sábado, 7 de mayo de 2011

TEMA 34. LA VOCACIÓN MATRIMONIAL

EXPOSICIÓN: (Párrafos extraídos del "libro de la Fe" de los Obispos de Bélgica)

LLAMADOS POR DIOS EN EL AMOR CONYUGAL Y FAMILIAR

El amor forma parte de la naturaleza humana, porque Dios nuestro Señor, que es amor, así lo ha querido. Los hombres y las mujeres se atraen entre sí, de esta atracción nace el enamoramiento.

En un primer estadio el amor es "eros", atracción física y emocional por el amado o la amada: "me fascina, no puedo dejar de pensar en él, en ella, me hace feliz ....", es un sentimiento que tiene una raíz “egoísta”, estoy con el otro porque "me llena, me satisface, estoy bien "....

Pero el amor también es "ágapé", un estadio en el que dejo de mirarme a mí mismo para ver al otro: porque amo a otra persona quiero hacerla feliz, ya no pienso en mí, pienso en sus necesidades, en lo que le gusta.

Cuando confluyen el eros y el agapé entre los amantes, fluyendo en ambas direcciones el amor llega a su madurez.

PREPARACIÓN AL MATRIMONIO

Un paso natural en la relación de una pareja que se ama es el de querer poner la vida en común y fundar un hogar. La Iglesia desea acompañar ya desde el principio a los novios que forman parte de la comunidad cristiana, ayudándoles en la preparación de esta unión, instruyendo acerca de las dificultades del encuentro y la convivencia y descubriéndoles la joya del amor compartido.

El amor humano es una vocación que se vive en las alegrías y en las penas, en los conflictos y en el perdón y también en el fracaso. La vida en pareja es un descubrimiento constante del otro, una invitación a superar el egoísmo personal para hacer feliz al amado. Es una comunidad de fe y esperanza compartida, los futuros esposos son llamados a recurrir a menudo a la oración y a la vida de sacramentos. También es una comunidad abierta a la vida, pensando en los hijos que formarán parte de la familia.



EL MATRIMONIO


El matrimonio aporta a nuestra existencia una comunidad profunda de vida y amor. La unión de los esposos ha sido elevada por el mismo Cristo a la dignidad de sacramento. El matrimonio consiste esencialmente en el compromiso recíproco de los esposos de ayudarse y amarse en la felicidad y en la desgracia, y también el gozo y la disponibilidad de acoger a los hijos y educarlos.


Por eso en la liturgia del sacramento, el que casa a los esposos no es el sacerdote, son los mismos esposos los que se casan entre ellos con el intercambio de su consentimiento, se administran mutuamente el sacramento, en presencia del sacerdote que da a este compromiso la dimensión eclesial, y en presencia de unos testigos que representan a la sociedad.


La Iglesia recuerda a los esposos que para otorgarse el sacramento del matrimonio deben ser solteros, venir a contraerlo sin coacción y desearlo de todo corazón, con la disposición de amar y honrar al cónyuge durante toda la vida y de acoger con amor los hijos que recibirán de Dios y a educarlos según la ley de Cristo y de la Iglesia. Estas condiciones son indispensables para que la pareja se una realmente en matrimonio.


LA LITURGIA


La liturgia del sacramento del matrimonio se celebra normalmente dentro de la misa. Previamente se pide a los novios que reciban el sacramento de la reconciliación para poder participar también del sacramento eucarístico.

En un momento de la celebración eucarística el sacerdote llama a los novios para que se den la mano derecha y se den su consentimiento ante Dios y la Iglesia: "Yo te tomo por esposo / esposa y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad y amarte y honrarte toda la vida".



En este sacramento los dos contrayentes se convierten en una sola carne, Cristo les asiste y habla por boca de ellos. Cuando el novio habla, Cristo habla. Cuando la novia responde, responde Cristo. La palabra que se dan es palabra de amor, libre y pura. Uno la da al otro y es a la vez puro don de Dios.

Después del consentimiento el sacerdote extiende la mano derecha sobre los novios y dice: "Que el Señor confirme el consentimiento que se ha manifestado en la presencia de la Iglesia, y os conceda su bendición. Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre ".

A continuación bendice los anillos, que son el símbolo de la fidelidad, y los esposos se los ponen el uno al otro. Los anillos reciben también el nombre de alianza, un nombre muy significativo y un bello símbolo del amor y la fidelidad. Entran en la Iglesia como novios y salen como marido y mujer.


CONSUMACIÓN DEL MATRIMONIO

El acto conyugal (unión sexual) consuma el matrimonio y le da un sentido definitivo. La disponibilidad que los esposos manifiestan el uno hacia el otro y el don que se hacen recíprocamente con su sexualidad, son exclusivos.

El vínculo conyugal entre bautizados es único e inalterable, no lo pueden disolver ni el divorcio ni el adulterio.

CRISTO ASISTE LOS ESPOSOS

No se puede comprender ni el celibato cristiano ni el matrimonio cristiano fuera de la fe.

La virginidad cristiana es siempre de cara al Reino, es un amor auténtico de Cristo; una virginidad sin amor es un desierto. Igualmente el matrimonio cristiano busca su fuerza y el ideal en el amor de Cristo a la Iglesia, un matrimonio cristiano se esfuerza en el compromiso de amor y de fidelidad conyugal asistido por el mismo Jesucristo.



LA FAMILIA, IGLESIA DOMÉSTICA EN MEDIO DEL MUNDO

Viviendo la vocación propia y sostenidos por un sacramento especial, los esposos se ayudan mutuamente en la vida conyugal y familiar. Los hijos son llamados a compartir la fe de los padres y convertirse en miembros del pueblo de Dios.

Es dentro de la familia que los esposos y los hijos se santifican y santifican a otros hogares con su testimonio. Por eso la familia es llamada "Iglesia doméstica", llamada a vivir la comunión y la reconciliación, y a llevar la misión de toda la Iglesia con vistas a la construcción y santificación del mundo.

PARA REFLEXIONAR:

La sociedad actual banaliza la sexualidad y el amor .... ¿es un avance esto ?....¿ son más felices?

La sociedad actual "moderna" equipara "nuevos modelos" de convivencia dándoles también el nombre de matrimonio ....

En la sociedad actual conviven diferentes modelos de familia: monoparentales, divorciados, divorciados vueltos a casar, conviviendo con hijos de otra pareja; parejas del mismo sexo, con hijos o sin hijos ,...... ¿Es un bien para la sociedad ?....

¿Damos los creyentes un testimonio creíble del modelo de familia cristiana ?.... ¿Hacemos de nuestro hogar una Iglesia doméstica ?.....

¿Tenemos presencia en la sociedad cuando se toman decisiones que afectan a la familia ?....

Os animo a participar con vuestros comentarios!

2 comentarios:

  1. El presente tema trae a mi memoria un episodio recordado por el Papa Juan Pablo I y que menciona el Pbro. Dr. Francisco Fernández Carvajal en una de sus meditaciones:

    Juan Pablo I hablando de la grandeza del matrimonio a un grupo de recién casados, les contaba una pequeña anécdota ocurrida en Francia.

    En el siglo pasado, un profesor insigne que enseñaba en la Sorbona, Federico Ozanam, era un hombre de prestigio y un buen católico.

    Lacordaire, su amigo, solía decir del profesor de la Sorbona: «¡Este hombre es tan bueno y tan estupendo que se ordenará como sacerdote, incluso llegará a ser un buen obispo!». Pero Ozanam contrajo matrimonio. Entonces, Lacordaire, algo molesto, exclamó: «¡Pobre Ozanam! ¡También él ha caído en la trampa!».

    Estas palabras llegaron hasta el Papa Pío IX, quien dijo con buen humor a Lacordaire cuando éste le visitó unos años mas tarde: «Yo siempre he oído decir que Jesús instituyó siete sacramentos: ahora viene usted, me revuelve las cartas en la mesa, y me dice que ha instituido seis sacramentos y una trampa. No, Padre, el matrimonio no es una trampa, ¡es un gran sacramento!».

    No olvidemos que lo primero que quiso santificar el Mesías fue un hogar. Y es precisamente en las familias alegres, generosas, que viven con sobriedad cristiana, donde nacen las vocaciones para la entrega plena a Dios en la virginidad o el celibato, que constituyen la corona de la Iglesia y la alegría de Dios en el mundo.

    Un abrazo. Paz.

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  2. En su primera encíclica Deus Caritas est, el Papa, hablando de los distintos significados del amor nos dice:

    "en toda esta multiplicidad de significados destaca, como arquetipo por excelencia, el amor entre el hombre y la mujer, en el cual intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma, y en el que se le abre al ser humano una promesa de felicidad que parece irresistible, en comparación del cual palidecen, a primera vista, todos los demás tipos de amor"

    Ya el Génesis nos dice ante la creación del hombre: " Y vio Dios que era muy bueno".

    Al comienzo en el hombre Adán "ser y bien" se identifican, enseña Juan Pablo II, por esa inocencia original dada por Dios al Principio.

    El beato Juan Pablo II dedicó casi cinco años de Audiencias Generales al tema del amor humano.
    Las 130 catequesis llevan por título: La redención del cuerpo y la sacramentalidad del matrimonio.

    Comenzó en el año 1979, con el objetivo de preparar el Sínodo de obispos de 1980 "sobre los deberes de la familia critiana",pero se extendieron hasta 1985, aportando un riquísimo contenido en una materia tan decisiva.

    En ellas, desarrolla una amplia teología del cuerpo en la que enmarca una teologia del matrimonio, que sirve de base para comprender las enseñanzas de la Humanae Vitae, tan cuestionada por muchos.

    Me gustaría subrayar dos puntos.

    El 1º es la interpretación que hace de la cuestión del divorcio que los fariseos plantean a Jesús en el evangelio de San Mateo cap.19 para ponerlo a prueba. También hoy podríamos planteársela y su respuesta sería la misma.

    Alegan que Moises lo prescribió. Y Jesús contesta:
    "Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así."

    Jesús remite por dos veces "al Principio" en este diálogo con los fariseos, dejando claro el carácter normativo de la unidad y la indisolubilidad del matrimonio.
    Pues nos dice:
    "Así que ya no son dos sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido no lo separe el hombre."

    Juan Pablo II da un paso más y expresa que si Jesús nos ha remitido por dos veces "al Principio", es para que reflexionemos sobre el modo en que el hombre ha sido plasmado por Dios en el misterio de la creación como varón y hembra.

    Juan Pablo II con una gran intuición se sumergirá en el Génesis y nos aportará una luz preciosa, en la que mirarnos y comprendernos.

    Y 2º, es que nos enseña como es Jesús quien nos permite superar esa dureza de corazón que impide vivir en muchos casos la unidad matrimonial.

    La redención, nos alcanza el don del Espíritu Santo que hace posible vivir un amor auténtico. Pues sanado y redimido el corazón del hombre y de la mujer, ya están en condiciones de poder amar de verdad.

    Juan Pablo II pone ante nosotros un texto precioso de San Pablo a los efesios en su capítulo V acerca del matrimonio.

    Recordando el Génesis dice San Pablo:
    "La Escritura dice: Por eso el hombre abandonará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.
    ¡Gran misterio es éste; lo digo refiriéndome a Cristo y a la Iglesia."

    Así que aquí hemos llegado a una verdad y a una imagen preciosa:

    A los esposos se nos propone un MODELO donde poder mirarnos: LA CRUZ DE CRISTO donde contemplamos SU AMOR por LA IGLESIA.

    Que sea esta VERDAD la referencia contínua en nuestros matrimonios y familias.

    Es Cristo, fuente y modelo de las relaciones entre los cónyuges (J.P.II)

    Un abrazo. Paz.

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