viernes, 18 de febrero de 2011

TEMA 29. EL PECADO (I)

EXPOSICIÓN
(Catecismo de la Iglesia Católica puntos del 385 al 421 y de 1846 al 1876)

EL MAL
Dios es infinitamente bueno y todas sus obras son buenas. Pero nadie se escapa de la experiencia del sufrimiento, de los males de la naturaleza y sobre todo, de la cuestión del mal moral.

El pecado está presente en la historia de la humanidad: sería inútil querer ignorar o dar otros nombres a esta realidad oscura. Sólo desde la perspectiva del "vínculo profundo del hombre con Dios" se puede tratar de comprender que es el pecado. Sin esta relación no se puede desenmascarar la verdadera identidad del mal del pecado como rechazo y oposición frontal del hombre hacia Dios.

En su Revelación, en el Génesis, Dios da luz sobre la realidad del pecado, y más particularmente del pecado de los orígenes. Pero es en el progreso de la revelación, a la luz de la muerte y Resurrección de Jesús, donde se aclara la realidad del pecado. Hay que reconocer a Cristo como la fuente de la gracia para reconocer a Adán como la fuente del pecado.

EL DIABLO

El pecado de desobediencia de los primeros padres tiene detrás a una voz seductora opuesta a Dios, la del ángel caído, el diablo, Satanás. Estas criaturas celestiales haciendo uso de su libre elección rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y a su Reino.

El carácter irrevocable de esta elección no puede conseguir el perdón a pesar de la infinita misericordia de Dios.

En la historia de la humanidad Satanás busca enfrentar al hombre contra Dios, actúa por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo, pero sin embargo su poder no es infinito. No puede impedir la edificación del Reino de Dios, aunque su actuación causa daños terribles de naturaleza espiritual.

La permisión divina de la actividad diabólica es un gran misterio, pero sabemos que Dios colabora en todo para el bien de aquellos que le aman. (Rm 8,28)



EL PRIMER PECADO DEL HOMBRE

El hombre tentado por el diablo deja morir en su corazón la confianza hacia el Creador y abusando de su libertad desobedece el mandato de Dios. Todo pecado, después de eso, será una desobediencia a Dios y una falta de confianza en su bondad.

"Si comes el fruto del árbol del bien y el mal, serás como Dios". En este pecado, el hombre se prefirió a si mismo y despreció a Dios: hizo la elección de sí mismo contra Dios, contra las exigencias de su estado de criatura y en definitiva contra su propio bien.

Creado en estado de santidad, las consecuencias dramáticas del pecado son que Adán y Eva pierden inmediatamente la gracia de la santidad original, se rompe la armonía del hombre con la creación visible que se hace extranjera y hostil.

A causa del hombre, la creación es sometida a la servidumbre de la corrupción y finalmente, como consecuencia explícitamente anunciada, entró la muerte en la historia de la humanidad.


CONSECUENCIAS DEL PECADO DE ADÁN PARA LA HUMANIDAD

Todos los hombres se encuentran implicados en el pecado de Adán. Por la desobediencia de un solo hombre, la multitud fue constituida pecadora (Rm 5,19).

A la universalidad del pecado y de la muerte, San Pablo opone la universalidad de la salvación por Cristo. "Feliz la culpa que mereció un Redentor tan grande".

La Iglesia ha enseñado desde siempre que la miseria inmensa que abruma a los hombres y su inclinación al mal y a la muerte tienen relación con el pecado de Adán que nos ha transmitido y con el que todos nacemos. Por eso la Iglesia administra el bautismo para el perdón de los pecados incluso a los recién nacidos.

Por el pecado original la naturaleza humana ha sido privada de la santidad y la justicia originales. El bautismo, que nos da la gracia de Cristo, borra el pecado original y vuelve a decantar al hombre hacia Dios. Pero las consecuencias del pecado persisten en la naturaleza humana, debilitada e inclinada al mal, y llaman al hombre a la lucha espiritual.

DIOS NO ABANDONA AL HOMBRE EN EL DOMINIO DE LA MUERTE

Tras la caída, Dios no abandona al hombre. Al contrario lo llama y le anuncia de modo misterioso la victoria sobre el mal y el levantamiento de su caída.

Dios anuncia a su pueblo la venida de un nuevo Adán, el cual, por su obediencia hasta la muerte y muerte de cruz, repara con creces la desobediencia de Adán. "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia".

DEFINICIÓN DEL PECADO

El pecado es un acto personal. El pecado es una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna, es una falta de amor verdadero hacia Dios y hacia el prójimo a causa de una adhesión perversa a ciertos bienes.

El pecado es una ofensa a Dios, es amor a uno mismo hasta el desprecio de Dios. Es una desobediencia, una rebelión contra Dios. Con esta exultación orgullosa de uno mismo, el pecado se opone diametralmente a la obediencia de Jesús que lleva a cabo la salvación.

En la pasión, Cristo vence al pecado que se le enfrenta con su violencia múltiple: incredulidad, odio asesino, rechazo y mofa por parte de los dirigentes y del pueblo, cobardía de Pilato, crueldad de los soldados, traición de Judas, negación de Pedro y abandono de los discípulos. Pero en aquella hora de las tinieblas, el sacrificio de Cristo se convierte secretamente en fuente inagotable de donde brota el perdón de nuestros pecados.

LOS PECADOS

Larga y variada es la lista de los pecados, y pueden ser definidos por las virtudes que contrarían (humildad, generosidad, castidad, paciencia, templanza, caridad y diligencia), o directamente por los mandamientos de la Ley de Dios que incumplen.

San Gregorio Magno indica que hay siete pecados capitales que son: la soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza. Se llaman capitales porque engendran otros pecados.

San Pablo en la carta a los Gálatas opone a los frutos del Espíritu las obras de la carne: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, magia, enemistades, discordias, celos, indignaciones, disputas, disensiones, divisiones, envidias, embriaguez, orgías y otras cosas similares. "Os prevengo que quienes cometen tales cosas no heredarán el Reino de Dios".

EL PECADO MORTAL

El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre con una infracción grave de la Ley de Dios; desvía al hombre de Dios, prefiriendo un bien inferior. El pecado mortal es una posibilidad radical de la libertad humana, al igual que el amor. Si no es rescatado con el arrepentimiento y el perdón de Dios, causa la exclusión del Reino de Cristo y la condenación eterna.

Para que un pecado sea mortal se deben cumplir al mismo tiempo tres condiciones: que la materia sea grave (contra los 10 mandamientos), que se cometa con plena conciencia y con propósito deliberado. El pecado por malicia, por elección deliberada del mal es el más grave.

Los pecados, aunque no sean mortales, debilitan la caridad: revelan una afección desordenada a los bienes creados, impiden la progresión del alma en el ejercicio de las virtudes y la práctica del bien moral.

PARA REFLEXIONAR:

Siendo el pecado un acto personal, se puede cooperar en los pecados de otros. El pecado hace que los hombres sean cómplices unos de otros y que reinen entre ellos la concupiscencia, la violencia y la injusticia.

Los pecados provocan situaciones sociales e instituciones contrarias a la Bondad divina. "Las estructuras de pecado" son la expresión y el efecto de los pecados personales. Inducen a las víctimas a cometer el mal individualmente, pero son un "pecado social".

Os invito a participar con vuestros comentarios, vivencias o pensamientos que os haya sugerido el tema.