ángeles
custodios.
Los demonios pueden tentar al
hombre, con el deseo de que peque y se aleje de Dios, por envidia y odio a Dios. El poder que tienen los ángeles sobre
el mundo material explica los casos de
posesiones diabólicas, aunque no sean muy frecuentes, y obedecen siempre
a una permisión divina, ya que no son la situación normal
de un ser humano.
2.4
El mundo material y sus características principales
Lo característico del mundo material es su mutabilidad, de ahí todo lo referente al caos y desorden
en los niveles más bajos de la materia, aunque
esto no elimina
el orden del cosmos.
En la actividad de los entes
naturales se dan una serie de pautas, que las
ciencias expresan en forma de ley; de
esta manera, si las leyes científicas están bien formuladas responden a las regularidades que se dan en la realidad. Por otra parte en el mundo físico se da la
contingencia, concepto opuesto a la necesidad,
y la raíz de esta contingencia está en la misma materialidad, que
no se puede determinar de una manera
absoluta. Respecto al obrar, los seres meramente materiales no poseen libertad, y esto hace que su comportamiento
tenga una cierta necesidad, pero no lleva a un determinismo absoluto.
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