viernes, 15 de octubre de 2010

TEMA 21. EL ESPIRITU SANTO

EXPOSICIÓN:

RÍOS DE AGUA VIVA (Juan 7, 37-39)

El último día de las fiestas, el más solemne, Jesús se puso en pie y dijo en voz alta: "Si alguien tiene sed, venga a mí y beba. Quien cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva. " Jesús decía esto refiriéndose al Espíritu que los creyentes en él debían recibir, porque el Espíritu aún no había venido, ya que Jesús no había sido glorificado.



LA PROMESA DEL ESPÍRITU SANTO (Juan 14,15-17 y 26-27)
"Si me amáis, guardaréis mis mandamientos, y yo rogaré al Padre y os enviará el Consolador para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de la Verdad. Este, el mundo no lo puede recibir, porque no lo distingue ni lo conoce. Pero vosotros sí lo conocéis, porque está presente entre vosotros y está dentro de vosotros ...

Os he dicho esto estando aún con vosotros, pero el Consolador, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, él os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho. Mi paz os dejo, mi paz os doy ... "



JESÚS GLORIFICADO ENVÍA EL ESPÍRITU SANTO (Juan 20, 19-23)

Cuando ya era el atardecer de aquel mismo domingo, mientras los discípulos estaban dentro de la casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos, Jesús se presentó, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros!" Dicho esto, les enseñó las manos y el costado.
Los discípulos tuvieron una gran alegría de ver al Señor.
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Jesús repitió: "Paz a vosotros. Así como el Padre me envió, también yo os envío." Habiendo dicho estas palabras sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados, y a quienes los retengáis, les serán retenidos. "
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PENTECOSTÉS. Hechos de los Apóstoles (HA 2, 1-11)
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"Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar, y de repente sobrevino del cielo un ruido como si un viento se precipitara violentamente, tanto que retumbó por toda la casa donde estaban congregados, y vieron unas lenguas como de fuego que se repartían y se ponía una sobre cada uno de ellos y todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en distintos lenguajes, según el Espíritu les concedía expresarse.
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En Jerusalén residían judíos piadosos de todas las nacionalidades de la tierra. Cuando se produjo ese ruido, se concentró la gente y se quedaron desconcertados, ya que cada uno los oía hablar en su propia lengua.
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Entre confundidos y admirados decían: "Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan?. Pues, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oye hablar en la propia lengua nativa?. Partos, medos y elamitas, y los residentes de Mesopotamia, Judea , Capadocia, y también del Ponto, de Asia, de Frigia, de Panfilia, de Egipto y de las regiones de la frontera de Libia con Cirene, y los visitantes romanos, tanto judíos como prosélitos, los cretenses y árabes, los oimos explicar la grandeza de Dios en nuestras propias lenguas."
EL ESPÍRITU NOS HACE HIJOS DE DIOS (San Pablo. Romanos 8, 14-17)
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"Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. No recibisteis un espíritu de esclavitud para recaer en el temor, sino que recibisteis un Espíritu de adopción filial que nos permite gritar: Abba, Padre!. El mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para asegurarnos de que somos hijos de Dios. Y, si somos hijos, también somos herederos, herederos sí, de Dios y coherederos con Cristo, ya que si compartimos sus sufrimientos también compartiremos su gloria."
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PARA REFLEXIONAR:
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El Espíritu Santo, Señor y vivificador
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En la cena de despedida Jesús califica el Espíritu Santo como "Espíritu de la verdad". El Espíritu que comunica la sabiduría a los "peregrinos" -toda la humanidad- que se encaminan hacia la verdad, e ilumina el entendimiento para poder conocer la verdad completa.
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Es también "Espíritu de amor" porque su fruto, que madura en nosotros y para nosotros, es el amor y la misericordia. Al darnos el Espíritu Santo, Dios derrama su amor en nuestros corazones.
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El Espíritu Santo es el Dios que se comunica como gracia y verdad al hombre. Le enseña a orar, le enseña todo lo que se refiere a la comprensión de Jesús -la verdad completa -, la enseña el camino de la fe viva para poder llegar al Reino de Dios que consiste en la justicia, la paz y la alegría que proceden del Espíritu Santo. Se entiende así que el Espíritu Santo es el don por excelencia que Dios comunica a los humanos. En el misterio de la Trinidad, Jesús nos muestra el Padre y nos da el Espíritu Santo. Por la muerte y resurrección de Jesús, Dios se reconcilia con el hombre y da paso a una nueva humanidad que es una vida según el Espíritu de la verdad y del amor.
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El Espíritu Santo "que habita en nosotros" nos hace hijos de Dios, lo que nos permite con Jesús gritar “Padre" y participar de su herencia, nos hace libres -del pecado -, nos da la salvación y la esperanza de una vida nueva, nos enseña a orar. En una palabra, Dios está con nosotros, dando sentido pleno a nuestra vida.
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(Fragmentos de las páginas 253-260 del libro "Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo". Mn. Jose M ª Rovira Belloso)
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Creo en el Espíritu Santo (Catecismo 687-747)
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Cuando el Padre envía su Verbo, Jesús, envía también su Aliento, el Espíritu. Cristo es la imagen visible del Dios invisible, pero el Espíritu Santo es quien lo revela. Cuando Cristo es glorificado, envia el Espíritu desde el Padre a quienes creen en él: les comunica su Gloria, es decir, el Espíritu Santo que lo glorifica. El Espíritu de Dios actúa desde el comienzo hasta la plenitud de los tiempos. Por el Verbo y por Él todo ha venido a la existencia, la Palabra de Dios y su Aliento están en el origen del ser y de la vida de toda criatura.
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El Espíritu de Dios prepara el tiempo del Mesías. Dios busca al hombre "caído" y escoge un pueblo ... promesa a Abraham, la Ley, la alianza ... "Que habló por los profetas" ... En la plenitud de los tiempos el Verbo se hace carne y habitó entre los hombres. Sólo cuando le llega la hora de ser glorificado promete la venida del Espíritu Santo. El día de Pentecostés se revela plenamente la Santísima Trinidad. Desde aquel día, el reino anunciado por Cristo se abre a los que creen en él: en la humildad de la carne y en la fe, ya participan en la comunión de la Santísima Trinidad.
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Los símbolos del Espíritu Santo (Catecismo 694-696)
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El agua que lava, purifica y calma la sed. Símbolo utilizado en el sacramento del bautismo por el que entramos a formar parte de la Iglesia. Por el agua del bautismo recibimos el Espíritu Santo que hace brotar en nosotros fuentes de agua viva que llevan a la vida eterna.
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La unción con aceite que impregna y deja señal. Empleado en el sacramento de la confirmación por el que recibimos en su plenitud el Espíritu Santo.
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El fuego que purifica, ilumina y transforma los corazones. En la noche de Pascua encendemos el cirio pascual. Fuego y luz que representan a Jesús y su Espíritu. "Fuego he venido a traer a la tierra. Y como deseo que ya sea encendido ". El fuego como símbolo del amor.




5 comentarios:

  1. Eduard Durán-Sindreu Freixa16 de octubre de 2010, 12:49

    Mis queridos hno. en Xto: Que alegria nos da el Señor de en este curso, profundizar en la figura del E.S. En la meditación del evangelio de hoy sabado, surge una idea de gran fortaleza, que es aquella que comenta que se perdonan todos los pecados excepto los que atentan contra el E.S. De ahí se deduce que si la presencia del E.S., es el que produce el don de la fe, atentar contra ella es atentar contra la propia fe, que entre otras cosas nos permite atentar contra nuestras propias creencias, esto me produce estupor solo de pensarlo. Por desgracia el mundo que nos rodea esta lleno de el.
    Un abrazo,

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  2. Un cariñoso saludo en este nuevo curso.

    La acción santificadora del Espíritu Santo se descubre en momentos cumbre, como son:

    1. El inicio del Génesis, en el relato de la Creación, ya encontramos la presencia del Espíritu de Dios “que se cernía sobre las aguas”(Gn 1, 2).

    2. La Anunciación de María:
    “María respondió al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? El ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios... Dijo María: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y el ángel dejándola se fue”.

    Aunque el 25 de marzo se celebra la solemnidad de la Anunciación de la Virgen María.
    Este maravilloso misterio de la fe, lo contemplamos cada día al rezar el Angelus:
    El Ángel del Señor anunció a María. Y concibió por obra del Espíritu Santo.

    Gracias al «sí» de Cristo y de María, Dios pudo asumir un rostro de hombre, nos enseña Benedicto XVI.
    El Espíritu Santo con su divina acción es quien hizo posible el misterio de la Encarnación.

    3. Y como nos dice el presente tema, en Pentecostés se dio de manera plena a la Iglesia reunida entorno a María:
    “…y todos fueron llenos del Espíritu Santo”.

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  3. Un poco antes, de la intimidad del costado abierto de Cristo, los santos padres siempre han visto y expresado el signo de ese gran Don para la Iglesia.

    Lo explica muy bien el P. Eduardo Sanz de Miguel:

    "Él, que poseía el Espíritu en plenitud, lo prometió a sus fieles: «Si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré» (Jn 16,7). Su promesa empezó a cumplirse con su muerte y llegó a plenitud en Pentecostés.
    Durante la fiesta de las tiendas; Jesús dijo: «Quien tenga sed, venga a mí, y beba el que crea en mí. Como dice la Escritura: de su seno brotarán torrentes de agua viva. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que habían de recibir los que creyeran en Él. Aún no había Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado» (Jn 7,37-39. Esto era una profecía, en la línea de la realizada por Zacarías: «derramaré un Espíritu de gracia y de oración y mirarán hacia aquél a quien traspasaron. Aquel día habrá una fuente abierta para lavar el pecado»(Zac 12,10-13,1). Efectivamente, Jesús, al morir, «inclinando la cabeza, entregó el Espíritu»(Jn 19,30). Y poco después «un soldado le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua, para que se cumpliera la Escritura: Mirarán al que atravesaron»(Jn 19,34-37. Así, Juan indica que la fuente del Espíritu, anunciada por el profeta, es el corazón abierto de Cristo. Esto nos hace comprender que el envío del Espíritu forma parte del misterio pascual y es su cumplimiento pleno. Jesús, que estaba lleno del Espíritu, derrama el Espíritu sobre los creyentes en el momento de morir. Es como un frasco lleno de perfume que, cuando se rompe, derrama su buen olor a su alrededor. Como las fuentes que surgen de las profundidades de la tierra, formando los manantiales, el Espíritu Santo, que es la interioridad de Dios, brota del corazón de Jesús a través de su costado atravesado(cf. Ez 12,10).

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  4. Se nos ha enseñado a invocarlo con frecuencia y no hay acto que celebremos donde no sea invocado, para ser el impulsor constante de nuestra santidad.

    Ya nos enseña el evangelio la trascendental importancia de su acción en nosotros:
    “Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué diréis, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir”.

    Hablando de pedir, buscar y llamar el Señor nos enseña que es el mejor don que podemos pedir a Dios:
    “Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!”.(Lc 11, 13)
    Resulta que es el mayor don que`podemos desear.

    Muchos lo hemos oído llamar “el gran desconocido”, pues le pedimos a Dios nos conceda la gracia de conocerlo mejor durante este curso, a través del presente estudio y de la oración frecuente.
    ¡OH Espíritu Santo! que no nos falte nunca el fuego de su amor.

    ¡ENVÍA SEÑOR TU ESPÍRITU Y RENOVARÁS LA FAZ DE LA TIERRA!

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  5. Siempre me ha llamado la atención la infinita y perfecta humildad de Dios en sus 3 Divinas Personas.

    Hoy estamos acostumbrados a protagonismos. Se desea destacar, ser considerado por encima de todos. Pasar por delante de los demás.

    En la Vigilia Pascual renunciamos a creernos los mejores y Dios en su modo de proceder, nos da una perfecta enseñanza:

    Me refiero a que el Padre da paso y nos entrega al Hijo "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco" Mt 3,17.

    El Hijo da paso al Espíritu Santo y nos lo entrega "Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito" Jn 16.

    Y el Espíritu Santo nos configura con Cristo en la Iglesia a la que siempre asiste y en la Santa Misa nos hace entrega de su Preciosísimo Cuerpo y Sangre. Es decir, nos vuelve a hacer el don del Hijo (de modo singular en la Eucaristía y luego en los demás sacramentos).

    Así es glorificado el Padre y la Santísima Trinidad que vive eternamente en perfectísima unidad y amor.

    Es ese maravilloso movimiento que nos enseña la Iglesia, primero de descenso y luego de ascenso: El Padre por el Hijo en el Espíritu Santo viene a nosotros (la Iglesia) y nosotros en el Espíritu Santo por Cristo regresamos al Padre.

    Comunión temporal ahora en la Iglesia y luego comunión eterna en la Trinidad Santísima.
    Que nosotros como Iglesia (Cuerpo y Esposa de Cristo) podamos llenarnos de tan inmenso AMOR, que ya ahora el Espíritu Santo derrama con abundancia.

    Un abrazo.

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