martes, 5 de marzo de 2024

TEMA 291. TRATADO DE LA VERDADERA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN. TERCERA PARTE (3). LA PERFECTA CONSAGRACIÓN A JESUCRISTO. PUNTOS (152-168)

 

ESTA DEVOCIÓN CONDUCE A LA UNIÓN CON JESUCRISTO

Es camino fácil (152-154)

Es camino corto (155-156)

Es camino perfecto (157-158)

Es camino seguro (159-168)

 

 

5. ESTA DEVOCIÓN CONDUCE A LA UNIÓN CON JESUCRISTO

 

152 Quinto motivo. Esta devoción es camino fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a la unión con Nuestro Señor, en la cual consiste la perfección cristiana.

 

1. Es camino fácil

 Es camino fácil. Es el camino abierto por Jesucristo al venir a nosotros, y en que no hay obstáculos para llegar a Él. Ciertamente que se puede llegar a Jesucristo por otros caminos. Pero en ellos se encuentran cruces más numerosas, muertes extrañas y muchas más dificultades apenas superables; será necesario pasar por noches oscuras, extraños combates y agonías, escarpadas montañas, punzantes espinas y espantosos desiertos. Pero por el camino de María se avanza más suave y tranquilamente.

Claro que también aquí encontramos rudos combates y grandes dificultades a superar. Pero esta bondadosa Madre y Señora se hace tan cercana y presente a sus fieles servidores para iluminarlos en sus tinieblas, esclarecerlos en sus dudas, fortalecerlos en sus temores, sostenerlos en sus combates y dificultades que -en verdad- este camino virginal para encontrar a Jesucristo resulta de rosas y mieles comparado con los demás.

Ha habido santos, pero en corto número -como San Efrén, San Juan Damasceno, San Bernardo, San Bernardino, San Buenaventura, San Francisco de Sales, etc.-, que han transitado por este camino suave para ir a Jesucristo, porque el Espíritu Santo, Esposo fiel de María, se lo ha enseñado por gracia especialísima. Pero los otros santos, que son la mayoría, aunque hayan tenido todos devoción a la Santísima Virgen, no han entrado, o sólo muy poco, en este camino. Es por ello que tuvieron que pasar por las pruebas más rudas y peligrosas.

 

153 ¿De dónde procederá entonces, me preguntará algún fiel servidor de María, que los fieles servidores de esta bondadosa Madre encuentran tantas ocasiones de padecer, y aún más que aquellos que no le son tan devotos? (110) . Los contradicen, persiguen, calumnian y nadie los puede tolerar... O caminan entre tinieblas interiores, o por desiertos donde no se da la menor gota de rocío del cielo. Si esta devoción a la Santísima Virgen facilita el camino para llegar a Jesucristo, ¿por qué son sus devotos los más crucificados?

 

154 Le respondo que ciertamente, siendo los más fieles servidores de la Santísima Virgen sus preferidos, reciben de Ella los más grandes favores y gracias del cielo, que son las cruces. Pero sostengo que los servidores de María llevan estas cruces con mayor facilidad, mérito y gloria, y que lo que mil veces detendría a otros o los haría caer, a ellos no los detiene nunca, sino que los hace avanzar, porque esta bondadosa Madre, plenamente llena de gracia y unción del Espíritu Santo, endulza todas las cruces que les prepara con el azúcar de su dulzura maternal y con la unción del amor puro, de modo que ellos las comen alegremente como nueces confitadas, aunque de por sí sean muy amargas.

Y creo que una persona que quiere ser devota y vivir piadosamente en Jesucristo (2Tim 3,12), y por consiguiente, padecer persecución y cargar todos los días su cruz, no llevará jamás grandes cruces, o no las llevará con alegría y hasta el fin, si no profesa una tierna devoción a la Santísima Virgen, que es la dulzura de las cruces; como tampoco podría una persona, sin gran violencia –que no es durable–, comer nueces verdes no confitadas con azúcar.

 

2. Es camino corto

 155 Esta devoción a la Santísima Virgen es camino corto para encontrar a Jesucristo. Sea porque en él nadie se extravía, sea porque –como acabo de decir– se avanza por él con mayor gusto y facilidad y, por consiguiente, con mayor rapidez.

Se adelanta más en poco tiempo de sumisión y obediencia a María que en años enteros de hacer nuestra propia voluntad y apoyarnos en nosotros mismos. Porque el hombre obediente y sumiso a María cantará victorias señaladas sobre todos sus enemigos (Prov 21,28). Estos, ciertamente, querrán impedirle que avance, hacerle retroceder o caer, pero –con el apoyo, auxilio y dirección de María, sin caer, retroceder ni detenerse– avanzará a pasos agigantados hacia Jesucristo por el mismo camino por el cual está escrito que Jesús vino a nosotros a pasos de gigante y en corto tiempo (ver Sal 18 [17],6).

 

156 ¿Cuál crees sea el motivo de que Jesucristo haya vivido tan poco tiempo sobre la tierra y que haya pasado todos esos años en sumisión y obediencia a su Madre? Es éste: que, no obstante la brevedad de su carrera mortal (ver Sab 4,13), vivió largos años, incluso mucho más que Adáncuyas pérdidas vino a reparar-, aunque éste haya vivido más de novecientos años. Largo tiempo vivió Jesucristo, porque vivió en sumisión y unión a su santísima Madre por obediencia al Padre. Porque:

 1o El que respeta a su madre -dice el Espíritu Santo- acumula tesoros (BenS 3,5) (111) , es decir, el que honra a María, su Madre, hasta someterse a Ella y obedecerla en todo, pronto se hará muy rico, pues cada día acumula tesoros por el secreto de esta piedra filosofal.

 2o Según una interpretación espiritual de las siguientes palabras del Espíritu Santo: Mi vejez se encuentra en la misericordia del seno (Sal 92 [91],11, Vulgata), en el seno de María –que rodeó y engendró a un varón perfecto (ver Jer 31,22) y pudo contener a Aquel a quien no puede abrazar ni contener el universo (112) , los jóvenes se convierten en ancianos por la experiencia, luz, santidad y sabiduría, y llegan en pocos años a la plenitud de la edad en Jesucristo (ver Ef 4,13) (113) .

 3. Es camino perfecto

157 Esta devoción a la Santísima Virgen es camino perfecto para ir a Jesucristo y unirse a Él. Porque María es la más perfecta y santa de las puras creaturas, y Jesucristo, que ha venido a nosotros de la manera más perfecta, no tomó otro camino para viaje tan grande y admirable que María.

El Altísimo, el Incomprensible, el Inaccesible y EL QUE ES ha querido venir a nosotros, gusanillos y que no somos nada. ¿Cómo sucedió esto? El Altísimo descendió de manera perfecta y divina hasta nosotros por medio de la humilde María, sin perder nada de su divinidad y santidad. Del mismo modo, deben subir los pequeñuelos hasta el Altísimo perfecta y divinamente y sin temor alguno a través de María.

El Incomprensible se dejó abarcar y encerrar perfectamente por la humilde María, sin perder nada de su inmensidad. Del mismo modo, debemos dejarnos contener y conducir perfectamente y sin reservas por la humilde María.

El Inaccesible se acercó y unió estrecha, perfecta y aun personalmente a nuestra humanidad por María, sin perder nada de su Majestad. Del mismo modo, por María debemos acercarnos a Dios y unirnos a su Majestad perfecta e íntimamente, sin temor de ser rechazados. Finalmente, EL QUE ES quiso venir a lo que no es y hacer que lo que no es llegue a ser Dios o El que es. Esto lo realizó perfectamente entregándose y sometiéndose incondicionalmente a la joven María, sin dejar de ser en el tiempo El que es en la eternidad. Del mismo modo, nosotros, aunque no seamos nada, podemos por María llegar a ser semejantes a Dios por la gracia y la gloria, entregándonos perfecta y totalmente a Ella, de suerte que, no siendo nada por nosotros mismos, lo seamos todo en Ella, sin temor de engañarnos.

 

158 Abridme un camino nuevo par ir a Jesucristo, embaldosado con todos los méritos de los bienaventurados, adornado con todas sus virtudes heroicas, iluminado y embellecido con todos los esplendores y bellezas de los ángeles, y en el que se presenten todos los ángeles y santos para guiar, defender y sostener a quienes quieran andar por él; afirmo abiertamente con toda verdad que, antes que tomar camino tan perfecto, prefiero seguir el camino inmaculado de María (ver Sal 18 [17],33, Vulgata), vía o camino sin mancha ni fealdad, sin pecado original ni actual, sin sombras ni tinieblas. Y si mi amable Jesús viene otra vez al mundo para reinar gloriosamente en él -como sucederá ciertamente-, no escogerá para su viaje otro camino que el de la excelsa María, por quien vino la primera vez con tanta seguridad y perfección. La diferencia entre una y otra venida es que la primera fue secreta y escondida, mientras que la segunda será gloriosa y fulgurante. Pero ambas son perfectas, porque ambas se realizan por María. ¡Ay! ¡Este es un misterio que aún no se comprende! ¡Enmudezca aquí toda lengua! (114) .

 

4. Es camino seguro

 159 Esta devoción a la Santísima Virgen es camino seguro para ir a Jesucristo y alcanzar la perfección uniéndonos a Él.

 1o Porque esta práctica que estoy enseñando no es nueva. Es tan antigua que no se pueden señalar con precisión sus comienzos –como dice en un libro que escribió sobre esta devoción el Sr. Boudón (115) , muerto hace poco en olor de santidad–. Es cierto, sin embargo, que se hallan vestigios de ella en la Iglesia hace más de setecientos años.

San Odilón, abad de Cluny –que vivió hacia 1040–, fue uno de los primeros en practicarla públicamente en Francia, como se consigna en su biografía (116) .

El cardenal San Pedro Damiano relata que en el año 1076 (117) su hermano, el Beato Marín, se hizo esclavo de la Santísima Virgen en presencia de su director espiritual y en forma muy edificante: echóse una cuerda al cuello, tomó la disciplina y colocó en el altar una suma de dinero como señal de vasallaje y consagración a la Santísima Virgen. Actitud en la cual perseveró tan fielmente toda su vida, que a la hora de su muerte mereció ser visitado y consolado por su bondadosa Señora y escuchar de sus labios la promesa del paraíso en recompensa de sus servicios.

César Bolando hace mención de un ilustre caballero, Walter de Birbac, pariente próximo de los duques de Lovaina, quien hacia 1300 hizo la consagración de sí mismo a la Santísima Virgen.

Muchas otras personas practicaron en privado esta devoción hasta el siglo XVII, en que se hizo pública.

 

160 El P. Simón Rojas, de la Orden de la Trinidad Redención de los Cautivos, predicador en la corte de Felipe III, puso en boga esta devoción por España y Alemania, y obtuvo de Gregorio XV, a instancia del mismo rey, grandes indulgencias para quienes la practicasen (118) .

El P. Bartolomé de los Ríos (119) , agustino, se dedicó con el Beato Simón Rojas, íntimo amigo suyo, a extender de palabra y por escrito esta devoción en España y Alemania. Escribió un grueso volumen titulado De hierarchia mariana, en el que trata con tanta piedad como erudición de la antigüedad, excelencia y solidez de esta devoción.

Los PP. Teatinos propagaron esta devoción en Italia, Sicilia y Saboya durante el último siglo.

 

161 El Padre Estanislao Fenicio, de la Compañía de Jesús (120) , la dio a conocer maravillosamente en Polonia.

El P. de los Ríos, en su libro antes citado, consigna los nombres de los príncipes, princesas, obispos y cardenales de diferentes naciones que abrazaron esta devoción. El R. P. Cornelio a Lápide (121) , tan recomendable por su piedad como por su ciencia profunda, recibió de muchos obispos y teólogos el encargo de examinar esta devoción. Después de estudiarla detenidamente, hizo de ella grandes alabanzas, dignas de su piedad. Muchos otros grandes personajes siguieron su ejemplo.

Los RR. PP. Jesuitas, siempre celosos en el servicio de la Santísima Virgen, presentaron, en nombre de los congregantes de Colonia, un opúsculo sobre la santa esclavitud al duque Fernando de Baviera –arzobispo entonces de Colonia–. Este lo aprobó y permitió imprimirlo, y exhortó a todos los párrocos y religiosos de su diócesis a difundir, en la medida de lo posible, esta sólida devoción.

 

162 El cardenal de Bérulle (122) , cuya memoria bendice toda Francia, fue uno de los más celosos en propagar por Francia esta devoción, a pesar de todas las calumnias y persecuciones que le hicieron los críticos y libertinos. Estos lo acusaron de novedad y superstición, y publicaron contra él un folleto difamatorio, sirviéndose –o más bien el demonio se sirvió por medio de ellos– de mil argucias para impedirle divulgar por Francia esta devoción. Pero este santo varón respondió a las calumnias con su paciencia, y a las objeciones del libelo con un breve escrito, en que las refutó victoriosamente, demostrando que esta práctica se funda en el ejemplo de Jesucristo, las obligaciones que tenemos para con Él y las promesas del Santo Bautismo. Particularmente con esta última razón cerró la boca a sus adversarios, haciéndoles ver que esta consagración a la Santísima Virgen, y por medio de Ella a Jesucristo, no es otra cosa que una perfecta renovación de los votos y promesas del Bautismo. Añade muchas y muy hermosas cosas sobre esta devoción, que pueden leerse en sus obras.

 

163 En el citado libro del Sr. Boudón se pueden ver los nombres de los diferentes papas que han aprobado esta devoción, de los teólogos que la han examinado, las persecuciones suscitadas contra ella, y sobre las cuales ha triunfado, y los millares de personas que la han abrazado, sin que jamás ningún papa la haya condenado (123) . Y es que no se la podría condenar sin trastornar los fundamentos del cristianismo. Consta, pues, que esta devoción no es nueva. Y, si no es corriente, se debe a que es demasiado preciosa para ser saboreada por toda clase de personas.

 

164 2o Esta devoción es un medio seguro para ir a Jesucristo. Efectivamente, el oficio de la Santísima Virgen es conducirnos con toda seguridad a Jesucristo, así como el de éste es llevarnos al Padre eterno con toda seguridad. No se engañen, pues, las personas espirituales creyendo falsamente que María les impida llegar a la unión con Dios. Porque ¿será posible que la que halló gracia delante de Dios para todo el mundo en general y para cada uno en particular estorbe a las almas alcanzar la inestimable gracia de la unión con Él? ¿Será posible que la que fue total y sobreabundantemente llena de gracia y tan unida y transformada en Dios que lo obligó a encarnarse en Ella (124) impida al alma vivir unida a Dios? Ciertamente que la vista de las otras creaturas, aunque santas, podrá, en ocasiones, retardar la unión divina, pero no María, como he dicho (125) y no me cansaré de repetirlo.

Una de las razones que explican por qué son tan pocas las almas que llegan a la madurez en Jesucristo (126) es el que María –que ahora como siempre es la Madre de Cristo y la Esposa fecunda del Espíritu Santo– no está bastante formada en los corazones. Quien desee tener el fruto maduro y bien formado, debe tener el árbol que lo produce. Quien desee tener el fruto de vida -Jesucristo-, debe tener el árbol de vida que es María (127) . Quien desee tener en sí la operación del Espíritu Santo, debe tener a su Esposa fiel e inseparable, la excelsa María, como hemos dicho antes (128) .

 

165 Persuádete, pues, de que cuanto más busques a María en tus oraciones, contemplaciones, acciones y padecimientos –si no de manera clara y explícita, al menos con mirada general e implícita–, más perfectamente hallarás a Jesucristo, que está siempre con María, grande y poderoso, dinámico e incomprensible, como no está en el cielo ni en ninguna otra creatura del universo.

Así, la excelsa María, toda transformada en Dios, lejos de obstaculizar a los perfectos la llegada a la unión con Dios, es la creatura que nos ayuda más eficazmente en obra tan importante. Y esto en forma tal que no ha habido ni habrá jamás persona igual a Ella, ya por las gracias que para ello nos alcanzará –pues, como dice un santo, “nadie se llena del pensamiento de Dios sino por Ella” (129) –, ya por las ilusiones y engaños del maligno espíritu, de los que Ella nos librará.

 

166 Donde está María no puede estar el espíritu maligno. Precisamente una de las señales más infalibles de que somos gobernados por el buen espíritu es el ser muy devotos de la Santísima Virgen, pensar y hablar frecuentemente de Ella. Así piensa San Germán, quien añade que así como la respiración es señal clara de que el cuerpo no está muerto, del mismo modo el pensar con frecuencia en María e invocarla amorosamente es señal cierta de que el alma no está muerta por el pecado.

 

167 Siendo así que –según dicen la Iglesia y el Espíritu Santo, que la dirige– María sola ha dado muerte a las herejías, –por más que los críticos murmuren–, jamás un fiel devoto de María caerá en herejía o ilusión, al menos formales. Podrá, tal vez –aunque más difícilmente que los otros–, errar materialmente, tomar la mentira por la verdad y el mal espíritu por bueno...; pero, tarde o temprano, conocerá su falta y error material, y cuando lo conozca, no se obstinará en creer y defender lo que había tenido por verdadero.

 

168 Cualquiera, pues, que desee avanzar, sin temor a ilusiones –cosa ordinaria entre personas de oración–, por los caminos de la santidad y hallar con seguridad y perfección a Jesucristo, debe abrazar de todo corazón, con corazón generoso y de buena gana (2Mac 1,3), esta devoción a la Santísima Virgen, que tal vez no haya conocido todavía y que yo le enseño ahora: Me queda por enseñaros un camino excepcional (1Cor 12,3). Es el camino abierto por Jesucristo, la Sabiduría encarnada, nuestra Cabeza. El miembro de esta Cabeza que avanza por dicho camino no puede extraviarse. Es camino fácil, a causa de la plenitud de la gracia y unción del Espíritu Santo que lo llena; nadie se cansa ni retrocede si camina por él. Es camino corto, que en breve nos lleva a Jesucristo. Es camino perfecto, sin lodo, ni polvo, ni fealdad de pecado. Es, finalmente, camino seguro, que de manera directa y segura, sin desviarnos ni a la derecha ni a la izquierda, nos conduce a Jesucristo y a la vida eterna.

Entremos, pues, por este camino y avancemos en él, día y noche, hasta la perfecta madurez en Jesucristo.

 

Notas a pie de página:

 

110 Ver SM 22.

111 ASE 86-87.

112 Expresión de la liturgia.

113 Ver VD 33.

114 Ver VD 12.

115 ENRIQUE MARÍA BOUDÓN (1634-1702).

116 SAN ODILÓN (962-1048).

117 PEDRO DAMIANO (1007-1072).

118 SIMÓN ROJAS (1552-1652).

119 BARTOLOMÉ DE LOS RÍOS (1580-1652).

120 FRANCISCO ESTANISLAO FENICIO, S.J. (1592-1652).

121 CORNELIUS VAN DEN STEEN (1567-1637).

122 PEDRO DE BERULLE (1575-1637).

123 La inquisición romana sólo condenó en aquellos tiempos los abusos y exageraciones de devotos sin discreción.

124 Se trata de la preparación y disposiciones con que María fue preparada por Dios y se preparó Ella misma a la obra de la Encarnación (ver ASE 107: María atrae y cautiva al Omnipotente; ver VD 157).

125 Ver VD 75; SM 21.

126 Ver VD 33.

127 Ver SM 70.

128 Ver VD 20-21.34-36.

129 Ver LG 65.35; SAN GERMÁN DE CONSTANTINOPLA.