lunes, 25 de abril de 2011

TEMA 33. ORDEN SACERDOTAL Y VIDA RELIGIOSA

EXPOSICIÓN: (Párrafos extraídos del "libro de la Fe" de los Obispos de Bélgica)

CONSAGRARSE A DIOS EN EL CELIBATO

Entre los consejos evangélicos, "destaca entre todos el don valioso de la divina gracia, que a algunos hace el Padre, de la virginidad o el celibato para consagrarse a Dios exclusivamente" (Lumen Gentium, 42).

La Iglesia, desde los primeros tiempos, ha concedido a las vírgenes un reconocimiento especial, quería animar a los cristianos a permitir que sus hijas no se casaran. Esta opción de la virginidad por causa del Reino de Dios no ha estado exenta de persecuciones. La Iglesia celebra la memoria de vírgenes mártires que han dado la vida como testimonio de su amor al Esposo.

Pablo escogió el celibato al servicio del Evangelio "Pero cada uno ha recibido de Dios un don particular ..." ( 1Co 7,7). Sabe que su vocación no es la de todos y en esto sólo aconseja: La virginidad libera el corazón para el amor del Señor sin divisiones.

Son muchas y diversas las llamadas. Algunos expresan el cariño al Señor de forma contemplativa. Cantan las alabanzas de Dios y el lamento de los hombres, en su comunidad, en la soledad, o también en medio del mundo. Se preocupan del Cuerpo de Cristo y se consagran totalmente a los hermanos, en la oración o en la acción.

Uno puede hacer el voto de virginidad o celibato sea en privado o sea a título público según la forma aprobada por la Iglesia y siempre dirigido en su discernimiento por un consejero espiritual.

SI QUIERES SER DISCÍPULO MIO, SÍGUEME.

Signo de espera en el Reino de Dios es también la pobreza. La disponibilidad a ser pobre con Cristo es una llamada constante a la Iglesia ya sus miembros. Esta llamada a vivir con Él no debe practicar solamente la pobreza del compartir, en la que todos lo ponen todo en común, sino que también pide seguir a Cristo en su despojamiento hasta una muerte de cruz, bien convencidos de que con él también resucitaremos. Cristo fue obediente hasta la muerte, no quiso hacer su voluntad sino la del Padre.

También la Iglesia pide el voto de obediencia a aquellos que expresan el deseo de seguir al Hijo de Dios. Los que hacen voto de obediencia aprenden la voluntad de Dios sobre su vida obedeciendo a la Iglesia.

LOS CONSEJOS EVANGÉLICOS SE DIRIGE A TODOS

La virginidad no disminuye la dignidad del matrimonio, ni la pobreza quita dignidad a los que tienen bienes terrenales, tampoco la obediencia disminuye la dignidad de aquellos que asumen responsabilidades de acuerdo con la voluntad del Señor.

Todos debemos vivir "como si no tuviéramos nada", pero ante este consejo, algunos tienen la vocación de vivirlo radicalmente, como signos del Reino que ha de venir. Su vida diaria es una expresión de la oración de toda la Iglesia: "Ven Señor Jesús". (Ap 22,20). Reciben la gracia de la renuncia para amar al Señor con un corazón totalmente libre.



LA VIDA RELIGIOSA

Los consejos evangélicos toman una forma más estable dentro de la vida religiosa. Los fieles, laicos y sacerdotes, se ligan con votos o con otros compromisos a fin de practicar los consejos en el cuadro de una congregación o según una espiritualidad determinada.

Los ritos de la profesión religiosa o de la renovación de los votos no son sacramentos. Tienen su raíz en la consagración bautismal y asocian toda la persona en el sacrificio eucarístico.


RECIBIR EL SACRAMENTO DEL ORDEN

Todos los bautizados participan del sacerdocio de Cristo. Laicos, obispos y sacerdotes son "piedras vivas", templos del Espíritu Santo, asociados a la misión de los Doce y de la Iglesia de dar a conocer el evangelio, participar en la celebración de los sacramentos y de la liturgia y llevar la responsabilidad del conjunto del Cuerpo de Cristo. Ejercemos este sacerdocio con todo lo que hacemos con amor, ofreciendonos a Dios como "víctima viva", sea ofreciendo el sacrificio eucarístico o dando testimonio de Cristo en nuestras familias o en los puestos de trabajo o recreo.

Todos participamos del único sacerdocio de Cristo, pero el sacerdocio de los obispos y los presbíteros se diferencia del resto de bautizados. De una manera personal Jesús escogió a los doce discípulos con los que se mantuvo unido de una manera particular. "Los llamó y les puso el nombre de apóstoles para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar, con poder de expulsar demonios" (Mc 3, 13-15).

Como el Padre envía al Hijo, los apóstoles son enviados para que guíen al pueblo de Dios y conduzcan a los fieles por el camino del Hijo al Padre. Forman un colegio al frente del cual Jesús puso a Pedro como cabeza. Llenos del Espíritu Santo reciben una triple misión: La de evangelizar, la de santificar a los fieles reuniendolos en la oración y la liturgia, sobre todo en la eucaristía, y la de guiar como buenos pastores el rebaño.

Conforme las necesidades crecientes de la Iglesia que se iba expandiendo, los Apóstoles fueron nombrando sucesores agrandando el colegio apostólico. "Pedid, pues, al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies" (Mt 9, 37-38). Los obispos tienen una misión con referencia a todo el mundo: unidos al sucesor de Pedro, garantizan la unidad, la apostolicidad y la catolicidad de la Iglesia.

En cada Iglesia local, hay unos sacerdotes o "presbíteros" que son los colaboradores de los obispos. Juntos forman los "presbiterium" y ejercen el sacerdocio ministerial. "El sacerdote ministerial, en virtud de su poder sagrado (que recibe en la ordenación) crea y gobierna el pueblo sacerdotal, celebra la eucaristía como representante personal de Cristo y la ofrece a Dios en nombre del pueblo" (Lumen Gentium, 10).

Los diáconos ayudan al Obispo y a los presbíteros en su misión pero no pueden consagrar ni perdonar los pecados.



EL SIGNO SACRAMENTAL

El signo sacramental de los tres órdenes -obispo, presbítero y diácono- es la imposición de las manos y la oración consacratoria que confiere el Espíritu Santo con vistas al ministerio y que imprime una marca imborrable en quienes reciben este sacramento.

El futuro obispo recibe en su catedral la plenitud del sacerdocio por la imposición de las manos de otros obispos, recibe la unción en la cabeza; le dan el libro de los evangelios y las insignias de su misión: el anillo, símbolo de fidelidad y el báculo de pastor, símbolo del cargo. Desde ese momento, el obispo se sienta en la silla episcopal y preside la eucaristía en medio del pueblo.

Los sacerdotes reciben el sacramento por la imposición de las manos del Obispo, que unge las manos del consagrado para que santifique el pueblo y ofrezca a Dios el sacrificio eucarístico y le entrega las insignias de su misión: el cáliz lleno de vino y la patena con el pan. El nuevo sacerdote concelebra entonces por primera vez con el obispo y otros sacerdotes.


El diaconado lo reciben quienes se preparan para el sacerdocio y también se puede conferir a laicos que no tienen esta vocación sacerdotal, y que pueden ser solteros o casados. El diácono soltero se obliga al celibato y el casado precisa del consentimiento de la esposa.

Por la imposición de las manos del obispo el candidato se compromete a vivir en comunión con el obispo, con respeto y obediencia y a cumplir las obligaciones de su ministerio.

PARA REFLEXIONAR:
¿Me he planteado alguna vez cuál es mi vocación ?....


¿He pensado en la vocación religiosa?


Ante el descenso de las vocaciones religiosas ... ¿cuál es mi actitud ?....


¿Rezo por las vocaciones ?....


¿Vivo mi vocación, religiosa o laica, como una ofrenda a Dios? ....


¿Soy consciente como bautizado de mi "sacerdocio "?....


¿Colaboro con mi Obispo y con los sacerdotes en la misión de la Iglesia?


Os animo a participar con vuestros, pensamientos, vivencias o testimonios!

viernes, 1 de abril de 2011

TEMA 32 EL DOLOR Y LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS (II)

EXPOSICIÓN: Párrafos extraídos de la Encíclica "Salvifici doloris" DE JUAN PABLO II continuación): cccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccc EL SUFRIMIENTO LLAMADA AL AMOR ccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccc La parábola del buen Samaritano pertenece al Evangelio del sufrimiento. Indica, en efecto, cuál debe ser la relación de cada uno de nosotros con el prójimo que sufre. No nos está permitido "pasar de largo”, con indiferencia, sino que debemos "pararnos" a su lado. ccccccccccccccccccccccCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCccc Buen Samaritano es todo hombre, que se para junto al sufrimiento de otro hombre de cualquier género que éste sea. Buen Samaritano es todo hombre sensible al sufrimiento ajeno, el hombre que «se conmueve» ante la desgracia del prójimo. Por lo tanto, es en definitiva buen Samaritano el que ofrece ayuda en el sufrimiento, de cualquier clase que sea. xxxxxxxxxxxxxCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCxxxxxxxxxx El hombre no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás, Buen Samaritano es el hombre capaz precisamente de ese don de sí mismo. Se podría decir que el mundo del sufrimiento humano invoca sin pausa otro mundo: el del amor humano. Aquel amor desinteresado, que brota en su corazón y en sus obras, el hombre lo debe de algún modo al sufrimiento. xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxCCCCCCCCCCCCCxxxxxxxxxxxxxxxx La parábola del buen samaritano atestigua que la revelación por parte de Cristo del sentido salvífico del sufrimiento no se identifica de ningún modo con una actitud de pasividad. Es todo lo contrario. El Evangelio es la negación de la pasividad ante el sufrimiento. xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxCCCxxxCCCXXXXXXXCCCCCx xxxxxxx En el programa mesiánico de Cristo, que es a la vez el programa del Reino de Dios, el sufrimiento está presente en el mundo para provocar amor, para hacer nacer obras de amor al prójimo, para transformar toda la civilización humana en la «civilización del amor». XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
LLAMADOS A COMPLETAR LA PASIÓN DE CRISTO XXXXXXXXXXX Todos los que sufren han sido llamados de una vez para siempre a ser partícipes "de los sufrimientos de Cristo”. Así como todos son llamados a completar con el propio sufrimiento "lo que falta a los padecimientos de Cristo”. Cristo al mismo tiempo ha enseñado al hombre a hacer bien con el sufrimiento y a hacer bien a quien sufre. XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXccXXX Es necesario pues que en la cruz del Calvario acudan idealmente todos los creyentes que sufren en Cristo, vayan también allí los hombres de buena voluntad, porque en la cruz está el «Redentor del hombre», el Hombre de dolores, que ha asumido en sí mismo los sufrimientos físicos y morales de los hombres de todos los tiempos, porque en el amor puedan encontrar el sentido salvífico de su dolor y las respuestas válidas a todas sus preguntas. XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX Con María, Madre de Cristo, que estaba al lado de la Cruz, nos detenemos ante todas las cruces del hombre de hoy.
EL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE ENFERMOS (Catecismo puntos de 1499 a 1532) XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX Con la sagrada Unción de enfermos y la oración de los presbíteros toda la Iglesia encomienda al Señor sufriente y glorificado a los que la enfermedad ha postrado, para que los alivie y los salve, más aún, les exhorta a asociarse libremente a la pasión y muerte de Cristo para que así contribuyan al bien del Pueblo de Dios. XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX La enfermedad puede conducir a la angustia, a veces incluso a la desesperación o la rebelión contra Dios. También puede volver a la persona más madura, ayudarla a discernir en su vida lo que no es esencial para descubrir lo que sí lo es. A menudo la enfermedad provoca una búsqueda de Dios, un retorno a Él, se convierte en camino de conversión. XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX El rito del sacramento es atestiguado por el apóstol Santiago: "Si alguien está enfermo, que los presbíteros le unjan con óleo en el nombre del Señor y oren por él. Y la oración con fe, le será saludable: el Señor hará que se levante y le perdonará los pecados que haya cometido "(St 5). La Iglesia administra este sacramento especialmente destinado a reconfortar a los que están probados con la enfermedad. Se da a los enfermos que están en un peligro serio, ungiendo en la frente y en las manos con aceite, debidamente bendecido, diciendo estas palabras: "Por esta santa Unción y por su gran misericordia, el Señor te ayude con la gracia del Espíritu Santo, para que libre de pecado, te conceda la salvación y alivie tus sufrimientos". XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX Este sacramento no es únicamente para los que están en peligro de muerte, también se administra a los que están debilitados por la vejez, o antes de una operación importante. Se puede recibir más de una vez. El ministro del sacramento es el obispo o el presbítero. La Unción de los enfermos es una celebración litúrgica y comunitaria, tanto si se administra en casa, en el hospital o en la Iglesia, como si se administra a un solo enfermo o a todo un grupo de enfermos. XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX Es conveniente que se celebre dentro de la misa, si es posible, y puede ir precedida del sacramento de la Penitencia y seguida del de la Eucaristía. La liturgia de la Palabra, precedida de un acto de penitencia abre la celebración, en la que el sacerdote impone las manos sobre el enfermo, ruega por él y le unge con el aceite bendito.
EFECTOS DE RECIBIR EL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

Es un don particular del Espíritu Santo que da la gracia del consuelo, de la paz y del coraje para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de fragilidad de la vejez.

Renueva la confianza y la fe en Dios y da fuerzas contra las tentaciones del maligno, tentaciones de desánimo y de angustia ante la muerte. La fuerza del Espíritu quiere conducir al enfermo a la curación del alma, pero también del cuerpo, si esta es la voluntad de Dios.

Es una unión a la pasión de Cristo. De alguna manera, el sufrimiento, secuela del pecado original, recibe un sentido nuevo: se convierte en participación en la obra salvadora de Jesús. Es una gracia eclesial, ya que los enfermos que lo reciben, asociándose libremente a la pasión y muerte de Cristo, contribuyen al bien del Pueblo de Dios y a la santificación de sus miembros.

Es una preparación para el último paso, fortalece el fin de nuestra vida terrena con una sólida defensa de cara a las últimas luchas antes de entrar en la casa del Padre.

PARA REFLEXIONAR:

¿Que tenemos de buen samaritano ?.......

el amor es todo lo contrario que la pasividad .....


Colaboradores en la obra de la redención desde el propio sufrimiento ..... ¿así lo creemos ?........

El sacramento de la unción, un sacramento para los vivos ......

Proponemos a los enfermos de nuestro entorno que reciban este sacramento ......


Os animo a participar con vuestros, pensamientos, vivencias o testimonios!